ELLE (Argentina)

¡AGOTADAS!

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GRACIELA MAYA

Todas las mujeres somos distintas, pero a todas nos pasan las mismas cosas. A bordo de un taxi, la frase de Maitena volvió a repicar en mi cabeza. Un hombre decía por la radio que las mujeres vivimos agotadas; casi una frase hecha a la que nunca había puesto en su justo valor. ¡Es cierto! Me cayó la ficha.

Trabajamos igual que ellos, tenemos la misma tensión y la misma presión. Pero, además, nos despertamo­s cada tres horas para darle de mamar al bebé, cocinamos, hacemos la lista de compras (si los mandamos sin lista compran exactament­e todo lo que no es imprescind­ible), conseguimo­s la niñera y le indicamos qué y cómo debe darles de comer, más los teléfonos de toda la flía. (por si acaso), preparamos la vianda para el que va al colegio, ¡y somos las únicas que nos damos cuenta de que hay que lavar las cortinas, pedir turno al médico y llamar a la abuela! ¡Hasta la cartera pesa 5 kilos! Y hacemos con ella un millaje increíble.

La lista continúa: ir a la peluquería, hacer gym, comprar ropa para todos, estar lindas, preparar la presentaci­ón del presupuest­o y los nuevos objetivos para este año… Pero todavía falta: llegar a la cama ¡y tener ganas!

Pedimos ayuda a nuestros maridos y muchos se muestran dispuestos a colaborar. Pero ése es nuestro verdadero problema. ¿Por qué? ¡Porque no lo hacen como nosotras! Si pusieron el lavarropas, nuestra adorada camisa blanca saldrá gris gracias a una media azul que se les escapó en el montón. Nunca encuentran lo que tienen delante de los ojos y, si por milagro se les ocurre cocinar unas papas, no dudes de que siempre les quedarán un poco crudas.

Todo queremos hacerlo a nuestra manera y nadie lo hace mejor que nosotras. No largamos nada y vivimos agotadas. El periodista Jorge Fernández Díaz decía en su programa que a las mujeres nos pasa lo mismo que le pasaría a cualquiera que se prepara para irse a una isla desierta. Empieza a cargar el barquito y coloca la compu, el cargador, ropa de abrigo para la noche, repelentes, botas de goma, la carpa, algunos libros, combustibl­e para encender el fuego, botellas de agua, alguna bebida para tomar mirando el atardecer, el colchón inflable… Al fin el barco naufraga.

Y sí: vivimos agotadas “porque todo lo tenemos que hacer nosotras” como nos gusta repetir. Es necesario aprender a soltar.

Quizá deberíamos pensar como recomienda la canción de los Stones “no siempre se puede conseguir lo que se quiere, pero si intentas puedes conseguir lo que necesitas”.

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