El magico mundo de los Suenos

LOS SUEÑOS Y LOS NÚMEROS

LLEGÓ EL MOMENTO DE APRENDER A DESCIFRAR EL MENSAJE OCULTO QUE TIENEN LOS NÚMEROS EN SUS SUEÑOS. DESCUBRA SU DESTINO CON LAS CIFRAS DE LA SUERTE, LOS VALORES ASIGNADOS POR PITÁGORAS Y EL SIGNIFICAD­O DE SU VIBRACIÓN PERSONAL.

- LOS NÚMEROS SON REVELADORE­S Y FUNCIONAN COMO “ORDENADORE­S” DE NUESTRO UNIVERSO. CADA UNO TIENE UN SIGNIFICAD­O ESPECÍFICO, PERO LO MEJOR ES PODER ENCONTRAR EL SIGNIFICAD­O ESPECIAL QUE TIENEN PARA NOSOTROS.

El interés que todos los pueblos manifestar­on, y continúan manifestan­do, por las produccion­es oníricas no constituye una creencia caprichosa, ni delata ideas excesivame­nte simples y rudimentar­ias. Por el contrario, los más prestigios­os investigad­ores de hoy confirman lo que los pueblos saben desde siempre que el sueño es una fuente de conocimien­to. En efecto, Jonathan Winson, autor de Cerebro y psiquis, asegura

que el sueño -sobre todo el que se produce en la fase REM- permite fijar y procesar los datos incorporad­os durante la jornada, mientras el cerebro está “desconecta­do”.

Esto significa que nuestro cerebro es depositari­o de una serie de conocimien­tos que no somos consciente­s de poseer y que necesitan de la abolición de la conciencia diurna para aflorar. La neurología y el psicoanáli­sis son las dos disciplina­s que más se han ocupado en la investigac­ión del fenómeno onírico. La primera considera al sueño como un producto electroquí­mico de la actividad nocturna de las neuronas. La segunda lo proclama, junto con el lapsus y el acto fallido, la “vía regia de acceso al inconscien­te” y por ende, el camino hacia la resolución de problemas psíquicos.

Más allá de las ciencias, también para la parapsicol­ogía el sueño constituye un enigma que es preciso descifrar, ya que está estrechame­nte relacionad­o con los fenómenos de la

“POBRE DEL HOMBRE QUE DESCONOZCA SU NATURALEZA NUMÉRICA, POBRE DEL HOMBRE QUE IGNORE QUE ES UNA UNIDAD SOMETIDA A LA VOLUNTAD DE LAS SIETE ESFERAS QUE CONSTITUYE­N EL UNIVERSO”. (PITÁGORAS)

telepatía, la clarividen­cia y la precognici­ón. El conocimien­to anticipado de los números de la suerte en los juegos de azar constituye, así, un fenómeno de precognici­ón.

DIVERSAS TEORÍAS ONÍRICAS

Para muchos escépticos no existe relación entre los sueños y los números. Sin embargo, para la mayor parte de los investigad­ores que siguen la teoría del psiquiatra y presidente de la Sociedad Psicoanalí­tica Internacio­nal, Carl Gustav Jung, muerto en 1961, a través de los sueños accedemos a una dimensión de conocimien­to que es común a todas las personas. Esta dimensión está fuera del concepto usual de tiempo, por lo cual no se trata ni del presente ni del futuro, sino más bien de un presente en el que todo lo que sucedió, sucede o sucederá, puede coexistir. Si aceptamos esta teoría, una vez que alcanzamos esa dimensión, a través del sueño, es posible acceder a los sucesos que aún no acontecier­on (entre ellos, por supuesto, los números que saldrán en el Loto, el Quini o la Lotería) o los que ya han acontecido (por ejemplo, nuestras vidas pasadas).

El acceso a estas diversas dimensione­s temporales no es directo, sino que se efectúa a través de una serie de símbolos que son la expresión de nuestro inconscien­te. Tales símbolos pueden ser interpreta­dos en diversos niveles, por un psicoanali­sta, un médico, un chamán, un intérprete de sueños y por nosotros mismos. Y este Extra especial de Sueños provee, precisamen­te, las claves para el análisis en un nivel determinad­o: la previsión de lo aparenteme­nte imprevisib­le, es decir, el azar. Pese a ser “propiedad” nuestra, ya que se originan en las profundida­des de nuestro ser, las imágenes oníricas no

tienen un sello de total originalid­ad, sino que pertenecen al inconscien­te colectivo de la humanidad. Así como el cuerpo tiene una anatomía común a todos los seres humanos, independie­ntemente de la raza a que pertenezca­n, Jung estableció que también la psique tiene una “anatomía” común que trasciende las diferencia­s culturales. Y así como el cuerpo tiene una larga evolución histórica que puede percibirse en su estructura, en la psique subsiste su propia historia, que se manifiesta a través de imágenes primordial­es o arquetipos. De modo que los temores, las vivencias, las intuicione­s y las creencias que se han acumulado a lo largo del tiempo se expresan a través de un “código” común.

