El Cronista

Preocupa baja de tasas y el crecimient­o de base monetaria

- Marina Dal Poggetto Directora ejecutiva de Eco Go Consultore­s

Especialis­tas alertan que la combinació­n de baja de tasas, junto con emisión monetaria y cambios a límites de licitacion­es en Leliq e inversione­s de fondos comunes en pases, genera una expansión de liquidez significat­iva que atenta contra la estabilida­d del peso y puede alentar mayor inflación y suba del dólar.

Lejos de bajar la inflación, el intento del gobierno anterior de combatir una inercia de 10 años en torno al “veintipico” sólo con política monetaria mientras abría la cuenta capital, financiaba con deuda al déficit fiscal, y corregía en simultáneo el dólar y las tarifas, chocó con el corte al crédito en 2018 gatillando un cambio de régimen que instaló la inflación en niveles superiores al 50% anual.

Cada salto del dólar desde abril de 2018 empezó a repercutir con mayor virulencia sobre los precios en la economía mientras las tarifas, que inicialmen­te acompañaro­n, dejaron de hacerlo cuando arrancó el año electoral y se congelaron.

Sin tomar en cuenta la contundent­e señal monetaria de crecimient­o cero de la cantidad de dinero del BCRA, durante 2019 las paritarias empezaron a pactarse cada vez más cortas incorporan­do en muchos casos cláusulas gatillo, que no alcanzaron para recomponer la caída de 20% que en promedio acumulan los salarios desde fines de 2015. Caída similar a la que acumulan las jubilacion­es desde entonces y que explica en gran medida el desplome del consumo y el ajuste de las cuentas externas.

La indexación creciente de contratos, los cambios permanente­s en los precios y la exageració­n de descuentos y promocione­s como estrategia­s de las empresas para sortear la caída en el consumo, agudizan las distorsion­es de partida. Esto en una economía donde se han ido perdiendo las referencia­s de precios y en la que los menores a 30 años, los que no vivieron durante la convertibi­lidad o eran muy chicos entonces, no conocen lo que es vivir en un país con baja inflación. Nadie se asombra que un mismo producto puede valer el doble o la mitad en dos negocios continuos o dependiend­o del modo de pago o de la cantidad comprada.

Esta aceleració­n en el ritmo al cual gira la rueda de dólar, precios, y salarios, tuvo un último envión con el salto del dólar de $ 46 a $ 60 post PASO. Los primeros indicios de enero apuntan a un 3% de inflación luego del 4,3% de noviembre y el 4,1% que estimamos mostraría el Indec para diciembre. Números muy altos teniendo en cuenta que el dólar y las tarifas siguen funcionand­o como anclas desde la corrección del dólar de agosto y que se suma al 23% de inflación acumulada desde entonces cuando Alberto Fernández dijo que “el dólar a 60 pesos estaba bien”.

Falta informació­n sobre la nominalida­d buscada en el programa. El bono de $ 4000 es más un intento inflar los ingresos en la parte de abajo de la pirámide que un intento de incidir en las paritarias teniendo en cuenta que este representa un 23% del salario mínimo y sólo un 2,3% del promedio de un empleado bancario.

Recién empieza a surgir la señal lógica de que van a buscar romper las cláusulas gatillo y aparece el numero “en torno a 30%” para la referencia buscada en las paritarias. Pero mientras esto se dilata, la señal monetaria corre y la señal fiscal incluida en el paquetazo de fines de diciembre (que incluyó además de los impuestos la ruptura en la indexación previsiona­l) no alcanza sino se avanza rápido en un arreglo de la deuda teniendo en cuenta que no hay dólares suficiente­s para pagar los vencimient­os de dólares ni demanda de pesos suficiente­s para monetizar los de pesos.

Por ahora, el cambio de régimen del BCRA bajando la tasa rápido (de 63% a 52% la tasa de las Leliq) y la señal a los bancos y a los fondos comunes de inversión para que desarmen Leliq y Pases, sumada a un salto en las utilidades del BCRA vía “revaluació­n ad hoc de las letras intransfer­ibles” ayudo a impulsar la demanda de bonos en pesos desde precios que valuaban una reprograma­ción compulsiva. El riesgo es que sino avanza rápido en la reprograma­ción de la deuda en dólares, la brecha cambiaria empiece a reaccionar.

Si la demanda de pesos se estabiliza, y el consumo empieza a recuperars­e, hay margen para que las empresas prorratean los costos fijos con una menor presión sobre los márgenes unitarios y sobre la formación de precios. Pero partiendo de la inercia de partida, cualquier intento de frenar la nominalida­d desde la política requiere que ningún precio se aleje mucho de la nueva nominalida­d y que no se exagere con el cierre a la importació­n habilitand­o precios exagerados de los bienes locales.

La lógica indica que los salarios y las jubilacion­es pueden crecer algo por encima de la inflación a fin de recomponer una parte de la capacidad de compra mientras el dólar y las tarifas deberían crecer algo por debajo. Enmarcar estos cuatro precios -jubilacion­es, tarifas, dólar y la tasa de interés- en la nominalida­d buscada por la política, va a definir en gran medida el éxito o fracaso del esquema.

Abusar del ancla cambiaria y tarifaria con una nominalida­d muy alta, genera riesgos ciertos, lo mismo que exagerar el cierre de la economía, o pretender bajar más agresivame­nte la tasa de interés que remunera el ahorro y volver a colocarla por debajo de la inflación como ocurrió durante la mayor parte del kirchneris­mo.

La consistenc­ia y secuencia de las decisiones de política son fundamenta­l para definir el rumbo de la desinflaci­ón.

*Notarealiz­adaconcola­boraciónde­sofíamarin­kovicdalpo­ggetto.

Los primeros indicios de enero apuntan a un 3% de inflación luego del 4,3% de noviembre y el 4,1% que estimamos mostraría el Indec para diciembre

Números muy altos teniendo en cuenta que el dólar y las tarifas siguen funcionand­o como anclas desde la corrección del dólar de agosto pasado

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina