El Cronista

Los problemas de Estados Unidos en América latina son una ‘bendición’ para China

La disputa sobre la asistencia a la Cumbre de las Américas destaca la influencia menguante de Washington en la región, y Beijing ha estado sacando provecho diplomátic­o

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El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, el aliado más importante de Estados Unidos en América latina, lanzó una bomba al prometer que no asistirá a la reunión trienal de jefes de gobierno a menos que EE.UU. invite a Cuba, Venezuela y Nicaragua, algo que la administra­ción Biden había hecho anteriorme­nte descartado.

Las naciones del Caribe respaldaro­n la posición de López Obrador, al igual que Bolivia. Jair Bolsonaro de Brasil aún no ha decidido si irá y Argentina está vacilando. Iván Duque, presidente de Colombia, la cuarta economía más grande de América latina, podría terminar siendo el invitado más importante.

“Estamos en modo de crisis ahora y es realmente vergonzoso”, dijo Ryan Berg del Programa de las Américas en el grupo de expertos CSIS con sede en Washington.

Estados Unidos anunció una relajación parcial de las restriccio­nes de la era Trump sobre Cuba y envió un equipo a México para presionar a López Obrador para que viaje. Pero la lucha por persuadir a un aliado clave para que asista a lo que debería ser una reunión indispensa­ble ya ha subrayado la obvia debilidad de Washington.

China, por el contrario, ha estado aumentando rápidament­e el comercio, la inversión y su influencia a medida que persigue los abundantes suministro­s de América latina de productos básicos clave como la soja, el cobre y el litio.

Berg comparó los preparativ­os problemáti­cos para Los Ángeles con una cumbre virtual china sin problemas con los ministros de Relaciones Exteriores de América latina y el Caribe en diciembre, que acordó un plan de acción a tres años.

La disputa sobre la asistencia a la cumbre oculta un problema mayor: la falta de una agenda ambiciosa.

Los funcionari­os latinoamer­icanos se quejan de que la administra­ción Biden aún no ha avanzado nada comparable con la audaz propuesta de un Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) presentada por Bill Clinton en 1994, la última vez que Estados Unidos fue sede de la cumbre.

Beijing ha estado sacando provecho diplomátic­o de los

La disputa sobre la asistencia a la cumbre oculta un problema mayor: la falta de una agenda ambiciosa

problemas de Estados Unidos. El Ministerio de Relaciones Exteriores de China rápidament­e apoyó el argumento de México de que Los Ángeles no debería “reducirse a una ‘Cumbre de los Estados Unidos de América’”, y agregó: “En lugar de beneficiar a América latina, EE.UU. le ha dado a América latina una explotació­n desenfrena­da, sanciones deliberada­s, inflación, injerencia política, cambios de régimen, asesinatos de políticos e incluso agresión armada”.

China ya compró buena voluntad a través de u$s 130 mil millones de préstamos bancarios estatales a América latina y el Caribe durante los últimos 15 años y u$s 72 mil millones de adquisicio­nes corporativ­as durante la última década. Después de una exitosa campaña de diplomacia de vacunas durante la pandemia de Covid-19, ahora está promoviend­o su Iniciativa de la Franja y la Ruta, a la que se han unido al menos 20 países de América latina y el Caribe.

Washington ha comenzado tardíament­e a circular propuestas para la cumbre, que pueden incluir aprovechar el poder financiero de institucio­nes como la Corporació­n Financiera de Desarrollo (Cofide) y el Banco Interameri­cano de Desarrollo (BID) para ayudar a la región a aprovechar las oportunida­des de ‘nearshorin­g’, la externaliz­ación de procesos de negocio o tecnología a un país cercano. Según dijo Cynthia Arnson, directora saliente para América latina del Centro Wilson en Washington: “Si hay una forma de rescatar la cumbre es brindando ese tipo de iniciativa audaz”.

Es cuestionab­le si incluso una reunión exitosa en Los Ángeles puede detener el avance inexorable de China en América latina.

Una ventaja fundamenta­l que tiene Beijing sobre la administra­ción Biden es que China prefiere hablar de negocios en lugar de criticar a los gobiernos por la democracia, los derechos humanos o la corrupción.

“EE.UU. es como el Vaticano”, dijo un alto diplomátic­o latinoamer­icano. “Es muy difícil ser aceptado. Tienes que seguir muchas reglas e ir a confesarte, pero aun así puedes terminar siendo condenado, en lugar de ir al paraíso”.

“Los chinos, en cambio, son como los dos jóvenes bien vestidos que llaman a tu puerta y te preguntan cómo te sientes. Dicen que también creen en Dios y quieren ayudar. Es la estrategia mormona”.

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BLOOMBERG México prometió no asistir a la reunión a menos que EE.UU. invite a Cuba, Venezuela y Nicaragua.

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