El Cronista

Qué nos dice Tiktok sobre la paradoja que amenaza a los mercados

Aunque los inversores creen que pueden prever las perspectiv­as de mediano plazo, se enfrentan a tiempos inciertos, desde el riesgo geopolític­o hasta la caprichosa toma de decisiones en EE.UU.

- Gillian Tett

No hay muchos temas que atraigan el apoyo bipartidis­ta en Washington en estos días. Sin embargo, Tiktok sí. La semana pasada, la Cámara de Representa­ntes aprobó por 352 votos a favor y 65 en contra un proyecto de ley que prohíbe la app a menos que la venda su empresa matriz, Bytedance, con sede en China.

Sin embargo, el Senado o los tribunales podrían bloquear la iniciativa; cuando los legislador­es de Montana intentaron prohibir Tiktok el año pasado, hubo recursos legales. Otra posibilida­d es que Bytedance acuerde una venta, aunque esto podría ser difícil si los problemas antimonopo­lio se ciernen sobre los compradore­s naturales, como Microsoft. Además, Beijing dice que se opone a la venta, probableme­nte porque no quiere perder el control del algoritmo de contenidos de Tiktok (lo que podría considerar­se un problema de seguridad nacional mayor que el almacenami­ento de datos).

En cualquier caso, la votación del miércoles ha dejado a Tiktok en el limbo de una manera que la mayoría de los observador­es no esperaban hace unos meses, dado que esto podría enojar a muchos votantes jóvenes, algo que el Congreso rara vez quiere hacer.

Hay aquí una gran lección para los inversores. Sobre todo, revela una paradoja que ahora acecha a los mercados. Por un lado, el precio de muchos activos, entre ellos la renta variable y la renta fija, ha subido de una manera que sugiere que los inversores no sólo son optimistas sobre las perspectiv­as económicas a corto plazo, sino que también confían en poder prever la trayectori­a a mediano plazo.

Por otro lado, como señala Ángel Ubide, responsabl­e de análisis macroeconó­mico de Citadel, el mundo se enfrenta actualment­e a más peligros a mediano y largo plazo de los que la mayoría de los inversores han visto en su vida, ya sea la política nacional, las tensiones geopolític­as, el cambio climático o la innovación. Abunda una sensación de disonancia cognitiva, lo que crea la posibilida­d de sobresalto­s, buenos y malos.

Pensemos en Tiktok. Los políticos occidental­es suelen describir a esta empresa como una entidad “china”. Sin embargo, como he señalado antes, alrededor del 60% del grupo pertenece en realidad a inversores “internacio­nales”, en su inmensa mayoría estadounid­enses. Se calcula que empresas de capital privado, como Sequoia Capital, Susquehann­a, General Atlantic y Coatue Management, han invertido u$s 8000 millones. Los principale­s fondos de inversión, como Fidelity, T Rowe Price y Blackrock, también están expuestos.

Hace un año, el rumor en los círculos tecnológic­os era que estos inversores iban camino de cosechar enormes beneficios, al menos sobre el papel. Las rondas de recaudació­n de fondos sugerían que Bytedance tenía una valoración putativa de hasta u$s 300.000 millones, y grupos como Fidelity la han valorado entre u$s 260.000 y u$s 320.000 millones.

Además, algunos inversores estadounid­enses clave me dijeron el año pasado que confiaban en poder sortear los riesgos

La Cámara Baja de EE.UU. aprobó un proyecto de ley que prohíbe la app a menos que sea vendida

políticos, sobre todo porque entre sus filas figuran grandes donantes tanto republican­os como demócratas. Jeff Yass, el multimillo­nario cofundador de Susquehann­a, por ejemplo, es un gran donante de grupos republican­os y se reunió con Donald Trump poco antes de que el candidato presidenci­al diera marcha atrás en su postura sobre Tiktok (Trump le dijo a la CNBC que no habían hablado del tema).

Sin embargo, la nueva decisión podría vaporizar miles de millones de dólares de beneficios en papel. De hecho, incluso antes de la votación del miércoles pasado, había señales de que la valoración de Bytedance había caído. Una venta a empleados el año pasado la valoró en u$s 223.000 millones, y me han dicho que algunos fondos la sitúan cerca de los u$s 180.000 millones.

Así pues, Tiktok es en parte una historia sobre el costo de inversión del riesgo geopolític­o. Pero también es una historia sobre la naturaleza caprichosa de la política interna de Estados Unidos, especialme­nte en un mundo en el que la postura política de Trump puede cambiar en un instante y su control sobre los republican­os es impredecib­le.

Un optimista podría replicar que Bytedance es solo un caso idiosincrá­sico. Tal vez sea así: pocas empresas generan este nivel de furia tanto entre los expertos diplomátic­os como entre los padres. Pero sería absurdo suponer que todos los demás activos están a salvo de tales riesgos. Las acciones tecnológic­as, por ejemplo, se han revaloriza­do el año pasado, aunque nadie sabe realmente lo que Trump podría hacer con Silicon Valley si es elegido, o si los gigantes podrían hacer frente a un mayor empeoramie­nto de las relaciones entre EE.UU. y China. Los riesgos políticos en otros sectores también están aumentando, tanto por Joe Biden como por Trump; no hay más que mirar a US Steel.

Y aunque los precios de los bonos del Tesoro han subido, la postura de Trump sobre la política fiscal –y la Reserva Federal– es otro riesgo. Tal vez una segunda administra­ción Trump repetiría el patrón de la primera y externaliz­aría la mayor parte de la toma de decisiones fiscales a la (relativame­nte) mano dura de Steven Mnuchin, su exsecretar­io del Tesoro. Tal vez un Congreso dividido podría bloquear la expansión fiscal. Pero si los republican­os se imponen, todo está perdido, y dado que el propio Mnuchin está intentando organizar un acuerdo con Tiktok, es posible que nunca regrese al Gobierno.

En cualquier caso, la cuestión no es que existan estos riesgos, sino que los inversores se están atreviendo a fijar el precio de los bonos del Tesoro hoy en día no solo en torno a las perspectiv­as de política monetaria a corto plazo (lo que siempre han hecho); también están proyectand­o las perspectiv­as a mediano y largo plazo, algo que, como señaló recienteme­nte el hedge fund Bridgewate­r, no hacían hace dos décadas. Esto parece una tontería.

No es de extrañar, por tanto, que el precio del oro haya alcanzado máximos históricos, junto con su sustituto digital, el bitcoin. La teoría de la inversión implica que un repunte de la “huida hacia activos seguros” es extraño si el precio de los activos de riesgo también sube. Pero el patrón tiene más sentido si los inversores necesitan cubrir un riesgo político insondable. En este sentido, Tiktok es un poderoso símbolo de nuestros tiempos de incertidum­bre, tanto política como financiera.

Beijing se opone a la venta, probableme­nte porque no quiere perder el control del algoritmo de contenidos de Tiktok

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BLOOMBERG Grupos como Fidelity han valorado a Bytedance entre u$s 260.000 y u$s 320.000 millones.

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