APRENDE A CONVERTIRTE EN TU PROPIO ANALISTA DE SUEÑOS
¿DE QUÉ MODO SE PUEDE INDAGAR EL INCONSCIENTE?, ¿CÓMO DESENTRAÑAR LOS MISTERIOS QUE ENCIERRA?, ¿DE QUÉ FORMA PENETRAR EN ESA MISTERIOSA RED ASOCIATIVA QUE SUBYACE EN LOS ACTOS MÁS TRIVIALES Y MÁS TRASCENDENTES DE LA VIDA DE UN INDIVIDUO?
Sigmund Freud contestó a todas estas preguntas de manera definitiva: “Los sueños -dijo- son la vía regia de acceso al inconsciente”. Pero, ¿có
mo liberarse de las trabas que impone la conciencia para alcanzar los tesoros del inconsciente? Al cabo de sus estudios, fue dando diferentes respuestas a esta pregunta.
En un principio se valió de la hipnosis, de ciertas drogas e incluso de lo que hoy se conoce como “imposición de manos”. En efecto, colocando sus propias manos sobre la cabeza del paciente, creyó encontrar una forma de penetrar en ese misterioso mundo inconsciente que había permanecido oculto para la ciencia durante siglos.
Con el tiempo, sin embargo, desechó cada uno de estos métodos y se quedó con la asociación libre. Todos tenemos la capacidad de asociar libremente, pero esta actividad, que se ejercita y se agudiza con la práctica, necesita de la presencia de un otro que la haga posible, dado que, siempre que asociamos, lo hacemos para otro, para alguien. Y ese alguien es, sin duda, el analista.
Ahora bien, los tratamientos psicoanalíticos suelen ser largos y costosos y tienen ciertas implicancias que exceden el análisis de los sueños. No vamos a incursionar en el terreno que es propio de la psicología. En cambio, sí vamos a tomar de la práctica de los psicoanalistas su método particular para analizar los sueños, que ha demostrado ser, desde los tiempos de Freud, una excelente herramienta de autoconocimiento.
Vos podés montar tu propio consultorio y transformarte en tu propio analista; esta afirmación no puede resultarle excesiva a nadie, y mucho menos a los profesionales del campo de la psicología, dado que el propio Freud postulaba el autoanálisis como una forma de arrojar claridad sobre las tinieblas del inconsciente. La idea es poder sacar a la luz todos los conflictos y las inquietudes más íntimas, ambas cuestiones que nos resultan imposible hacer en un estado consciente.
El desdoblamiento entre analizado y analista
Quienes tienen cierta práctica en el método analítico saben por experiencia que los sueños comienzan a adquirir sentidos insospechados ni bien empiezan a ser referidos en la sesión de análisis. Este hecho obedece a que la asociación libre necesita de un otro, de un auditorio “conformado por una sola persona”. En este sentido, puede decirse legítimamente que la asociación libre es una suerte de diálogo, un “monólogo en compañía”.
Por lo tanto, para convertirse en el analista de uno mismo, se impone producir un desdoblamiento que nos transforme a la vez en actor y público.
Para lograr este desdoblamiento, o sea la escucha propia y el análisis, procedé de la siguiente forma:
A) Contate el sueño a vos mismo
Esta sugerencia, que parece tan sencilla de cumplir, no lo es tanto. En efecto, no tenemos la práctica de relatarnos cosas a nosotros mismos. Nos transmitimos ideas, impresiones, sensaciones, pero todo esto no tiene la forma de una narración, como sí la tiene el sueño.
Los relatos siempre nos vienen de afuera: de los amigos, de los conocidos, de los parientes, de los libros, del cine, de la radio, de la televisión, etcétera. Y, como es fácil comprobar, estos relatos tienen una voz audible. Por lo tanto, para narrarse a uno mismo, es preciso respetar la siguiente premisa.
