ELLE (Argentina)

“QUEDATE TRANQUILA”

- DANIELA CECCATO

“Cada vez que la mujer menstrúa, aparecen la desilusión, la angustia, la frustració­n”, simboliza Santiago Gómez, psicólogo de Decidir Vivir Mejor. Gómez enumera que a la ansiedad típica de la búsqueda de un embarazo, cuando se confirma esa intuición de que algo no anda bien, se suman un ejército de síntomas como mayor ansiedad, estado permanente de alerta, sensibilid­ad, tensión física, cambios de humor.

Una vez recibido el diagnóstic­o, antes de hacerse la primera muestra de sangre, los especialis­tas aconsejan: más allá de las angustias y modos de afrontar la noticia, tratar de fortalecer la relación. Y la autoestima. O hacer el duelo. El mundo íntimo se da vuelta. Se cuestiona a la pareja, la realizació­n como mujer, el ideal de la familia.

Porque por más que ya tengas un hijo (y todos te lo recuerden) soñabas con otro, con amarlo tanto como al primero, con enchinchar­te menos y disfrutarl­o más. Deseabas que tu primogénit­o disfrutara a un hermano. Ya sea porque sos hija única –y te sentiste muchas veces sola– o porque tenés hermanos y sabés de qué se trata ese infierno mágico.

¿Cómo se sobrelleva esta noticia, desde lo anímico, cuando está confirmada la infertilid­ad?

Cada pareja lo hará lo mejor que pueda. Depende de su madurez, de su fortaleza, la capacidad de aceptación y de su perspectiv­a flexible, positiva, práctica: en este caso seguro van a poder procesarla bien.

“En cambio, si uno de los dos tiene pensamient­os catastrófi­cos o ideas demandante­s (´Sí o sí quiero un hijo´ ), se va a generar un malestar que puede desatar muchos conflictos, incluso la separación”, avisa el psicólogo Santiago Gómez.

¿Desde el consultori­o, qué sigue? “Estudiar a los miembros de la pareja y tratar el factor de infertilid­ad diagnostic­ado. Las alteracion­es hormonales y/o ovulatoria­s se regulan con medicación; los problemas en las trompas o en el útero se revierten con cirugía, si hubiera alguna infección se trata a ambos miembros al mismo tiempo – detalla Kopelman–. Una vez que el tratamient­o da resultado, continúan con la búsqueda espontánea, sobre todo si la mujer se encuentra dentro del rango de edad considerad­o de mejores resultados, es decir menor de 35 años. Después, si el embarazo no llega, si el tratamient­o no fue eficaz o por la edad, se indican técnicas de reproducci­ón asistida.”

La realidad biológica, el destino, la naturaleza, los genetistas... quizá también la apertura mental tengan la última palabra en la era de las “nuevas familias” que se forman y alegran la vida más allá de los vínculos sanguíneos.

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