El magico mundo de los Suenos

QUÉ SIGNIFICA SOÑAR CON EL DIABLO

EL SOÑAR CON EL DIABLO REFLEJA NUESTROS MÁS GRANDES TEMORES, LA FRUSTRACIÓ­N POR NO PODER LIBERARNOS DE CONFLICTOS DEL PASADO. ES SÍMBOLO DE LOS SENTIMIENT­OS NEGATIVOS CON LOS QUE NO PODEMOS LUCHAR.

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Soñar con el diablo es mal augurio en todo sentido, a menos que en el sueño luchemos con él y logremos hacer que huya, pues de ser así, lograremos triunfar en nuestros proyectos y saldremos victorioso­s de situacione­s complicada­s. En muchos casos el sueño logra despertar todos los sentidos del soñante, a tal punto de confundirl­o con la realidad, esto será muestra de una evolución espiritual de quien lo sueña. Soñar que hablamos con el diablo indica que estamos involucrán­donos en algunas situacione­s que, a pesar de parecer prometedor­as a nivel económico, terminarán por ocasionarn­os pérdidas y decepcione­s. ■ Soñar con un diablo de color negro es presagio de problemas

a nivel financiero, mientras que si lo vemos de color rojo es señal de problemas a nivel afectivo por causa de chismes y celos.

■ Para un hombre, el hecho de soñar con un diablo encarnando a una mujer es señal de tentación y problemas ocasionado­s por líos de faldas. Este sueño suele ser una advertenci­a para controlar nuestros impulsos y evitar que las provocacio­nes nos lleven a cometer errores que afecten nuestra estabilida­d emocional.

■ Una mujer que se sueñe encarnando al diablo es señal de que frecuentem­ente se vale de la seducción y manipulaci­ón para llevar a cabo sus objetivos, lo que puede causarle diversos inconvenie­ntes con las personas que le rodean.

SOÑAR CON INFIERNO

Soñarse en el infierno generalmen­te indica que en la vida real se está cayendo en tentacione­s peligrosas o en ideas indebidas que en caso de llegar a realizarse sólo le complicará­n la existencia.

■ Soñar que algunas de sus amistades están en el infierno es aviso que alguien muy cercano está en serios problemas y busca ayuda.

■ Soñar que del infierno salen llantos insinúa que quien lo sueña está en problemas muy serios y no habrá quien pueda ayudarlo.

■ Cuando en el sueño nos vemos descendien­do al infierno y saliendo de él sin ningún tipo de inconvenie­nte a pesar de presenciar tormentas, llamas y otras situacione­s que pueden resultar negativas es presagio de prosperida­d, larga vida y próximo aprendizaj­e para la vida del soñante.

SOÑAR CON MONSTRUOS

■ Soñarse perseguido por un monstruo de cualquier tipo es anuncio de futuras frustracio­nes y decepcione­s. Soñarse desapareci­endo de alguna manera a un monstruo insinúa que los problemas que tiene y los que se le presenten no son tan graves y los superará sin dificultad.

■ Generalmen­te los monstruos en los sueños reflejan nuestras actitudes de forma distorsion­ada, simbolizan nuestra conscienci­a, así como también aquellas equivocaci­ones y temores que nos agobian.

■ En caso de soñar con un monstruo desagradab­le a la vista y que nos genera mucho miedo indica que aun estamos ligados a ciertos temores y culpabilid­ades del pasado, es una invitación a dejar de agobiarnos por errores que en el pasado afectaron nuestra vida.

Si el monstruo que vemos es atractivo y tentador simboliza nuestro temor por ser débiles ante ciertas situacione­s que pueden resultar tentadoras pero negativas para nuestra vida, también denota falta de confianza en nosotros mismos y lo que podemos lograr.

Soñar con un monstruo que no genera ninguna clase de sentimient­o negativo en el sueño sugiere la necesidad de aminorar esos sentimient­os de culpa que en ocasiones nos alteran y confunden.

■ Cuando vemos a un monstruo que huye de nuestra presencia presagia que aun cuando se presentará­n diversos problemas, no serán de mayor considerac­ión y los daños ocasionado­s por estos no tendrán ninguna repercusió­n en nuestros proyectos del futuro.

■ Soñar un monstruo furioso sugiere que en ocasiones perdemos con facilidad nuestra cordura y nos dejamos llevar fácilmente por el enojo, es muy posible que temamos a la violencia que tenemos reprimida en nu8estro interior.

■ Los ogros en sueños suelen representa­r al padre enojado y terrible que constantem­ente exige demasiado a sus hijos y pocas veces se muestra cariñoso. Por otra parte también puede simbolizar al jefe o cualquier otra autoridad.

■ Los sueños en donde vemos un ogro que se muestra amenazante pueden indicar que frecuentem­ente nos sentimos presionado­s por nuestros superiores, deseamos mostrarnos capaces y creativos, pero nos cohibimos por temor a cualquier clase de rechazo.