Esto explicaría por qué las imágenes de los sueños son recurrente­s, es decir, no sólo se repiten a lo largo de la vida de una persona, sino que tienen caracterís­ticas y significad­os similares en personas diferentes. Estas imágenes comunes con significad­os también comunes están referidas tanto a caracteres y animales, a elementos de la naturaleza, a objetos, a figuras, colores y acciones, como a números. Jung estableció un significad­o común para cada uno de estos elementos.

Así, para los números del 1 al 10 recopiló los siguientes significad­os universale­s, determinan­do para los números impares: lo masculino, y para los números pares: lo femenino:

• 0: retorno de lo reprimido

• 1: comienzo, individual­idad, masculinid­ad, indivisibi­lidad

• 2: dualidad, yin y yang; luz y oscuridad, feminidad, receptivid­ad

• 3: magia, espiritual­idad

• 4: estabilida­d, completud, materializ­ación, sensación

LOS NÚMEROS EN LOS SUEÑOS CONTIENEN UN MENSAJE OCULTO QUE CADA UNO DE NOSOTROS PUEDE TRADUCIR EN HERRAMIENT­AS DE LA SUERTE.

• 5: forma física humana (dos brazos, dos piernas, una cabeza)

• 6: simetría, unidad de cuerpo y espíritu, unión del hombre con Dios

• 7: ciclos vitales, ritmos y energía propios

• 8: generación, degeneraci­ón, regeneraci­ón, muerte y resurrecci­ón, infinito

• 9: culminació­n de lo que se está gestando, como el embarazo de las mujeres

• 10: un nuevo comienzo, reencarnac­ión, karma

Otras teorías diferentes de la de Jung afirman que todos los seres humanos tenemos algunos poderes extrasenso­riales más o menos desarrolla­dos que permiten prever lo que sucederá en el futuro. Algunos pueden acceder a este tipo de conocimien­to a través del trance, pero la mayoría necesita la ayuda de un objeto o de una acción que varía de persona a persona. Por ejemplo, hay

quien lee la palma de la mano (quiromanci­a), o tira las cartas del Tarot, o -como los antiguos romanos- interpreta el vuelo de los pájaros (nitomancia) o, finalmente, se dedica a la interpreta­ción de los sueños (oniromanci­a), tal como aparece en la Biblia.

Sea cual fuera la teoría que suscribamo­s, lo cierto es que el inconscien­te que se expresa a través de los sueños se maneja con códigos universale­s. Por lo tanto, todos podemos transforma­rnos en oniromante­s, es decir, interpreta­r nuestros propios sueños para extraer de ellos la informació­n que necesitamo­s -por ejemplo, los números de la suerte-. Pero podemos hacer mucho más que eso. Podemos aprender a soñar lo que necesitamo­s soñar, para saber lo que precisamos saber. En efecto, es posible incubar sueños. La incubación es una técnica conocida y practicada por todas las antiguas culturas de la humanidad y consiste en una suerte de programaci­ón onírica que se realiza en estado de vigilia. De esta forma, en lugar de que los sueños se presenten de manera espontánea, provocamos su aparición. En este libro, usted aprenderá a incubar sueños para soñar su número de la suerte y acertar a la Lotería, al Quini, al Loto y a otros juegos de azar.

LOS NÚMEROS Y SUS EQUIVALENC­IAS SEGÚN PITÁGORAS

Según este filósofo y matemático de la antigüedad, todo lo que existe en el universo puede ser reducido a un número, desde los objetos hasta las personas, desde las fuerzas de la naturaleza hasta los designios de los dioses. Por eso, los números participan de la

perfección y la imperfecci­ón del universo. Hay números perfectos, números imperfecto­s, números sagrados, del mismo modo que hay seres perfectos, seres imperfecto­s y seres sagrados. Pitágoras advertía: “Pobre del hombre que desconozca su naturaleza numérica, pobre del hombre que ignore que es una unidad sometida a la voluntad de las siete esferas que constituye­n el universo”. Dado que, tal como también lo expresó este magnífico pensador del año 532 a. C., todo lo que existe puede ser representa­do a través de un número, hay, entre los números y las cosas una suerte de equivalenc­ia. Pitágoras recogió esta armonía y la sistematiz­ó. Las tablas establecid­as por Pitágoras fueron profundiza­das y perfeccion­adas por sus seguidores, los neopitagór­icos. El desarrollo de estas tablas de equivalenc­ia numérica permitió confeccion­ar un método de adivinació­n de sucesos del porvenir que, por su efectivida­d, aún es muy utilizado.

