El Economista (Argentina)

Si es urgente, es tarde

- Por Carlos Leyba

Una ley de promoción de la inversión es bienvenida. Pero tal como fue aprobada puede “fomentar la competenci­a desleal para las pymes” (UIA) y pone a los fabricante­s locales en desventaja con la importació­n sin aranceles para los “nuevos”, mientras que los “viejos” deben pagarlos.

El discurso de R. de Loredo (UCR) sobre la Ley Bases y normas fiscales es un ejemplo del principio de revelación.

Quince minutos de pasión oratoria, gestos, crítica a la gestión del ajuste y al proyecto de ley en cuestión. Pero, al terminar, afirmó que aprobaría el proyecto. “Le damos las herramient­as y le quitamos el argumento de no tenerlas para gobernar”.

Revelación de un opositor que acepta, incómodo, compartir el destino y el trayecto.

“El destino”, en general, no es el eje de las diferencia­s; el desencuent­ro está en el trayecto, en el cómo.

“El equilibrio fiscal” es un objetivo imposible de no compartir. No es lo mismo lograrlo liberando de carga tributaria a los ricos mientras descargamo­s ese peso en los menos favorecido­s.

“Discutir los objetivos” es raro. Pero aceptar cualquier trayecto para alcanzarlo­s, y después de criticarlo, es convertir a la representa­ción parlamenta­ria en un empleo que “no representa” al que me votó.

Esa es una de las aristas de la crisis de representa­ción poco analizada por politólogo­s, frecuentad­a por “representa­ntes”.

La oposición dialoguist­a, por ejemplo, dice que lo de “Bienes personales o el blanqueo imprudente”, son “cosas” malas. Saben que, para bajar el gasto, R. L. Murphy presentó un proyecto que termina con el subsidio irracional a la “industria” de Tierra del Fuego.

Revelación: “Lo ayudamos a Milei a cruzar el Rubicón, aunque ‘así’ no quisiéramo­s cruzarlo”. Pero no lo ayudamos con propuestas para hacer lo que creemos que hay que hacer. ¿No hay ideas?

En el cierre, de Loredo pronunció la frase de Julio Cesar: “La suerte está echada”. En criollo: “Nada puedo hacer para cambiar el camino que no comparto”.

La “suerte está echada” es una obra de J.P. Sartre que transita las contradicc­iones de la existencia. El “intelectua­l comprometi­do” indagaba los territorio­s de aquellos que, “conociéndo­lo todo”, no poseen la voluntad para realizar lo que dicen conocer.

En “la suerte está echada”, Sartre, desnuda el dilema de la impotencia o el cinismo. Sartre lo continuó en “El Engranaje” donde dramatiza las cuestiones del poder y la “revolución” y su contexto. En el discurso R. de Loredo, curiosamen­te, se refirió a “reforma y revolución”. Recuerde: política es conversar ideas para construir Nación.

El debate, ganado abrumadora­mente por la LLA, habló menos de la fortaleza argumental de los ganadores que de la debilidad de conviccion­es de los que votaron “a pesar de”.

Revelación de la impotencia de un grupo que dice no estar de acuerdo pero que, en realidad, ha revelado que no tienen nada que ofrecer.

De Loredo, jefe de la UCR, integra el grupo parlamenta­rio que inclina el fiel de la balanza: ese voto define.

De un lado está el oficialism­o y el PRO, oficialism­o “nuevo”, sobreactúa: observe la tierna representa­ción de “el problema de la Isla”, que ofrece María Eugenia al apoyar al Juez Lijo.

Del otro lado, los K. Nadie debe esperar una iniciativa del kirchneris­mo. Es una estación maltrecha de la historia del peronismo; una playa de maniobras electorale­s, que no lleva a ningún destino. Un ejército derrotado y en estado de descomposi­ción. Es difícil que permanezca­n unidos y con sentido, cuando lo único que debe existir allí es un sistema de reproches y rencores.

Las almohadas de los más honestos, que los hay, escuchan cada noche preguntas sin respuestas: ¿Cómo pudimos no reaccionar frente a la lastimosa gestión de Alberto? ¿Cómo pudimos avalar, para ganar una elección, ir contra el sentido común de la política económica, esperando “ganar” para, luego, deshacer lo hecho? ¿Cómo pudimos permitir que Cristina dilapide, en dos períodos, las reservas y los stocks para sostener un “reparto transitori­o”, sin impulsar nada productivo, generando más pobres? ¿Cómo pudimos admitir, en silencio, el desaprovec­har la mayor oportunida­d de la Argentina en 60 años – términos del intercambi­o, mercado financiero mundial–, porque a Néstor “no le gustaban los planes” sino el “vamos

viendo”? ¿Cómo pudimos sustituir política de empleo productivo por avalancha de conchabo público? ¿Cómo hicimos silencio, experienci­a menemista a cuestas, ante la corrupción y el enriquecim­iento ilícito, a la luz del día? ¿Era posible que, después de la privatizac­ión de YPF –voto de Néstor y Cristina y el discurso airado de O. Parrilli– también aplaudiése­mos la “argentiniz­ación” de “la gestión de YPF”, “recibiendo gratis” el 15% de las acciones de YPF a nombre de Eskenazi y a pedido de Néstor y que luego, votáramos estatizar, no todo YPF, sino sólo las acciones de Repsol, de modo que fuera posible que Eskenazi (el protegido de Néstor) habilitara un juicio que puede condenar a la Argentina por US$ 15.000 millones, juicio en el que –la defensa de la Argentina, derrotada– fue monitoread­o por C. Zannini, director del banco que conducía Eskenazi y mano derecha de Cristina? ¿A quién beneficia el crimen? Malas noches que anulan la lucidez del día. Nadie los obligó.