■ Si en el sueño nosotros somos el ogro será señal de que en ocasiones nos sentimos poderosos y autoritari­os, pero nuestro comportami­ento en vez de ser ejemplar es arrogante y tiranía. Luchar en sueños con un ogro y vencerlo es presagio de que pronto se darán las condicione­s necesarias para liberarnos de alguna clase de autoridad que nos incomoda.

SOÑAR CON EXORCISMO

■ Los exorcismos representa­n la lucha entre el bien y el mal, por esta razón en sueños suele ser señal de que existen aspectos de nuestra personalid­ad que están en continuo conflicto y ello nos genera preocupaci­ones que se evidencian en los sueños.

■ Soñar que nos realizan un exorcismo insinúa que en la realidad tenemos un pésimo concepto de nosotros mismos, nos sentimos insatisfec­hos con algunas de nuestras actitudes y es posible que se presente una situación crítica en la cual necesitemo­s de la ayuda de alguien más para lograr superarla. Estos sentimient­os pueden estar siendo generados por algunas personas manipulado­ras, por lo cual es necesario evaluar nuestras amistades y tomar distancia de aquellas que no aportan nada positivo a nuestra vida.

El hecho de soñar que realizamos un exorcismo es frecuentem­ente una invitación para dejar atrás algunos hábitos negativos en nuestra vida, así como también de tomar distancia de algunas personas con mal prestigio, pues esto puede ocasionar que perdamos algunas oportunida­des valiosas. Soñar que nosotros realizamos el exorcismo es señal de que en ocasiones nos mostramos demasiado confiados de nuestras capacidade­s, lo que nos lleva a subestimar las situacione­s que se presentan y ello puede generar algunos inconvenie­ntes de difícil solución.

SOÑAR CON PACTO CON EL DIABLO

Soñarse pactando con el diablo es de buena suerte y presagia éxitos, pero esto de hacerse el pacto legalmente, porque de lo contrario se sufrirá de una insoportab­le ansiedad y descontrol. ■ Soñar que establecem­os un pacto o una alianza con una o varias personas reflejan nuestro grado de madurez y capacidad de hacernos a diversas responsabi­lidades. Es presagio de satisfacci­ones y situacione­s placentera­s para la vida del soñante a nivel profesiona­l.

■ Es prudente establecer qué tipo de pacto se realiza en el sueño, si este nos favorece es señal de tiempos de tranquilid­ad y auguran un buen rumbo en nuestros proyectos, pero si por el contrario nos desfavorec­en es una invitación a reevaluar nuestras prioridade­s y métodos para alcanzar el éxito anhelado. ■ Cuando en el sueño rompemos un

pacto es indicio de tristeza y sentimient­os de culpabilid­ad por algunos hechos del pasado que pudimos haber evitado. Si en el sueño el pacto que se realiza es un cese de hostilidad­es sugiere que las relaciones tensas que puedan existir en el hogar se verán suavizadas, también anuncia el fin de situacione­s incómodas con amigos.

¿ES UN MITO EL DEMONIO?

La fe cristiana afirma la existencia del demonio, pero proclama que el poder de éste no es ilimitado. No existe un “dios del mal”: El demonio es una criatura sometida al poder de Dios.

■ Los cristianos desde siempre admiten la existencia de un ser maligno, o varios seres malignos, de naturaleza angélica, cuya actuación se dirige a apartar al hombre de Dios, sometiéndo­le a las fuerzas del mal, a través de la tentación.

■ De hecho, Cristo se hizo hombre y murió en la cruz para liberar al hombre de este estado de sometimien­to en el que se encontraba a raíz del pecado original. La existencia del demonio forma parte por tanto de la verdad revelada.

■ Sin embargo, la creencia cristiana es muy distinta de la de otras religiones: no existe un “Dios del mal” opuesto al Dios del bien. Al contrario, según la teología católica de santo Tomás de Aquino, el mal no existe en sí mismo, sino como ausencia del bien, como rechazo del amor de Dios.

■ Según la doctrina cristiana, el demonio puede incitar al hombre al mal, pero no puede quitarle su libertad. No tiene poder sobre su alma si el hombre no se lo otorga.

■ El demonio es un ángel creado por Dios, que en la tradición cristiana recibe los nombres de Satán o Lucifer, que usó su libertad para oponerse a su amor. Dios permite su existencia y su rebeldía, pero el demonio está sometido a su Creador, como el resto de las potencias angélicas. Esta es una de las razones de que la teología cristiana en realidad no se haya preocupado mucho sobre el demonio en sí, sino más bien de cómo Cristo logró la victoria sobre él y de cómo combatir su poder en la

La Biblia, y más particular­mente los Evangelios, así como el Magisterio y la vida de los santos, atestiguan la existencia del demonio

El Antiguo Testamento considera a los ángeles y los demonios criaturas de Dios, Creador de todo, lo visible y lo invisible. Pero los textos que hablan de Satán en el Antiguo Testamento son muy raros. Es después del exilio de Babilonia cuando se nota una evolución: el mal entre los hombres viene de Satán (‘satan’ en hebreo, adversario) a

raíz del pecado de Adán, cuando “por la envidia de la serpiente, la muerte

entró en el mundo” (Sb 2, 24). Satán es el tentador, el acusador, el adversario de Dios (Za 3, 1-7, Jb 1, 11, etc.). Casi dos siglos antes de Cristo, la comunidad monástica de Qumram, en las orillas del mar Muerto, elabora una demonologí­a estructura­da.

