LA RUEDA DE LA FORTUNA

Su otra clave es la aceptación. Taylor Swift, la chica que en sus menos 20 decía que nunca se cortaría el pelo ni viviría en Nueva York, lo hizo. Sin traumas. Con madurez entendió que la vida es movimiento.

“Sentía la necesidad de contar mis historias de otra manera”, comentó sobre los últimos cinco años en los que concretó su paso de la música country al pop, en los que cambió Nashville por Manhattan, en los que buceó por los sonidos de los ‘80, en los que aprendió sobre el amor.

Ahora sólo le preocupa ser recordada "por mi lealtad, por ser buena amiga”. De eso darán fe las miembros del “comité”: Lorde, Selena Gomez (su cita en los últimos Grammy) y Lena Dunham, entre otras. Y la primera testigo será Britany, su mejor amiga desde el jardín. Taylor fue su dama de honor en marzo: capilla del pueblo y fiesta sin paparazzi ni smartphones permitidos.

¿Si Taylor quiere casarse? “Quiero que fluya. Estoy en una relación mágica y de bajo de perfil”, asumió en la última Vogue sobre su noviazgo con Calvin Harris.

Por primera vez en diez años no sabe cuál es el siguiente paso. Quiere aprender algo nuevo. ¿Cómo qué? Lo mismo que cualquiera podría planear tras un cumpleaños: “Quiero saber hacer un buen cóctel y salvar una vida con RCP”. Pero habrá Taylor Swift para rato, sobre todo, porque cree en sí misma. Como le dijo a Tavi: “Una tiene que tener la confianza de que todo es un proceso. Y estoy orgullosa de lo que he hecho”.