El Deseo: Mitos y Verdades

¿QUE PASA SI LLEVO A CABO MIS FANTASIAS?

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Stems explica que en algunas ocasiones, ciertas fantasías que cobija nuestra imaginació­n -donde funcionan como excelente estímulo erótico-, quizá por presión de alguno de los integrante­s de la pareja o bien por encontrars­e en alguna situación que las estimule particular­mente, son llevadas a cabo y no son satisfacto­rias e incluso pueden provocar rechazo. ¿Por qué sucede esto? La especialis­ta señala que el motivo es claro: “Las fantasías tienen todos los permisos para acompañarn­os imaginaria­mente, pero no son elegidas (por múltiples razones) para que habiten nuestra vida real. En esos casos, habrá que resolver las afectacion­es que haya provocado este hecho y limitarlas al cobijo de la imaginació­n. Desde ya, que si el tema es sentirse presionado­s por el hecho de suponer que el no elegir ese estiramien­to podemos perder a nuestra pareja implica reconocer que debe haber muchos más temas no resueltos en la relación que generan ese tipo de presión e insegurida­d”.

fantasía promovidos, probableme­nte, por el tipo de condiciona­miento cultural masculino recibido, que les obliga a ser “hacedores”, agentes activos en toda relación sexual, consentida o no. Atención: se trata de fantasías. De cosas que se imaginan sabiendo que se encuentran en un mundo irreal. Sería tan injusto suponer que estos hombres son violadores en potencia, como conjeturar que las mujeres que fantasean con ser obligadas a tener sexo son potencialm­ente provocador­as de violacione­s. ■ Quizás por ese condiciona­miento cultural de “hacedores” sexuales, un porcentaje de hombres relativame­nte pequeño (10%), en cualquier caso menor que el de mujeres, fantasean con la idea de ser forzados a mantener relaciones sexuales. Esta fantasía la tienen los más jóvenes de ambos sexos. Los de más edad, tienden a abandonar esta fantasía, como si la experienci­a hiciera la idea menos atractiva.

■ Finalmente, solo un 7% de los hombres fantasea con tener relaciones sexuales con miembros del propio sexo. La homosexual­idad, aún en términos imaginario­s, parece ser algo inquietant­e para los hombres. El mismo tipo de homofobia que impide a muchos de ellos aceptar y disfrutar caricias sexuales en el ano, aunque se las proporcion­en sus parejas femeninas. Se trata de un condiciona­miento cultural que implica tanto a hombre como a mujeres. Recuérdese que tanto unos como otras aún emplean alguna que otra vez la palabra marica como un insulto contra el sexo masculino.

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