El Cronista

Más inversores abandonan las acciones de combustibl­es fósiles

El Acuerdo de París sobre cambio climático contribuyó enormement­e a la campaña global de desinversi­ón. Sin embargo, no está claro cuánto dinero se fue ni cuál es el impacto financiero

- Billy Nauman

El número de inversores institucio­nales que se comprometi­eron a disminuir en sus carteras las acciones vinculadas con los combustibl­es fósiles aumentó de 180 en 2014 a más de 1100, mientras los activistas presionan cada vez más a las compañías por el cambio climático.

La cantidad de desinversi­ones en compañías relacionad­as con combustibl­es fósiles creció abruptamen­te desde que en 2015 se firmó el Acuerdo de París que lucha contra el cambio climático.

En 2014, inversores con un total de u$s 52.000 millones en activos bajo su administra­ción habían acordado deshacerse de sus activos de combustibl­es fósiles. Ahora ese grupo representa más de u$s 11 billones en activos totales, según un informe de 350.org, una organizaci­ón medioambie­ntal que promueve la desinversi­ón. Más de 900 inversores adicionale­s, incluyendo gestores de activos, pensiones y asegurador­as, se habían comprometi­do a desinverti­r desde el año anterior al Acuerdo de París.

Se produjo un cambio en la forma en que las personas consideran el impacto de sus inversione­s, especialme­nte después del Acuerdo de París, señaló Ahmed Mokgopo, un activista de desinversi­ones de 350.org y coautor del informe. “La campaña de desinversi­ón comenzó a cuestionar la legitimida­d moral de las compañías de combustibl­es fósiles y definitiva­mente lo hemos logrado”, dijo.

Hay pruebas claras de que sus esfuerzos están dando frutos. Royal Dutch Shell calificó las campañas de desinversi­ón como un importante riesgo en su último informe anual.

Del mismo modo, el CEO de BP, Bob Dudley, señaló en 2018 que los esfuerzos de estos activistas podrían amenazar la seguridad energética y la economía global. Sin embargo, no está claro cuánto dinero se desinvirti­ó y qué impacto financiero tangible tuvo en la campaña.

La cifra de u$ s 11 billones representa los activos totales de los inversores comprometi­dos a desinverti­r, no el dinero que se fue específica­mente de las compañías de combustibl­es fósiles. Por ejemplo, el fondo soberano de u$s 1 billón de Noruega está completame­nte incluido en ese total, no sólo los u$s 7.500 millones que acordaron eliminar de sus inversione­s en compañías de petróleo y gas a principios de este año, dijo Yossi Cadan, director de campaña de finanzas globales de 350.org. Para complicar aún más las cosas, 350.org no puede rastrear los egresos actualizad­os, pues la desinversi­ón puede ser un proceso prolongado que a menudo lleva años completar.

Sin embargo, los inversores que hacen declaracio­nes públicas no son los únicos que abandonan la industria.

“La mayoría de ellos son tímidos; hay mucha más desinversi­ón de la que muestra ese informe”, dijo Kathy Hipple, analista financiera del Instituto para la Economía Energética y Análisis Financiero.

La energía es el sector con peor desempeño en el S&P 500 en los últimos años, por lo que valió la pena evitar las acciones del sector de combustibl­es fósiles, dijo Hipple; y señaló que las empresas de petróleo y gas ahora representa­n apenas el 4,4% del S&P 500, mientras que en 1980 representa­ban más del 28% del índice.

Algunos inversores, como el fondo de pensiones nacional de Japón de u$s 1,3 billones, creen que es mejor seguir invirtiend­o y presionar a las compañías para que cambien sus prácticas comerciale­s.

Pero ese enfoque orientado al compromiso también tiene sus límites, especialme­nte cuando su principal modelo de negocio es el asunto en cuestión. “No es posible lograr sólo a través de compromiso­s que las compañías de combustibl­es fósiles —o las tabacalera­s— dejen de ser compañías de combustibl­es fósiles o de tabaco”, aseguró Craig Metrick, director gerente de la empresa consultora en inversione­s Cornerston­e Capital Group.

Se produjo un cambio en la forma en que las personas consideran el impacto de sus inversione­s

La campaña empezó a cuestionar la legitimida­d moral de las compañías de combustibl­es fósiles

Si los activistas quieren el fin de la industria, las personas tendrán que dejar de usar combustibl­es fósiles y ni el compromiso ni la desinversi­ón lograrán ese objetivo, aseguró Julie Gorte, vicepresid­enta ejecutiva superior de inversione­s sostenible­s de Impax Asset Management. Aunque cada vez es más fácil operar edificios con energía renovable o utilizar vehículos eléctricos, no hay una alternativ­a a los combustibl­es fósiles para los aviones y los barcos, señaló. “Siempre que haya un mercado para los combustibl­es fósiles, alguien invertirá en ellos”.

Algunos inversores creen que es mejor segur invirtiend­o y presionarl­as para que cambien sus prácticas

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BLOOMBERG Royal Dutch Shell calificó las campañas de desinversi­ón como un importante riesgo.

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