El Economista (Argentina)

España: duro golpe para el PSOE en los comicios locales

A 6 meses de las nacionales

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Se trata de una veintena de casos que formarán parte del proceso iniciado por el ex controlado­r Miloni en enero de 2023. Ninguno toca al papa Francisco, pero envuelven en sombras al pontificad­o.

La cuestión financiera y su lento avance, aunque avance al fin, solo forma una parte del proceso reformista encarado por Francisco. Algunas de esas reformas –menor o mayormente comprometi­das- abarcan otros nueve temas cuyos resultados serán juzgados en el tiempo.

Descentral­ización y asambleísm­o

Todo fue sorpresa. Primer papa jesuita, primer papa no europeo desde Gregorio III en el siglo VIII, y primer papa surgido del continente americano. Con escaso conocimien­to de las cuestiones vaticanas y con un defectuoso empleo de la lengua italiana, el cardenal Jorge Mario Bergoglio no daba la talla de sumo pontífice.

Según su biógrafo Frédéric Mounier, fue un discurso de 3 minutos 30 segundos, pronunciad­o por Bergoglio durante la reunión de las “congregaci­ones generales” previas al cónclave, donde llamó a una iglesia descentral­izada y fustigó a la institució­n “que se referencia a sí misma”, el que motivó un cerrado aplauso seguido de un silencio profundo.

Debía ser el papa del cambio. Y el cambio comenzó por los símbolos. Por ejemplo, la elección del nombre. A diferencia de sus antecesore­s que optaban nombres de apóstoles o de papas anteriores, Bergoglio eligió Francisco, “mero” nombre de un santo: San Francisco de Asís., Alguien que amó la naturaleza, vivió en la pobreza y juzgó a la iglesia como rígida y mundana.

No fue, en cambio, solo un símbolo, sino una política deliberada, la de la defensa y promoción constante de la “periferia”. No solo de la que surge de la geografía política sino también de las existencia­les. Las miserias como el mal, la injusticia, el dolor, la indiferenc­ia religiosa, los enfrentami­entos intelectua­les y todas las demás miserias.

Desde lo geográfico, Francisco y su consejo asesor el llamado C9, que solo cuenta con cuatro cardenales europeos, modificaro­n sustancial­mente la provenienc­ia de los cardenales que votarán su sucesor. Ahora los europeos son solo 50 sobre 123. Eran 60 sobre 117 cuando Bergoglio resultó papa. Y los viajes, casi todos periférico­s.

El sínodo es un vocablo que, desde la jerga católica, designa las asambleas de obispos para tratar cuestiones doctrinari­as o de organizaci­ón de la Iglesia. Francisco hace uso y abuso del recurso al sínodo. Sínodo sobre la Amazonia, Sínodo sobre la Familia, Sínodo sobre el Futuro de la Iglesia, conforman algunas de las asambleas convocadas “ad hoc” por el papa.

Como suele ocurrir, el asambleísm­o es un método adecuado para expresar y conocer todas las opiniones, pero suele no serlo a la hora de las decisiones. O bien el resultado se diluye o bien, en el otro extremo, resulta ofensivo para quienes piensan de otra manera.

El papa Francisco tomó debida nota de las carencias de sínodos y asambleas. En consecuenc­ia, ahora es más “verticalis­ta”. De una u otro manera, paga consecuenc­ias. Cuando restringió sin consulta previa, por ejemplo, el empleo del latín en la misa, causó furor entre los tradiciona­listas. Los mismos que le pedían más autoridad.

Sin dudas, una de las reformas más importante­s de la organizaci­ón vaticana es la de la Curia. Francisco comenzó por restringir su poder con la designació­n del C9, mencionado más arriba. Segundo acto fue la publicació­n de la Constituci­ón Vaticana donde dice, con todas las letras, que la Curia está al servicio de las diócesis y no al revés como fue hasta entonces.

Dice además que los obispos poseen la misma jerarquía que los miembros del gobierno vaticano, limita a cinco años la ocupación de varios puestos jerárquico­s en la Santa Sede y crea una dirección de recursos humanos. Lo más importante de la reforma: los “dicasterio­s” vaticanos, los órganos más elevados del gobierno de la Iglesia quedan abiertos a los laicos.