B) Contátelo en voz alta
Este paso es sumamente importante dado que, al escucharte a vos mismo, automáticamente operarás el desdoblamiento entre analizado y analista. En efecto, serás a la vez dos personas, el que habla y el que escucha. Vos mismo podrás comprobar muy fácilmente que escuchar la propia voz es una experiencia nueva y sumamente enriquecedora.
Acostumbrarse a emplear este método requiere cierta práctica y, por supuesto, cierto tiempo, por lo que al principio podrás emplear algunos recursos que te ayuden a concretar el desdoblamiento. Si no te sentís cómodo, en principio, relatándote el sueño a vos mismo, podés valerte de recursos adecuados, como ser un grabador.
C) Utilizá un grabador
Grabá el sueño. Este acto se llevará a cabo fuera de la sesión de autoanálisis, por lo que quedará excluida de ella. La sesión comenzará en el momento en que vos aprietes play y comiences a escuchar tu voz. Con el tiempo, podrás prescindir de esta ayuda extra y podrás relatarte los sueños sin la mediación de este recurso técnico.
D) Metete en la piel del analista
Por el hecho de contar tu sueño, vos te colocarás naturalmente en el lugar del analizado. Ocupar
el lugar del analista te demandará un esfuerzo extra. Para lograrlo, además de escucharte deberás tratar de asumir progresivamente su rol.
Cada vez, por ejemplo, que tu relato se interrumpa o se produzca un silencio, asumí el papel del analista y preguntá a tu analizado:“¿qué asocia con esta imagen?”, “¿qué puede asociar con este personaje del sueño?”, “¿a qué le remiten los objetos aparecidos?”.
Dado que vos estarás dramatizando una situación, podés valerte de algunos recursos escénicos que emplean los actores para construir un personaje; en síntesis, no omitas ningún detalle que pueda enriquecerla y hacerla más verosímil. Por ejemplo, cada vez que hagas hablar al analista, diferencialo del analizado por la postura corporal o por algún otro rasgo. Vos estarás, como analizado, recostado en una cama o un diván, y no podrás sentarte a la cabecera tal como lo hace el analista. En cambio, sí podrás adoptar actitudes que te acerquen a un analista: cruzar las manos, usar una determinada inflexión de voz o una frase característica, cruzar una pierna, etcétera.
La importancia de la posición
Aunque mucha gente toma el hecho de acostarse en un diván para acceder a su inconsciente como una expresión banal y casi folclórica de la institución del psicoanálisis, este detalle no es caprichoso y tiene una importancia fundamental.
En efecto, el hecho de no verle la cara al analista, según las apreciaciones que Freud hizo en su época, permitía a la vez contar con la escucha de un otro pero no inhibirse con su presencia. En el caso específico del análisis de los sueños, además, estar acostado resulta la posición ideal, en tanto recrea la posición en que suelen tenerse las imágenes oníricas. Otra ventaja suplementaria es la relajación.
Existe, además, otra razón muy importante que pocos especialistas han tenido en cuenta y es sin duda la posibilidad de que los ojos tengan un determinado campo visual para recorrer: parte de la pared y del cielo raso, dos superficies planas que permiten, por un lado, lograr una mayor concentración, ya que acotan de manera definida el repertorio de objetos, texturas y colores, y de este modo acotan también los estímulos que recibe la conciencia. Por otra parte, las superficies planas se presentan
como “llanuras” por las que los ojos pueden vagar mientras se va desenrollando naturalmente la madeja del sueño.
Es preciso tener en cuenta que ciertas actividades de carácter automático facilitan la concentración. Esta es la razón por la que la mayor parte de la gente hace dibujos en un papel mientras habla por teléfono. La mirada sobre el techo sería el equivalente de este tipo de dibujo, que nos permite la concentración absoluta en lo que escuchamos porque produce la reducción drástica de nuestro campo de intereses.
