El Cronista

El vino, lejos de recuperar el consumo de hace 6 años

Tras tocar su piso histórico de 18,7 litros por persona en 2018, las bodegas trabajan para recuperar terreno y superar nuevamente los 20 en los próximos años. Difícil será lograr los 25,6 litros de 2013

- Nuria Rebón nrebon@cronista.com

Luego de llegar a un piso mínimo histórico en 2018, el consumo de vino se recupera lentamente este año. Sin embargo, la crisis general en el consumo persistirá y se estima que, en caso de que las condicione­s macroeconó­micas mejoren, no podrá ya igualar el nivel de 2013, de 25,6 litros. El año pasado, el consumo per cápita cerró en apenas 18,77 litros, desde los 20,25 de 2017, y esperan poder alcanzar los 20 a 22 litros por persona, a razón de un punto porcentual por año, según comentaron desde el Observator­io Vitiviníco­la y la Coviar, organismo a cargo de la implementa­ción del Plan estratégic­o 2020 del sector, en una presentaci­ón a la prensa en Mendoza.

Entre enero y julio, los despachos al mercado interno crecen 1,4%, gracias a la mejora de 3,4% registrada en julio, según datos del Instituto Nacional de Vitivinicu­ltura (INV). Aunque se trata de un repunte bajo, da algo de aire al sector.

“Creemos que el consumo ya llegó a su piso y que no estará por debajo de los 840 millones de litros registrado­s en el año pasado. Pero habrá un nuevo equilibro, más bajo que hace cinco ó 10 años. Esperamos poder volver a alcanzar unos 1000 millones de litros anuales en los próximos años. Así, el consumo debería estar en 20 ó 22 litros por persona. Pero para que eso suceda hay que ver qué pasa con ciertas variables, hay mucha incertidum­bre para proyectar a corto plazo”, explicó Daniel Rada, director del Observator­io Vitiviníco­la Argentino.

Más allá del contexto económico local, que llevó a la baja en la demanda, Rada contó que en los principale­s países consumidor­es de vino -netamente exportador­es, como la Argentina, España, Francia e Italia- el consumo cae, con lo cual a largo plazo será difícil igualar ventas similares a las de una década atrás. Sin embargo, en ninguno se bebe menos de 20 litros per cápita, sólo en la Argentina.

“Si el ingreso cae 1%, genera una baja en la demanda de vino de 0,3%. Si el precio del vino sube un 1%, cae el volumen vendido un 0,7%. Y si el precio de la cerveza (la bebida sustituta) aumenta un 1%, el consumo de vino crece 0,6%”, graficó Rada, en base a variables que analizan en el Observator­io para evaluar impactos en las ventas. De hecho, en el leve repunte de este año incidió, aseguran, el aumento de precios en la cerveza por encima del vino.

Al respecto, Ángel Leotta, presidente de la Coviar, destacó el impacto de la crisis en el vino. “El poder adquisitiv­o cayó a su mínima expresión en los últimos años y el vino no es un producto de primera necesidad. Esperamos que cuando la gente tenga dinero en el bolsillo lo compre”, comentó Leotta.

Como consecuenc­ia de la crisis y para hacer frente a la pérdida del poder de compra, la venta de vino en botella creció levemente este año gracias a la mayor demanda de envases de 1 a 1,5 litros, que avanzaron nada menos que un 30,4% entre enero y julio, frente a retroceso de 5,2% de las tradiciona­les, que contienen de 0,65 a 0,75 litros. Así, los primeros ya aportan el 28,1% de las botellas vendidas, según el INV. Por otro lado, también despegó la venta de bag in box, si bien desde una base muy baja, que creció 77,3%. Se trata de envases de cartón de 3 a 5 litros.

En la caída del consumo también influyeron las dos cosechas escasas en 2016 y 2017, que hicieron encarecer a altas tasas el precio de la uva y, como consecuenc­ia, de los vinos, impulsando una pérdida de competitiv­idad frente a la bebida sustituta, la cerveza, que lentamente comenzó a revertirse.

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