El sitio del Cusco
✓ Túpac Amaru había recibido noticias de un próximo ataque contra Tinta, razón por la cual retornó con rapidez y sin encontrar obstáculos a Tungasuca, donde es recibido triunfalmente el 17 de diciembre. Buscando mantener las ventajas logradas de Quiquijana, Sangarará y Lampa, decidió anticiparse y pasar a la ofensiva. Con la eficaz ayuda de su esposa, Micaela Bastidas, y un grupo de sus capitanes, el jefe rebelde inició los preparativos para la gran expedición contra el Cusco.
El ejército revolucionario contaba por aquel entonces con aproximadamente un millar de fusiles, también fundían pequeños cañones y fabricaban pólvora, rejones y otras armas menores. Sus efectivos se componían de unos 5.000 hombres armados y entrenados, acompañados por un grupo mucho mayor que aumentaría con los reclutamientos de gente de los alrededores. El 20 de diciembre, Túpac Amaru ordena la partida de su ejército con rumbo a la ciudad del Cusco. Avanzando con rapidez por la provincia de Quispicanchi, siguió la ruta de los pueblos de Pomacanchi, Sangarará, Acomayo, Yanacocha, Urcos y Andahuaylillas. Antonio Castelo lideraba un grupo más pequeño de vanguardia a través del valle con la orden de reclutar, atacar fuerzas realistas, saquear haciendas y rodear la ciudad por el norte. Cayendo en una maniobra de distracción de Antonio Castelo, los realistas enviaron tropas a Angostura, la entrada al Cusco desde el valle del Vilcanota. Marchando ligeros y acostumbrados a la empinada topografía del área, Túpac Amaru y gran parte de sus tropas evitaron al enemigo tomando una ruta menos directa a través de los imponentes picos de montaña al sur del valle. Pese a su número, llegaron rápida y silenciosamente al Cusco, ciudad que sitiaron levantando su volumen, gritando, cantando, tocando tambores, encendiendo fuegos artificiales y disparando armas, logrando intimidar a todos aquellos que los veían u oían. Según un testigo, la montaña “parecía el lomo de un puercoespín, con 40.000 rebeldes que servían como espinas”.
El 4 de enero, Túpac Amaru ordena la movilización de sus tropas para bordear la ciudad iniciándose la batalla del Cusco, que se prolongaría por una semana. Ambos lados se enfrentaron en cruento combate mano a mano, añadiéndose las armas y los cañones a la carnicería. La hueste revolucionaria atacaba con bravura y tenacidad, alentada por Túpac Amaru, jinete de un caballo blanco y copartícipe de todos los riesgos del sitio. Del mismo modo, la plana mayor de los defensores del Cusco cumplía sus deberes con eficacia, destacando la participación del obispo y el alcalde. Reforzados por 8.000 hombres comandados por el corregidor de Paruro y sus caciques fieles, los efectivos que defendían la ciudad pasaban de 12.000 soldados.