La importancia de la “escenografÍa”
“La mancha de humedad de la pared me permitía que mi conciencia se perdiera en los meandros de los sutiles ríos que tenía dibujados, mientras mi inconsciente afloraba estimulado porque la vigilancia estaba distraída”. Estas palabras de un soñante recogidas en el libro del especialista en sueños Mark Douglas, dan cuenta de la importancia de la “escenografía” del consultorio de análisis de los sueños.
Otro soñante refería en el mismo libro cuánto le había facilitado el análisis de sus visiones oníricas el hecho de que el techo tuviera moldura. “Recorrerlas con la vista es hacer un movimiento similar al
que hago cuando asocio y cuando recuerdo, y esto facilita tanto la asociación como la irrupción de mi pasado en mi presente.”
Es recomendable, por lo tanto, que lo que veas al acostarte para relatarte a vos mismo tu sueño sea una porción de pared y de cielo raso que posean algún tipo de línea que facilite algún recorrido: una moldura, una mancha, el marco de un cuadro, etc. Es cierto que, en cualquier pared, por lisa que sea, pueden descubrirse pequeñas manchas, imperfecciones y rugosidades que permitan el “paseo de los ojos”, pero si son poco evidentes, tener que descubrirlas requerirá una dosis mayor de energía que no resultará beneficiosa para el análisis.
También es importante que te sientas cómodo, esto es que no tengas demasiado frío ni demasiado calor, dado que éstas serán sensaciones corporales que atentarán contra tu atención.
Por último, una luz tenue y un ambiente sin ruidos te ayudarán a llevar a cabo exitosamente la
sesión en la que vos serás tu propio analista.
¿Cómo relatar el sueño?
Lo importante al relatarse a sí mismo el sueño es que lo hagas sin ningún tipo de inhibición y que te guíes por ciertas premisas básicas:
Decí todo lo que se te ocurra en el momento en que se te ocurra. Este es el mejor modo de ir tejiendo una red asociativa que te permita develar el contenido latente de tu sueño. Permitite hacer conexiones en el momento que te vengan a la mente.
No le temas a las asociaciones por absurdas que puedan aparecer ante tu mente consciente. Dado que en el sueño la contradicción no existe porque cada cosa puede ser ella misma y a la vez otra, no ejerzas ninguna censura sobre tus asociaciones, aunque te parezcan absurdas.
Perdé el miedo a las palabras. Si en el relato del sueño precisás recurrir a un vocabulario soez o subido de tono, no temas hacerlo. Lo importante de las palabras, cuando se trata de acceder al inconsciente, no es su sentido objetivo sino, sobre todo, su sentido subjetivo, vale decir la connotación afectiva que las palabras tienen para vos.
Establecé de antemano la duración de la sesión. Aunque las sesiones de análisis duran unos cincuenta minutos, a los efectos de analizar sólo los sueños este tiempo puede reducirse. Vein
te minutos te bastarán, aunque no agotes el sentido de tus imágenes oníricas en ese lapso. Es preferible que tengas varias sesiones diferentes en días distintos, a que hagas sesiones demasiado prolongadas. Saber que sólo se dispone de un tiempo determinado induce a hablar para decir todo lo que se desea expresar. Es muy importante establecer un límite temporal para la sesión.
¿Qué se debe esperar de cada sesión?
Alcanzar el sentido de un sueño es el fruto de un largo proceso de interpretación que se va cumpliendo a través de diferentes etapas. Por otra parte, este proceso jamás se cierra del todo, porque siempre es posible descubrir “algo más en un sueño”.
Como analista, tendrás el derecho de interpretar los sucesos de tus sueños de acuerdo con el material que aporta el analizado. Realizá esta interpretación en voz alta, asumiendo plenamente tu rol. Del mismo modo, hacé a tu “analizado” todas las preguntas que creas pertinentes para el esclarecimiento del sueño. Cuando la sesión haya terminado, al cabo de veinte minutos, levantate del diván o de la cama sintiéndote el analizado y despedite de tu analista hasta la siguiente sesión. Abandoná el espacio físico en que llevaste a cabo la sesión.