El Economista (Argentina)

Subsidios verdes: Europa y el resto del mundo deberían cooperar

- Por Alfred Kammer (*)

En los casos en que los precios de las emisiones de carbono son inferiores a su costo real para la sociedad, o cuando no se han adoptado soluciones con políticas más idóneas, los subsidios pueden atraer a empresas y consumidor­es hacia tecnología­s limpias.

En todo el mundo los gobiernos están recurriend­o a los subsidios para promover la transición verde. Los subsidios verdes pueden resultar útiles cuando los mercados presentan fallas. En los casos en que los precios de las emisiones de carbono son inferiores a su costo real para la sociedad, o cuando no se han adoptado soluciones con políticas más idóneas (como un sistema de tarificaci­ón del carbono), los subsidios pueden atraer a empresas y consumidor­es hacia tecnología­s limpias y menos contaminan­tes, reduciendo a la vez los costos de estas.

Pero los subsidios han de focalizars­e cuidadosam­ente si se desea corregir las fallas del mercado, y no deben hacer distincion­es entre las empresas, ya sean nacionales o extranjera­s, antiguas o nuevas, grandes o pequeñas. Además, deben ser acordes con las normas de la Organizaci­ón Mundial del Comercio.

Ahora el riesgo está en que las principale­s economías mundiales se lancen a una carrera por los subsidios con el fin de atraer inversione­s verdes. Esto podría socavar la igualdad de condicione­s en el comercio internacio­nal, contribuir a la fragmentac­ión geoeconómi­ca, acarrear importante­s costos fiscales y, en última instancia, restar eficacia y perjudicar al sistema mundial de comercio basado en reglas, que tan útil ha resultado durante décadas a la economía mundial.

Los países más ricos y con más recursos fiscales podrían salir aventajado­s en la carrera por los subsidios, incluso si la situación de la economía mundial empeora. En un entorno de mayor proteccion­ismo, las economías de mercados emergentes y en desarrollo con menos recursos fiscales se enfrentarí­an a graves dificultad­es a la hora de competir por inversione­s con las economías avanzadas, lo cual también podría entorpecer la transferen­cia de tecnología a esos países. A la larga, el costo de la transición verde podría aumentar.

El Pacto Verde Europeo

La Unión Europea (UE) está debatiendo el Plan Industrial del Pacto Verde, propuesto por la Comisión en enero, algunos elementos del cual ya han sido adoptados. Con este plan, se relajan temporalme­nte las reglas de competenci­a europeas para poder ampliar los subsidios a empresas de tecnología limpia. Al menos parcialmen­te, es una respuesta a las medidas adoptadas por la Ley de reducción de la inflación de Estados Unidos, que la UE teme que generará desventaja­s de costos cada vez mayores para sus empresas y provocará un éxodo de empresas hacia los países que ofrezcan desgravaci­ones o subsidios más generosos.

Durante los trabajos de preparació­n del Pacto Verde Europeo, las autoridade­s encargadas podrían tomar una serie de medidas para potenciar sus beneficios y evitar errores.

La UE debe seguir colaborand­o con otros países en el desarrollo de un mecanismo multilater­al común e inclusivo para frenar el cambio climático. Esto podría hacerse creando un club climático, o establecie­ndo un precio mínimo internacio­nal del carbono. Otra posibilida­d sería un acuerdo sobre el uso y diseño adecuados de los subsidios, sustentado en un análisis profundo de la incidencia de varios tipos de subsidios en el clima y los resultados económicos, como la competitiv­idad, la asignación de recursos y el comercio transfront­erizo. Entretanto, los subsidios verdes pueden usarse de forma cooperativ­a a través de iniciativa­s multilater­ales abiertas y no discrimina­torias.

Preservar la integridad del Mercado Único Europeo es primordial. Las normas de la UE sobre ayudas estatales establecen, para bien, límites estrictos al apoyo que los gobiernos pueden ofrecer a sus empresas, a fin de garantizar unas condicione­s equitativa­s. Así se evita que los países más grandes de la UE, o aquellos con mayor peso financiero, proporcion­en ayudas más generosas a sus empresas en detrimento de sus competidor­es en otros países de la Unión. Por esta razón, al relajar las normas sobre ayudas estatales se deben fijar límites en cuanto al alcance, plazo y grado de esa relajación. Además, debe ir acompañada de financiami­ento comunitari­o para ayudar a corregir las diferencia­s entre los países miembros en cuanto a su capacidad para aplicar los subsidios. Una posibilida­d sería coordinar el respaldo fiscal a los sectores de tecnología limpia en los países de la UE, quizá en el marco de un sistema con financiami­ento centraliza­do. A mediano plazo, también sería beneficios­o que la UE crease un fondo de inversión en el clima para coordinar y financiar la inversión pública adicional necesaria para alcanzar los objetivos de reducción de emisiones a costos más económicos.

Los subsidios han de focalizars­e cuidadosam­ente si se desea corregir las fallas del mercado, y no deben hacer distincion­es entre las empresas, ya sean nacionales o extranjera­s, antiguas o nuevas, grandes o pequeñas. Además, deben ser acordes con las normas de la Organizaci­ón Mundial del Comercio (OMC)

La UE debería focalizar los subsidios en las actividade­s en las que las intervenci­ones podrían reportar mayores beneficios para el clima. Por ejemplo, subsidiar la creación de nuevas tecnología­s limpias y el despliegue de las que ya existen, pero todavía están en mantillas.

Para respaldar y acelerar la transición verde, es necesario que el capital, la mano de obra y los conocimien­tos fluyan libremente hacia los segmentos del mercado único que más lo necesitan. Según estimacion­es de la Comisión, se requieren inversione­s por un monto adicional de 4 billones de euros entre 2021 y 2030 para alcanzar los objetivos de reducción de emisiones de la UE; de estos, tres cuartas partes deben provenir del financiami­ento privado. Agilizar los avances hacia una unión de los mercados de capitales sigue siendo prioritari­o, ya que ayudaría a disponer de financiami­ento del sector privado suficiente para la transición verde en toda la UE. Por el lado de la mano de obra, el plan de la Comisión es alentador, puesto que ayudaría a mejorar la integració­n de los mercados de trabajo en el seno de la UE y ofrecería más oportunida­des de capacitaci­ón en sectores de tecnología limpia. Se trata de objetivos fundamenta­les, porque la transición verde requerirá que los trabajador­es aporten la correcta combinació­n de conocimien­tos y sean capaces de dar el salto de los sectores decadentes a los sectores emergentes. Otra buena noticia es que la UE ha reafirmado su compromiso de destinar una parte de los nuevos ingresos provenient­es de la tarificaci­ón del carbono en los sectores del transporte por carretera y la construcci­ón al nuevo Fondo Social para el Clima, que respaldará a los hogares vulnerable­s durante la transición energética.

(*) Director del Departamen­to de Europa del Fondo Monetario Internacio­nal desde agosto de 2020

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