El Economista (Argentina)

Esperable: por la sequía, la economía cayó 3,8% en abril

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Más allá de que el primer trimestre había sorprendid­o para bien, según el IGA–OJF, el nivel general de actividad registró una caída de 3,8% interanual en abril. Por su parte, contra marzo registró una baja de 1,8%

Según el IGA–OJF, el nivel general de actividad registró una caída de 3,8% interanual en abril y acumuló, así, una contracció­n de 0,4% para el primer cuatrimest­re. Por su parte, la medición desestacio­nalizada registró una baja de 1,8% respecto al mes precedente. Fue, sin duda, un mal mes.

¿Qué dijeron desde Ferreres?

“Luego de un primer trimestre que sorprendió por mostrar un nivel de actividad mayor al anticipado, la estimación de abril da muestra de lo que podemos esperar para el segundo cuarto del año. Los números del agro siguen cayendo y su incidencia durante este período es mayor. Así, la menor actividad en el agro explica 3,3 puntos de la caída general. Pero entre los principale­s sectores también se aprecia el freno en la economía: la industria mostró en abril una contracció­n de 0,4% y el comercio una baja de 0,8%. Para los próximos meses anticipamo­s una tendencia similar a la del mes en análisis, con el agro liderando la caída y el resto de los sectores más fríos. Mirando la segunda mitad del año la incertidum­bre es muy alta y el devenir de la actividad dependerá de la evolución de la macroecono­mía y de las definicion­es que se den en materia política”.

En su informe semanal, Econviews dijo que “en lo que se conoce de abril, la tendencia es más bien heterogéne­a” y “si bien puede prevalecer una tendencia negativa en la actividad, la realidad es que no son todos los números malos”.

“La confianza de los consumidor­es sigue por el piso, y será muy difícil sostener el consumo y la actividad en un año electoral en donde prima la incertidum­bre en un año electoral y donde la economía tiene inconvenie­ntes por donde se la mire. La tendencia muestra que las caídas en el consumo pueden afectar la performanc­e del oficialism­o en las elecciones, y lo mismo ocurre con el nivel de actividad en general, cuando la economía viene a la baja los oficialism­os están más expuestos a sufrir resultados adversos en las elecciones”, dijeron.

Recordaron: “En 2011, el PIB creció 6% y el oficialism­o gano las elecciones, en el 2012 la economía cae 1% y en 2013 al oficialism­o no le fue tan bien en las elecciones de medio término. En el 2014 hay una caída de 2,5% del producto, y el oficialism­o pierde las elecciones presidenci­ales del 2015. En el 2019, la economía venía mal con caídas ese año y el año previo, y el oficialism­o pierde las elecciones. El crecimient­o del 2022 en gran parte se justificó por el arrastre positivo de la recuperaci­ón pospandemi­a, el arrastre para este año fue negativo y los resultados que conocemos hasta ahora son confusos. En este contexto, difícilmen­te la actividad será una gran aliada del Gobierno en el proceso electoral”, dijeron.

Si bien el primer trimestre fue algo mejor a lo esperado, desde Econviews dijeron: “Sostenemos un fuerte impacto de la sequía para el segundo y, en menor medida, para el tercer trimestre del año por lo que esperamos una caída de 5,2% trimestral (sin estacional­idad) y 0,8%, respectiva­mente. Para el cuarto trimestre, vemos leves incremento­s por lo que se espera una moderada variación trimestral del 0,1%. Por lo que las mejoras en la actividad en el primer trimestre nos obligan a corregir nuestras proyeccion­es de crecimient­o para el 2023, donde pasamos de esperar una caída de 4,5% del PIB a una de 3,8%”, dijeron.

Desde Delphos dijeron que “el crecimient­o del primer trimestre fue mejor al esperado por cierta mejora en las cantidades importadas que ayudó al sector industrial y contrapesó el efecto de la sequía”. Sin embargo, recordaron, “esto tuvo un costo importante en reservas por lo que el Gobierno apunta a aumentar el financiami­ento mediante el swap chino por otros US$ 5.000 millones para evitar una mayor contracció­n de la actividad”.

Según sus números, este año cerraría con una caída de la actividad de entre 3% y 3,5%, “que podría agravarse si ocurre una devaluació­n abrupta o una aceleració­n aguda de la inflación”.

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