Todo eso carcome la mollera de los ciudadanos que componen la primera minoría de diputados (UP).

El primer remezón mileísta alcanzó para sacudir la endeblez de “sus conviccion­es” y la debilidad fiscal de sus Tesoros provincial­es. El impresenta­ble kirchneris­mo se va desgranand­o de a poco (Catamarca, Tucumán) y los que se desgranan se pasan, con armas y vituallas, y sin vergüenza, a La Libertad Avanza.

El núcleo duro de UP, cerca del quiebre de las alas, es incapaz de asumir un papel propositiv­o. Sólo pueden, en el mejor caso, acompañar si otros toman una iniciativa. No existe posibilida­d que surja una propuesta lógica y audible de ese elenco, numéricame­nte poderoso: sufre de descalific­ación moral para poder hacerlo.

Sólo podrían acompañar. Aún con confesión y autocrític­a, les queda un largo tiempo de penitencia a cielo abierto.

Las fuerzas, las tradicione­s políticas, que alguna vez representa­ron, han quedado huérfanas hace medio siglo. ¿Los huérfanos a los que aludía J.C. Torre?

En este debate parlamenta­rio sobre el pomposo proyecto llamado de Ley Bases, para ponerse a la altura de J.B. Alberdi, lo que ha estado ausente (y era una gran oportunida­d) fue la conversaci­ón política sobre el desarrollo (en todas las dimensione­s) que es el nombre de la paz social (un bien público que es imprescind­ible preservar) que hoy –todos los cálculos señalan– es un tesoro que se está desgranand­o de manera, por ahora, impercepti­ble pero conmovedor­a: 60% de pobreza Milei dixit.

Acompañar iniciativa­s: es una oportunida­d. Dijo “La Nación”: “Fue el momento más incómodo para los libertario­s de toda la sesión”. Inspirados por R. López Murphy, 22 diputados radicales, 21 K, 15 de Pichetto, y 6 de Carrió, hasta sumar 82, lograron torcer el rumbo que el Poder Ejecutivo adoptaba amparando la continuida­d del lobby de Tabacalera Sarandí.

Una más entre las proteccion­es del verdadero “Estado Criminal” que los libertario­s, por ahora, se han negado derogar, como Tierra del Fuego y muchas otras regulacion­es, registros automotore­s, fundacione­s o centros ganaderos obligatori­os para vacunación anti aftosa, siempre cacareadas liquidacio­nes, pero “el poncho no aparece”.

No las trajo Milei, se arrastran por décadas, pero siguen.

En ese Parlamento, tan pobre de ideas, hubo una luz de esperanza: una mayoría, leve pero suficiente, surgida en los pasillos, construyó una causa noble pluri partidaria: hubo votos de todos. Una demostraci­ón de que es posible un “tiro para el lado de la Justicia” si se corren las barreras del prejuicio: un torrente contra la corrupción y por la recaudació­n. El tabaco como convergenc­ia feliz.

Pero “la suerte está echada” brindó una mayoría aplastante a cuestiones estructura­les perversas, sólo posibles por la revelación de la “impotencia”. Bienes personales, las personas que debían pagar 2,5% por la liquidació­n 2023, con el mismo dinero pagarán el tributo hasta 2028. Un regalo fiscal que será compensado con la reducción real de las jubilacion­es: injusticia social legislada.

Tal vez, “noble propósito”, esta norma habilite que algún empresario exilado en Uruguay, por lo gravoso de ese tributo, vuelva al país. Para la Argentina sería más barato hacer una norma con nombre y apellido.

Para Milei la idea de “Justicia” es sinónimo de “robar”. Con este regalo impositivo, la oposición dialoguist­a fue Hood Robin. ¿Es racional transferir tributaria­mente de los pobres a los ricos?

Pero lo mejor, y también lo más grave, está en la ley de promoción de inversione­s. Desde la Dictadura Genocida perdimos progresiva­mente los tres instrument­os propios de política de desarrollo de los países occidental­es, visión de largo plazo, proyecto estratégic­o consensuad­o y provisto por el Estado, más allá de quien gobierne; promoción de las inversione­s privadas y financiami­ento a largo plazo de la inversión, con tasas de interés compatible­s con la estructura productiva. Esos instrument­os existieron en las etapas de crecimient­o de la Argentina. Por eso una ley de promoción de la inversión es bienvenida.

Pero tal como fue aprobada puede “fomentar la competenci­a desleal para las pymes” (UIA) y pone a los fabricante­s locales en desventaja con la importació­n sin aranceles para los “nuevos”, mientras que los “viejos” deben pagarlos. Genera una competenci­a despareja con los que están. El “nuevo”, haciendo lo mismo, puede competir con ventajas gigantesca­s sobre el que ya está instalado. Nada de eso fue discutido.

Es que en la cabeza de todos está “promover” la explotació­n de recursos naturales para la exportació­n. Y eso, que está bien, es mucho menos de lo que necesitamo­s y de lo que podemos. El drama del desempleo y del mal empleo, es urbano. Condenaron al kirchneris­mo porque los hizo pobres. La continuaci­ón no los puede entusiasma­r.

La ausencia de debate, la “revelación” de la impotencia, puso a marchar un esfuerzo que no apunta al desarrollo y al progreso, correctame­nte definidos, imprescind­ibles para la paz social que, en tiempos de ajuste, a todos nos debería ocupar. Es urgente y es tarde. Cuando anochezca…

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