El Cronista

Un gesto del Fondo que deberá ser correspond­ido con más compromiso

- Hernán de Goñi Director Periodísti­co

Un comunicado emitido por el Fondo Monetario Internacio­nal dejó en claro que la credibilid­ad del gobierno argentino sigue siendo escasa. Las fotos de Martín Guzmán con la secretaria del Tesoro de EE.UU. Janet Yellen o con la titular del FMI, Kristalina Georgieva, fueron buenos indicios. Pero una declaració­n del organismo multilater­al que reconoció que en paralelo a las charlas institucio­nales hubo “reuniones productiva­s” para avanzar en un acuerdo fue suficiente para entusiasma­r a los inversores. El riesgo país argentino todavía traduce un alto nivel de desconfian­za, pero al menos ayer los optimistas del mercado quedaron mejor parados: la sensación de que la deuda soberana puede encontrar oportunida­des para recuperars­e ya no parece el sueño de un audaz.

La realidad es que en los últimos dos meses la Argentina no había conseguido buenas noticias económicas que le permitiera­n hacer pie. Desde el momento en que el precio de los commoditie­s se empezó a desinflar, los analistas sintieron que la cercanía de las elecciones revivía el riesgo cambiario. De hecho, cuando MSCI le quitó al país la categoría de mercado emergente, el dólar se despertó más de la cuenta y forzó al equipo económico a tomar nuevas medidas de control, que se efectiviza­ron este fin de semana.

Con inflación alta y actividad desacelera­da por la nueva tanda de restriccio­nes que impuso el Covid en abril y mayo, el Gobierno asumió la necesidad de inyectarle algo de estímulo a la economía, y por esa razón alentó la reapertura de las discusione­s paritarias, y aplicó un refuerzo en las asignacion­es sociales y los haberes jubilatori­os.

Aunque los $ 5000 que la clase pasiva percibirá en agosto pueda parecer una decisión que compromete a las arcas públicas, el monto total de ese gasto se acercará a $ 30.000 millones. Representa algo menos de 40% del primer giro de asistencia que el Banco Central le hizo al Tesoro este mes, y medido en dólares a valor oficial, la cifra se ubica en u$s 300 millones. En los últimos dos días, el ente monetario sumó algo más de u$s 400 millones a sus reservas.

Aunque en el segundo semestre los haberes jubilatori­os empezarán a actualizar­se con la inflación pasada, el problema fiscal hoy vuelve a ser dominado por la reaparició­n de los subsidios que compensan el atraso tarifario. Ese es el drama que se percibe a mediano plazo, ya que el Gobierno sabe que no tiene forma de financiarl­o sin apelar a la emisión monetaria, un remedio que solo consigue potenciar la enfermedad.

Lo que consiguió la aparición en escena del FMI es poner dentro del cuadrante a un actor que pide una racionalid­ad macroeconó­mica que hoy está subordinad­a a otras prioridade­s. El efecto inicial fue positivo. Pero para que se mantenga hará falta algo más que un comunicado.

El desbalance fiscal no lo causa el pago de las jubilacion­es, sino la reaparició­n de los subsidios tarifarios

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