Ciudadanos guerreros
✓ Aparte de los caballeros, la idea de una cruzada tenía que ser atractiva para los soldados rasos de infantería, arqueros, escuderos, y todos los no combatientes necesarios para dar apoyo a las unidades de caballería o a los caballeros en campaña. El hecho de que el ideal atrajera a la gente común, incluidas las mujeres, viene ilustrado por acontecimientos tales como el ejército popular liderado por el predicador Pedro el Ermitaño que se formó y logró llegar a Constantinopla en 1096 d.C. Ese ejército irregular, conocido como “Cruzada popular”, fue enviado rápidamente por Alejo I Comneno hacia Asia Menor donde, al no tener en cuenta los consejos bizantinos, sufrió una emboscada y fue aniquilado por un ejército selyúcida cerca de Nicea, el 21 de octubre de 1096 d.C.
✓ Además del prestigio y el honor de ‘llevar la cruz’, así llamado porque los cruzados lucían un emblema en el hombro de su túnica o capa, había algunos beneficios prácticos para los ciudadanos de a pie, al menos en el siglo XIII, que incluían una moratoria en el servicio feudal, un trámite rápido de los pleitos antes de su partida, una exención de ciertos impuestos o peajes, una prórroga en la devolución de las deudas e incluso un perdón de la excomunión.
Tal como señala el historiador C. Tyerman en su libro Las guerras de Dios, en muchos aspectos 1095 d.C. fue el 1914 d.C. de la Edad Media – una tormenta perfecta de indignación moral, ganancia personal, propaganda institucional política y religiosa y sed de aventuras, todo combinado para animar a la gente a abandonar sus casas y embarcarse en un viaje peligroso hacia un destino del que no se sabía nada y donde se podía encontrar la gloria y la muerte, o simplemente la muerte. El fervor no se disipó, sino que más bien, el éxito de la Primera Cruzada y la recuperación de Jerusalén el 15 de julio de 1099 d.C. inspiró a más gente a ‘llevar la cruz’. La idea de ir a las cruzadas se difundió a empeños tales como la liberación de la Península Ibérica de los musulmanes (la Reconquista), o los ataques en Europa a minorías como los judíos, paganos y herejes (las Cruzadas bálticas). Se crearon órdenes de caballeros para defender los territorios ganados en Oriente Medio, y se aumentaron continuamente los impuestos para financiar las cruzadas que siguieron, al ir alternando los ejércitos musulmanes y cristianos sus éxitos y fracasos, que mantuvieron ocupados a los cartógrafos durante los cuatro siglos siguientes.