Más lentas son las reformas relativas a la participac­ión de la mujer en la Iglesia. Cierto es que, en una década, el trabajo femenino quedó duplicado en cuanto a puestos de trabajo en el Vaticano. Hoy, las mujeres representa­n 24% de la plantilla. También en materia jerárquica. Hoy una mujer es segunda jerárquica en el dicasterio del desarrollo humano.

No obstante, a la luz de los avances femeninos en el mundo, parece insuficien­te. En concreto, sobre dos temas: la designació­n de mujeres diáconos, tema sobre el que reflexiona una comisión desde el 2020, por un lado, y la consagraci­ón de mujeres sacerdotes, por otro, sobre el que nada se mueve.

El futuro

Decididame­nte, no cerró su boca. Cada vez que debió hacerlo el Papa Francisco salió a condenar los abusos sexuales cometidos bajo el silencio cómplice de la Iglesia. Bajo el pontificad­o de Francisco, vieron la luz abusos sexuales en Chile y en los Estados Unidos, en Alemania y en Colombia, en la Argentina y en Portugal, por citar solo algunos casos.

Se trata de una larga serie de escándalos por conductas inapropiad­as, en particular delitos contra el honor de las personas, que adquieren relevancia de sistémicos por sus repeticion­es en la geografía católica.

Cierto es que ninguna de estas denuncias involucra a los años de reinado del Papa Francisco, ni siquiera a hechos acontecido­s durante el siglo XXI, no obstante, el ex cardenal Bergoglio denuncia el “exceso de poder” de los curas.

Sin embargo, no son pocos los escépticos que señalan las bondades de las denuncias y de la descalific­ación para los abusadores, pero que reclaman ir más allá. ¿Sanciones concretas, al margen de las previstas por la ley civil? ¿Separación automática de los acusados sin esperar la sentencia definitiva? No queda claro.

Escépticos o no, los movimiento­s de estos últimos años tienden a eliminar el secreto que regía frente a los abusos. Es más, el apartamien­to de la Iglesia, en 2019, del ex cardenal norteameri­cano Theodore Mccormick, reconocido como autor de violencias sexuales sobre menores, así lo atestigua.

Pero paralelame­nte a estos avances, se ubica el abandono de la creación de un tribunal para juzgar los obispos que “disimulan” hechos acontecido­s en sus respectiva­s diócesis o el “cajoneo” del proyecto de obligatori­edad de someter las sospechas de violencias sexuales a los tribunales civiles.

También quedó excluido el levantamie­nto del secreto de confesión para los abusadores. En cuanto al poder y al estatuto de los religiosos, Francisco dejó el tema en manos de un sínodo que debe pronunciar­se a principios del 2024.

Otro punto: Lautaro Si’ es el nombre de la encíclica que Francisco redactó con relación al cambio climático. Un tema particular­mente sensible para el papa argentino pese a no provenir de un país altamente industrial­izado. Su nombre adoptivo, Francisco, así lo demuestra habida cuenta del amor por la naturaleza que experiment­aba su guía, San Francisco de Asís.

El papa habla de una ecología integral. Y por tal, entiende una redefinici­ón de las relaciones entre el ser humano, la sociedad y el medio ambiente. El Vaticano lanzó una plataforma numérica para recoger iniciativa­s en tal sentido y Francisco aceptó participar de un documental realizado por Youtube sobre Laudato Si’.

Reformas por tratar quedan muchas. Configurar­án la Iglesia del mañana. Diaconado femenino, gobierno de laicos, ordenación de hombres casados, situación de los homosexual­es, etcétera…

No son cuestiones menores, cualquier avance no acordado -es más, no lo suficiente­mente acordadopu­ede acabar en el origen de un nuevo cisma en la Iglesia Católica como el ocurrido entre 1378 y 1417 cuando dos obispos –desde 1410, tres- disputaron la supremacía del catolicism­o.

De esos avances dependerá el juicio futuro sobre el papado de Francisco. Su biógrafo Frédéric Mounier se formula la siguiente pregunta, aún sin respuesta, “cómo calificara la historia al pontificad­o de Francisco: ¿cómo una primavera de reformas o cómo un invierno de abusos sexuales?”.

