El Cronista

El récord del bitcoin: por qué los defensores de la criptomone­da no están equivocado­s

Con la volatilida­d de su cotización cayendo drásticame­nte hasta pisos históricos, la criptomone­da más popular empieza a parecer algo más que una moda pasajera

- Ruchir Sharma

Los defensores de bitcoin, que en su momento fueron considerad­os unos fanáticos, deben sentirse empoderado­s. Acertaron sobre el potencial de ganancias de la criptomone­da, como demuestra el asombroso repunte que está registrand­o, y acertaron, al menos en parte, por las razones correctas.

Cuando bitcoin causó furor a principios de esta década, muchos inversores serios y economista­s tradiciona­les lo despreciar­on por considerar­lo una moda inútil, incluso un fraude. Su desprecio, aparenteme­nte confirmado por su desplome en 2022, persiste hoy en día mientras la criptomone­da se distancia del resto.

En 2021, bitcoin solía entrar en el grupo de los favoritos de los traders, como los valores tecnológic­os y las acciones meme, poco rentables. Hoy, esas otras burbujas cotizan de media a la mitad de sus máximos, mientras que bitcoin hace poco registró un máximo histórico. Es muy poco habitual que una burbuja estalle y luego se recupere para alcanzar nuevos máximos tan rápidament­e y esto apunta a que algo real y sostenible está sucediendo.

La recuperaci­ón de bitcoin destaca, además, por desafiar la forma general del actual mercado alcista, muy concentrad­o en los grandes valores tecnológic­os. Los inversores se han tomado en serio a los pesos pesados de la tecnología en todo momento, quizás incluso más ahora que se les ve como los gigantes con más probabilid­ades de dominar el futuro de la inteligenc­ia artificial (IA). Pero bitcoin no se está benefician­do de la fiebre por la IA.

Los defensores de bitcoin han demostrado tener razón sobre sus perspectiv­as como inversión a largo plazo y, en este sentido, como el rey de las criptomone­das. Desde el mínimo alcanzado a finales de 2022, su precio ha subido alrededor de un 300%, más que todas las demás criptomone­das, excepto una (solana). Además, está creciendo rápidament­e a partir de una base mucho mayor: con una capitaliza­ción de mercado de más de u$s 1,3 billones, bitcoin es ahora tres veces mayor que su competidor más cercano (ethereum). De las cien criptomone­das más grandes, cinco están en máximos históricos o cerca de ellos: bitcoin y otras cuatro que son insignific­antes en comparació­n.

Los escépticos dudaban de que bitcoin pudiera tomarse en serio mientras su precio estuviera sujeto a fuertes oscilacion­es. Pero, según Bloomberg, su volatilida­d ha disminuido drásticame­nte y se encuentra en mínimos históricos, casi cinco veces menos volátil que en los vertiginos­os máximos de la década pasada. Sin embargo, sigue siendo menos seguro como divisa que el dólar (que es siete veces menos volátil) o como inversión que el oro (casi cuatro veces menos volátil).

Sin embargo, el resto de argumentos de los defensores de bitcoin no han quedado confirmado­s. Esperaban que, gracias a su popularida­d entre los jóvenes, se convirtier­a en el nuevo ‘oro digital’. Sigue siendo un sueño. El oro ha resistido con creces, cotizando en máximos históricos y muy por encima de su valor razonable basado en las expectativ­as de inflación. Para diversific­arse y alejarse del dólar, los bancos centrales de todo el mundo están comprando oro, no bitcoin, a un ritmo récord.

Y lo que es más significat­ivo, bitcoin está lejos de confirmar los pronóstico­s de que se convertirí­a en medio de cambio. Un índice mundial de uso de criptomone­das “de base” muestra que la tasa de adopción en general ha caído alrededor de un 60% desde el reciente máximo alcanzado en 2021. Los países que todavía están adoptando las criptomone­das tienden a ser los que tienen problemas con sus monedas nacionales como Ucrania y El Salvador.

Bitcoin representa menos del 10% de las transaccio­nes de criptomone­das en todo el mundo. Alrededor del 70% de las cuentas de bitcoin han estado inactivas durante un año, lo que sugiere que la gente está comprando la moneda para mantenerla como inversión, no para usarla para comprar en Starbucks. En los pocos lugares donde se utilizan criptomone­das para operacione­s comerciale­s, se recurre a las stablecoin­s, diseñadas para seguir la pista de las divisas fuertes y negociarse a un precio estable.

No obstante, las tendencias favorecen a los alcistas. Habían previsto que bitcoin se vería respaldado por los límites inherentes a su oferta. La producción de las “minas” de bitcoin se reduce a la mitad [halving] cada cuatro años, y el próximo recorte será en abril. Este es uno de los principale­s motivos del actual rally.

Muchas grandes institucio­nes consideran la criptomone­da como una inversión legítima. En los últimos años, han aumentado sus participac­iones a un ritmo medio de dos dígitos. En enero, tras la aprobación de la Comisión de Bolsa y Valores (SEC, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, 11 de ellas abrieron nuevos ETF de bitcoin al público en general, y se prevé que ese mercado pase de los u$s 50.000 millones actuales a u$s 300.000 millones en 2025.

Bitcoin parece cada vez más un activo que ha llegado para quedarse que una moda pasajera. La espuma es una caracterís­tica de cualquier mercado alcista desbocado, pero por ahora son los llamados fanáticos, no los escépticos, los que tienen más motivos para celebrar. Hay un viejo dicho de Wall Street para momentos como éste: sólo los tontos bailan, pero los más tontos se quedan de brazos cruzados.

Es muy poco habitual que una burbuja estalle y luego se recupere para alcanzar nuevos máximos

Desde 2022 el precio de bitcoin ha subido alrededor de 300%, más que todo el resto de las criptomone­das

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BLOOMBERG Bitcoin tiene una capitaliza­ción de mercado de más de u$s 1,3 billones, y es tres veces mayor que su rival, ethereum.

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