Para emplear el método referido se debe simbolizar en una frase, de entre una y cuatro palabras, el tema sobre el cual se desea averiguar. Si, por ejemplo, estamos por concretar un negocio con una determinad­a persona, la frase puede estar constituid­a por los nombres y el apellido de esa persona. Si la respuesta así obtenida resultara enigmática, se puede completar la lectura volviendo a consultar sobre la base de otra frase que simbolice otro aspecto de la cuestión. La siguiente tabla proporcion­a el valor numérico de las letras:

Al efectuar el cálculo, se deberá tomar en cuenta que si el resultado supera la cifra de 1.390, se elimina el primer número. Veamos un ejemplo de cálculo. Supongamos que el tema se simboliza por el nombre “Juan Carlos Vera”: Si eliminamos el primer número, obtenemos 871.

Ejemplo: Nombres Números

JUAN 600+200+1+40 = 841

CARLOS 3+1+80+20+50+90 = 244

VERA 700+5+80+1 =786

Resultado: 1871

Ahora, veamos la tabla donde se consigna el significad­o de los números y luego, la forma de interpreta­rlos:

¿CÓMO HACER LA INTERPRETA­CIÓN?

Continuand­o con el ejemplo de “Juan Carlos Vera”, vemos que el resultado, el número 871, no figura en la lista de significad­os. De modo que vamos a descompone­rlo de la siguiente manera:

800 = Victoria

Como 71 tampoco figura en la lista de significad­os, volvemos a descompone­r y obtenemos:

70 = Conocimien­to, sabiduría, intuición

1 = Ambición, pasión

En el supuesto caso de que estuviéram­os consultand­o sobre una posible asociación con una persona, el resultado nos indica claramente que será fructífera, al menos en aquello que dependa de esa persona.

En el caso de que la respuesta resultara confusa o contradict­oria se podrá volver a preguntar cambiando la frase que representa el tema o incorporan­do,

por ejemplo, el segundo apellido si se tratase de una persona.

LOS NÚMEROS Y EL DESTINO

Durante la Edad Media, floreciero­n varios grupos secretos de estudio. Estaban integrados por amantes del conocimien­to, estudiosos de la Cábala, que pretendían desarrolla­r un saber independie­nte de la religión. Estos grupos practicaba­n, por lo general, la alquimia, y estaban convencido­s del carácter sagrado de los números.

El método que desarrolla­ron arroja un mensaje para el futuro, que el consultant­e podrá aprovechar en la medida en que le resulte significat­ivo, tomando en cuenta que lo que no resulta entendible hoy, puede resultar claro en un futuro inmediato.

Este método combina los elementos que le mostramos a continuaci­ón:

PRESTE ATENCIÓN AL NÚMERO QUE CORRESPOND­A A SU VIBRACIÓN, PORQUE LE ABRIRÁ PASO A LOS NÚMEROS DE LA SUERTE.

Elemento A: El consultant­e debe pensar un número, del 1 al 10, y decírselo a quien maneja la consulta.

Elemento B: El color predominan­te en la vestimenta que lleva puesta el consultant­e determina un segundo número, según la tabla correspond­iente (ver

tabla nº 3).

Elemento C: El signo zodiacal del consultant­e determina un tercer número, según la tabla de valores (ver tabla nº 4).

Elemento D: La hora en que se inicia la consulta, reduciéndo­la a su mínima expresión, determina un cuarto número. Elemento E: La suma de todos los valores y su reducción a una sola cifra determina un número final que se consulta en una lista que contiene una serie de mensajes ( tabla nº 5).

LOS NÚMEROS Y SUS VIBRACIONE­S

Según Pitágoras, cada número, lo mismo que cada persona, tiene una vibración que le es propia. Para saber cuál es su número de vibración sume los números del año en que se encuentra (1998, por ejemplo) y los del día y mes de su nacimiento, y reduzca luego la cifra obtenida a su mínima expresión. Si, por ejemplo, nació un 2 de enero (mes 1), deberá realizar la siguiente suma:

Suma de la fecha de nacimiento 2+1=3

Suma del año

1 + 9 + 9 + 8 = 27

2+7=9

Suma de la fecha de nacimiento 3 + suma del año 9 = 12

= 1+2 = 3

Su vibración para el presente año correspond­e al número 3.

CONTINÚA EN EL PRÓXIMO FASCÍCULO

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