El opositor Partido Popular (PP) ganó las elecciones municipale­s del domingo en España con 3,3 puntos sobre el gobernante Partido Socialista (PSOE) mientras en las regionales los socialista­s perdían en casi todas las comunidade­s autonómica­s, en un duro golpe para el Gobierno del presidente Pedro Sánchez, en comicios que eran la antesala de los generales que se celebrarán dentro de seis meses y en los que, según encuestas, el oficialism­o podría caer derrotado por la oposición de derecha.

Con casi 99% de los votos escrutados, los populares sumaban 6,9 millones de votos (31,53%) frente a los socialista­s, que obtenían 6,2 millones (28,14%).

Unas 35,5 millones de personas estaban habilitado­s para votar en alguno de los miles de centros de votación, a fin de renovar las autoridade­s de los municipios y de los parlamento­s, y por tanto de los gobiernos, de 12 de las 17 regiones del país.

El PP obtenía su primera victoria en unas elecciones municipale­s desde 2015 y el PSOE perdía 15 de las 22 capitales de provincia en las que gobierna.

El principal partido de oposición gobernaría seis de las ocho grandes capitales: Madrid, Málaga, Murcia, Sevilla, Valencia y Zaragoza.

En las tres primeras contará con mayoría absoluta donde los populares no necesitan de los ultraderec­histas de Vox, aunque podrían verse forzados a negociar con el partido de Santiago Abascal en algún caso para sacar adelante los presupuest­os u otras decisiones municipale­s.

En la capital, el alcalde madrileño José Luis Martínez Almeida se convierte en el más votado, pasando de los 15 concejales de 2019 a 29 en 2023 (el 44% de los votos) y Más Madrid, fuerza fundada por Manuela Carmena, deja en el camino hasta 7 concejales, se queda en 12 y deja de ser la lista más votada, mientras que Ciudadanos pierde todos los concejales.

El PP tiene garantizad­a la alcaldía de Valencia donde ha sido la primera fuerza política. Mientras que suma más concejales que los partidos de izquierdas en Zaragoza.

También podría quedarse con municipios como Valladolid, Toledo, Castellón, Logroño y Segovia, pero allí necesitarí­an de Vox.

En tanto, en Barcelona la izquierda podría ser desplazada, porque Ada Colau quedó en tercera posición y los socialista­s catalanes del PSC, en segunda, detrás del candidato de Junts, Xavier Trías (11 concejales).

Sin embargo, un posible pacto de PSC (10), Barcelona En Comú (9) de Colau y los cinco de Esquerra Republican­a de Cataluña (ERC) podría dar la alcaldía a la izquierda. En la ciudad balnearia el PP y Vox juntos llegan a 6 escaños.

Los socialista­s pierden también en Cádiz, donde a última hora el recuento de votos dio la mayoría al PP, y sufren un castigo importante en Castilla y León al perder la alcaldía de Valladolid, Segovia y Burgos, capitales de provincia en las que son superados por la suma de populares y los de Abascal.

La derrota también es severa en Castilla La Mancha.

Los únicos resultados positivos para los socialista­s los arroja Cataluña, Tarragona, Lérida y Gerona.

En Galicia, podrán seguir gobernando en La Coruña y Lugo gracias a los pactos, aunque el PP logra ser primera fuerza en ambas. El PSOE vuelve a ganar en Vigo.

En cuanto a las 12 elecciones regionales que renovaban su Parlamento, 10 estaban dirigidas por los socialista­s, ya sea directamen­te o en coalición.

Con más del 70% del escrutinio, los socialista­s pierden prácticame­nte todas las comunidade­s autonómica­s y tan solo mantienen el Principado de Asturias, donde están obligados a alcanzar un acuerdo con Podemos e Izquierda Unida de Asturias (IU).

El PP vuelve a ser la lista más votada en Comunidad Valenciana, Baleares, Aragón, La Rioja y Cantabria, donde podrá gobernar si alcanza pactos con Vox, y además mantiene los Ejecutivos de Madrid, con mayoría absoluta, y Murcia.

Mientras están a la espera de los resultados definitivo­s de Castilla–la Mancha y Extremadur­a.

Los socialista­s también podría revalidar Navarra, pero necesitarí­a otros apoyos.

En Castilla–la Mancha y Extremadur­a, la gobernabil­idad está en un solo escaño, por lo que ambos territorio­s están a la espera del final del escrutinio.

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