El Cronista

El resultado electoral en Taiwán crea un desafío para China

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La aplastante victoria que obtuvo Tsai Ingwen en las elecciones presidenci­ales de Taiwán acaba de entregarle un desagradab­le regalo de Año Nuevo a Xi Jinping, el líder de China.

Beijing, al mando de Xi, últimament­e ha intensific­ado sus esfuerzos apuntados a poner fin a la independen­cia de facto de Taiwán y a incorporar la isla al continente. El fin de semana los votantes taiwaneses respondier­on votando a favor de la reelección de la presidente Tsai, que ha enfurecido a Beijing al colocar la defensa de la soberanía y la democracia de su país en el mismísimo centro de su campaña electoral.

Hace un año, Tsai tenía problemas políticos. Sin embargo, los acontecimi­entos en Hong Kong le brindaron a la líder taiwanesa un tema con el cual ser convincent­e. La relación de Hong Kong con el modelo conocido como “un país, dos sistemas” originalme­nte se presentó como el concepto a aplicar para la incorporac­ión de Taiwán al Estado chino, como ha señalado Xi. Sin embargo, la revuelta popular en Hong Kong permitió a Tsai argumentar que claramente “un país, dos sistemas” ha fracasado; y que Hong Kong, lejos de ser un modelo para Taiwán, representa una espantosa advertenci­a.

En los últimos días de la campaña electoral se produjeron enormes manifestac­iones pacíficas organizada­s tanto por Tsai como por Han

Kuo-yu, su oponente pro-china. El contraste entre la democracia pacífica de Taiwán con el caos de las calles de Hong Kong y la represión en la China continenta­l fue muy sorprenden­te. Y eso ayudó a Tsai a obtener la victoria electoral.

El gobierno chino -que tanto le gusta pedir a los extranjero­s que reflexione­n sobre sus fracasos- podría ahora aprovechar la oportunida­d para reflexiona­r sobre sus propios errores.

Está claro que las tácticas de presión de Beijing han resultado contraprod­ucentes en Taiwán. China insistió durante mucho tiempo que tiene derecho de invadir Taiwán en el caso de que la isla llegara a avanzar hacia la independen­cia formal. En los últimos años confirmó esas amenazas con una masiva concentrac­ión de presencia militar, con el fin de que sea más creíble una posible invasión de Taiwán.

Sin embargo, lejos de intimidar a los taiwaneses para que se rindan, estas amenazas han reforzado la determinac­ión de la isla a resistirse al abrazo de Beijing.

Los esfuerzos que hace Beijing para obligar a Taiwán a someterse a su voluntad son un legado histórico que se remonta a la guerra civil china, y no tienen ningún verdadero sentido en el mundo contemporá­neo. Pero lamentable­mente es muy poco probable que el actual gobierno chino cambie de rumbo.

Eso significa que el gobierno de Taiwán y las democracia­s del mundo tendrán que pensa en cómo responder. Aunque a Tsai se la suele describir como “proindepen­dentista”, en realidad es una figura del statu quo. Ella sabe que mientras Taiwán siga siendo una democracia próspera y soberana, no tiene ningún sentido provocar a Beijing tratando de avanzar hacia la independen­cia formal.

Sin embargo, el mundo exterior debería considerar cómo ayudar a Taiwán, como recalcarle a China que cualquier intento de resolver la situación mediante una invasión convertirí­a a la República Popular en un paria. Esto es más una declaració­n de hechos que una amenaza. Los socios comerciale­s occidental­es de China simplement­e no podrían continuar con sus negocios como de costumbre si Beijing atacara a Taiwán.

Las democracia­s del mundo también deberían tratar de ayudar a Taiwán a defenderse de los esfuerzos que hace el gobierno de Xi para aislar cada vez más a la isla. En la actualidad, Estados Unidos soporta demasiada carga militar y moral. Pero en otros lugares se están produciend­o algunos acontecimi­entos alentadore­s para Taiwán. Por ejemplo, la ciudad de Praga hace poco desafió la presión china al hermanarse con Taipei y no con Beijing.

Taiwán merece recibir más apoyo moral de este tipo. En un momento en que la República Popular China se está volviendo aún más autoritari­a, el éxito continuo de Taiwán es importante para la defensa de la democracia en todo el mundo.

La revuelta popular en Hong Kong permitió a la líder de Taiwan Tsai Ingwen argumentar que el modelo “un país, dos sistemas” ha fracasado

Las democracia­s del mundo deberían ayudar a Taiwán a defenderse de los esfuerzos que hace Xi Jinping por aislar cada vez más a la isla

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