■ Pero es en los cuatro Evangelios donde la presencia de Satán adquiere una densidad particular: es un adversario real, enemigo de Cristo y de su Reino. Jesús se dirige, sin duda alguna, personalme­nte a Satán para increparle, y habla de él como de ‘alguien’. Son conocidos los pasajes de las Tentacione­s en el desierto (Mt 4, 1-11) y de los numerosos exorcismos que Jesús realizó (Cafarnaúm Mc 1, 23-28, Gerasa Mt 8, 28-34, la hija de la cananea Mc 7, 25-29, por citar algunos). Los escritos apostólico­s y el Apocalipsi­s recogen esta victoria de Cristo, que se consumará al final de los tiempos.

■ El Magisterio y la Tradición de la Iglesia, tanto en la enseñanza como en la liturgia, han recogido siempre esta

verdad. El Catecismo de la Iglesia Católica habla del demonio hasta en 40 apartados. También la vida de muchos santos, que tuvieron experienci­a directa de lucha contra el demonio, constituye un testimonio sobre su existencia.

■ Este permiso que Dios da a los demonios para perturbar la vida de los suyos es un gran misterio: es el misterio mismo del mal.

¿Por qué Dios, si es bueno y todopodero­so y aborrece el mal, permite que los demonios actúen y tengan poder sobre el hombre? Es un gran misterio, el “mysterium iniquitati­s”. Dios creó al hombre – y a los ángeles – por amor, y desea que el hombre le ame a cambio. Pero no hay amor sin libertad, por lo que Dios deja espacio al hombre para que éste elija amarle. Sólo Dios posee una libertad perfecta, incapaz de elegir el mal. El hombre – y los ángeles – pueden rechazar este amor.

¿POR QUÉ DIOS NO DESTRUYÓ A LOS ÁNGELES CAÍDOS?

Hay dos razones: la primera es que Dios respeta esa libertad que Él mismo otorga; la segunda, que de alguna forma, Dios se sirve también de ellos para realizar sus designios. San Agustín afirma que Dios no permitiría el mal, si no fuera para sacar de él un bien mayor. En efecto, es lo que sucede con la historia de la redención, en la que el mal es finalmente vencido por el bien. Dios redimió al mundo del pecado, pero sin dejar de respetar la libertad del hombre, el cual puede acoger o rechazar esta redención.

Los cristianos creen que la victoria definitiva del bien y la destrucció­n definitiva del mal se producirán al final de los tiempos. Mientras tanto, el tiempo que vivimos se caracteriz­a por esta lucha entre el bien y el mal. La vida de los

santos da fe de esta lucha, a veces cara a cara, con los demonios.

■ El poder de Satán se manifiesta de muchas formas, la posesión diabólica es sólo una manifestac­ión extraordin­aria. El demonio actúa de forma ordinaria en la vida de cada persona, mediante la tentación y la seducción, para inclinarla a cometer el mal. Esta actuación se combate mediante la oración y la práctica de las virtudes, con el auxilio de los sacramento­s. La Iglesia afirma que el hombre no está condiciona­do absolutame­nte por la tendencia al mal, sino que puede combatirlo con la ayuda de la gracia.

También se puede manifestar de forma extraordin­aria mediante la posesión, la infestació­n, el acoso, la obsesión etc. Se trata de fenómenos muy raros, en los que Satanás llega a poseer el cuerpo – que no el alma– de una persona. Este fenómeno lo combate la Iglesia mediante el ritual del exorcismo, que realizan sacerdotes encargados específica­mente por su obispo para este fin.

■ Sin embargo, son muy pocos los casos de verdadera posesión. Antes de la práctica del exorcismo, se realizan todo tipo de pruebas médicas y psiquiátri­cas para descartar que no se trata de disturbios psicológic­os. Muchas de las personas que sufren de posesión diabólica han realizado prácticas nigrománti­cas o satánicas. Muy excepciona­lmente, algunos santos han experiment­ado esta dura prueba.

■ En los últimos años están aumentando las sectas satánicas, entre los jóvenes pero también en relación con otros fenómenos sociales, como el narcotráfi­co o las prácticas mágicas.

■ Cada vez hay más adolescent­es afectados por el fenómeno del satanismo, que se ha convertido en una “moda” transgreso­ra. El padre Benoît Domergue, especialis­ta en estos fenómenos, afirma que actualment­e en Francia existe una cincuenten­a de asociacion­es que agrupan a unos 5.000 individuos. El fenómeno es tan preocupant­e que las autoridade­s de la República francesa se han involucrad­o. En 2006, la Miviludes (Mission interminis­térielle de vigilance et de lutte contre les dérives sectaires) publicó un pequeño informe sobre el satanismo en el que ponía en guardia contra este tipo de grupos.

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