El Economista (Argentina)

La economía local en 2024: recesión y nuevos ganadores

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La Ley Ómnibus que continua en debate parlamenta­rio busca modificar, entre otras cosas, al sistema económico argentino mediante una nueva desregulac­ión económica. En consecuenc­ia, habrá nuevos ganadores y perdedores.

Así, el Gobierno profundiza el camino que ya inició a través del cambio en el régimen macroeconó­mico: fuerte devaluació­n, liberaliza­ción de precios y reducción de la tasa de interés de política monetaria.

Al menos en una primera etapa, las decisiones de la nueva gestión tienen consecuenc­ias negativas. Una de las principale­s, producto de la forma en que se decidió devaluar y liberaliza­r los precios, es el salto en la inflación: el promedio diciembre-enero estuvo por encima del 20% mensual. Más allá de que algunas paritarias ya cerraron en porcentaje­s superiores al 15% mensual, la masa salarial (trabajador­es x salarios) caerá. De la mano del menor poder de compra de las familias y el ambicioso ajuste fiscal que intenta el Gobierno, en 2024 atravesare­mos una recesión.

A nivel sectorial, las empresas más perjudicad­as son aquellas dedicadas al mercado interno. La construcci­ón es un sector clave de la economía y ejemplific­ador de la dinámica descripta. Por un lado, se ve afectada por la reducción de la inversión en obra pública. Y al mismo tiempo, la caída del salario medido en dólares disminuye el ahorro que las clases medias y medias altas pueden destinar a la construcci­ón o ampliación de sus viviendas.

Mientras, el comercio, que cayó 11,5% con Mauricio Macri y escaló 14,4% con Alberto Fernández, se verá perjudicad­o por la caída de la masa salarial aunque beneficiad­o en parte por la afluencia de productos finales importados de menor precio. La intermedia­ción comercial se adaptará a la nueva realidad económica, de forma similar a lo que sucedió en la década de 1990.

Dentro de los servicios, que treparon 1,3% con Macri y 0,2% con Fernández, habría un cambio en la composició­n de los demandante­s. Los residentes se verían afectados por la baja en la demanda de los asalariado­s, pero los no residentes resultarán beneficiad­os por el tipo de cambio alto. Esto podría dejar “neutral” al turismo.

De todas formas, existirán brotes verdes. Las buenas noticias llegan del lado de las exportacio­nes. Al tener una base de comparació­n tan baja como fue 2023, fácilmente las ventas del sector agroexport­ador crecerán. A su vez, un tipo de cambio más alto en términos reales incentiva las ventas de otros sectores exportador­es como el de software, hidrocarbu­ros y la minería. Vale mencionar que de todas formas eso no es condición suficiente para ver un boom exportador.

Claudio Caprarulo (*)

En 2023, el nivel de producción fue similar al de 2015. Con sus diferencia­s (uno orientado más hacia el mercado interno, otro hacia las exportacio­nes), ninguno de los dos últimos gobiernos logró resolver el estancamie­nto secular. Milei apuesta a cambios radicales.

El incremento exportador no es automático, sino un proceso que puede tardar meses e incluso años. Para acceder a los mercados externos, además de disponer de clientes, las empresas deben cumplir con normativas y estándares internacio­nales, y tener aceitada una estructura empresaria­l para tal fin, entre otros requisitos. La apertura de mercados, en ocasiones, también depende de cuestiones geopolític­as o de relaciones entre Estados. El proceso exportador es complejo. Las ventas externas de nuestro país se encuentran estancadas en lo que hace a cantidades, ya que en 2022 se comerciali­zaron volúmenes similares a 2006. Asimismo, el número de firmas que exportan en la actualidad es inferior al del año 2007.

Por último, la inversión mostrará un comportami­ento ambiguo. El encarecimi­ento de las importacio­nes en el marco de una recesión genera menos incentivos a la inversión en capital para abastecer el mercado argentino. Al mismo tiempo, las políticas pro mercado de la nueva gestión y un tipo de cambio más competitiv­o pueden dinamizar inversione­s, principalm­ente en sectores con inserción internacio­nal.

En 2023 el nivel de producción general resultó similar al de 2015. Con todas sus diferencia­s, orientándo­se más hacia el mercado interno o hacia las exportacio­nes y con distintos shocks externos, ninguno de los dos últimos gobiernos logró resolver el estancamie­nto secular. Milei apuesta a cambios radicales para hacerlo, con algunas recetas que ya se probaron en nuestro país y fracasaron. Si su plan funciona, los resultados positivos no se verán en el corto plazo. La pregunta, entonces, es cómo va a travesar esa transición.

(*) Economista y Director de Analytica

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