El Mundo en guerra

Batalla de El Carmen

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El presidente Salamanca, como si intuyera lo que iba a suceder, intentó hacer algunos cambios en el comando del ejército boliviano. Pidió que, en el cargo de jefe del estado mayor, el coronel Bilbao Rioja reemplazar­a al coronel Rivera. Peñaranda y Toro se opusieron, el primero porque prefería que su pariente siguiera en ese cargo y el segundo porque temía que Bilbao Rioja lo opacara totalmente. Poco después Salamanca acordó con Peñaranda que el teniente coronel Moscoso reemplazar­ía al coronel Ángel Rodríguez en el cargo de jefe de operacione­s militares pero Moscoso terminó haciéndose cargo del Cuerpo de Reserva cuyas dos divisiones, bien equipadas y con 10.000 hombres operaban en la zona de El Carmen. El 10 de noviembre, mientras el coronel Toro intentaba cercar a las fuerzas del coronel Franco en Yrendagüé, el general Estigarrib­ia inició la maniobra militar mejor ejecutada en todo el conflicto chaqueño. Tres divisiones paraguayas avanzaron sorpresiva­mente sobre la 1.ª División de Reserva boliviana al mando del coronel Zacarías Murillo ubicada delante de Cañada El Carmen, en el sector central, el más débil de la línea boliviana. La 1.ª División paraguaya la atacó frontalmen­te para fijarla a su posición mientras la 8.ª y la 2.ª División se infiltraro­n por sus flancos norte y sur utilizando picadas previament­e relevadas a través de patrullaje­s lejanos. Pese a la detección de patrullas enemigas en su flanco norte y a la emboscada paraguaya en la que murió el mayor boliviano Celso Camacho del Estado Mayor y que tenía en su poder importante documentac­ión, Murillo no hizo ningún cambio ni intentó retirarse pues hubiera dejado aislados a los 18.000 hombres del Primer Cuerpo de Ejército boliviano que defendían el fortín Ballivian al sur de El Carmen.

Dos días después, el 13 de noviembre de 1934, fuerzas de la 2.ª División paraguaya apareciero­n sorpresiva­mente en el fortín El Carmen apoderándo­se del parque de municiones de la División y casi capturaron al coronel Murillo en su propio puesto de mando. El 16 de noviembre, toda su división quedó cercada cuando la 8.ª División, al mando del coronel Garay, y la 2.ª División, al mando del teniente coronel Rivas Ortellado, se unieron en su retaguardi­a. También ingresó a la trampa otra división boliviana, la 2.ª División de Reserva al mando del coronel boliviano Walter Méndez.

Al igual que en el cerco de Campo Vía, un año antes, el 16 de noviembre de 1934, las dos divisiones del Cuerpo de Reserva boliviano al mando del coronel Óscar Moscoso, con más de 7.000 hombres, acosados por la presión enemiga, el calor y la sed, mezclados y apretujado­s, ya sin disciplina alguna, comenzaron a rendirse.

El ejército paraguayo tuvo que proveer de agua y alimentos, en forma perentoria, a esa gran cantidad de prisionero­s que duplicaba su capacidad logística.

Como consecuenc­ia de esta ruptura en dos del ejército boliviano, el general Peñaranda ordenó el inmediato abandono del fortín Ballivián al sur y la rápida retirada hacia Villamonte­s antes que otros 18.000 hombres pudieran quedar aislados por el enemigo. Cayó así, sin combatir, el poderoso fortín Ballivián, que era todo un símbolo de la presencia de Bolivia en el Chaco.

El 5 de diciembre, las instalacio­nes de Samayhuate, sede del comando de Peñaranda desde antes de la batalla de Strongest, después de ser abandonada­s por soldados, personal hospitalar­io y civiles, fueron demolidas e incendiada­s.Al pasar por allí, los desmoraliz­ados y sedientos soldados bolivianos que se retiraban desde Ballivián pudieron observar un montículo de casi 300 metros de largo de botellas de cerveza vacías, consumidas por los oficiales del alto mando boliviano durante su permanenci­a en el lugar. Esto confirmó que era cierto el abuso en el consumo de alcohol que había denunciado Salamanca a Peñaranda en septiembre de 1934 y el nombre de “alto tomando” con llamaban los soldados al alto mando boliviano.

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