ELLE (Argentina)

ROCIO (38)

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“Los machos siguen siendo machos, esos que salen con más y más mujeres. Hoy lo hipotético es el hombre, ése es el que está ausente, lo que no hay. Las que terminan lastimadas son las mujeres más coherentes. Por supuesto que te va a decir las cosas que querés escuchar. Porque así como cuando éramos chicas creíamos en la bella durmiente o lo que veíamos en las películas, él sabe lo que te gusta que te digan. En el cine el macho termina haciendo un clic increíble y se convierte en tu pareja perfecta, pero en la vida eso no pasa.” a cosa empieza bien, primero por chat, luego en persona. Estás alelada: es puntual, te hace reír, paga la cena, te saluda cada mañana. Es caballero, halaga tu chispa, te trata bien. “¡Un hombre normal!” ¿Normal? Después de varias salidas en las que la cosa va de menor a mayor, el chat se discontinú­a hasta que te preguntás adónde se fue este perfecto espécimen que se evaporó de la noche a la mañana.

En promedio, el príncipe se convierte en sapo después de la sexta cita. Incluso para vos, que quizá no buscabas novio ni el happily ever after sino pasarla bien, el panorama es desconcert­ante. Salir durante meses ya no implica compromiso. Descifrar cuánto es ficción y cuánto verdad se vuelve un ejercicio mental extenuante.

Entonces, ¿cómo se (re)construyen los roles hoy, en un momento en que las propias expectativ­as en torno a cada sexo están cambiando? El viejo guión no se acopla a los roles modernos, pero tampoco nos animamos a descartarl­os.

Según Juan Tesone, médico psiquiatra de la Universida­d de París XII y psicoanali­sta de APA, “lo que atribuimos al hombre o a la mujer son señales de la época. Hoy existe una fuerte equiparaci­ón de las funciones en ambos sexos. En las ciudades, ya casi no hay diferencia­s entre los

roles que tradiciona­lmente se daba a cada uno. Hemos evoluciona­do porque eso no es natural, sino cultural”.

Si los papeles cambiaron, ¿qué esperamos de estos tipos ideales? ¿Habrá que revisar aquello que deseamos?

“El hombre de hoy ya no representa una fortaleza, no es el que nos rescata, como en las novelas de caballería. Esto ha sido una parte del folklore que nos dio cierta imagen masculina – explica la psicoanali­sta Any Krieger, autora del libro Sexo a la carta, Costumbres amorosas en el siglo XXI–. Las mujeres, en cambio, a través de los destapes y de la liberación sexual acumularon un lugar menos elegante ante el hombre. Ya no se ubican detrás de ellos sino que se piensan en igualdad. Creo que el desencuent­ro está en la pérdida del

hombre como autoridad familiar.”

PARIDAD HISTERICA

El rollo de la histeria femenina, lo sabemos, es historia. Hoy son ellos los que te hacen esperar por una respuesta cuando ya te clavaron el visto (¡algunos lo tienen desactivad­o para dejarte aún más en la oscuridad!), terminan las propuestas con puntos suspensivo­s o dan contestaci­ones ambiguas (“vemos”). ¡ Hominis hystericus a la vista! Porque, igual, todavía hay una asunción tácita de que el cortejar y “ganarse a la mina” tiene una adrenalina que hace a los varones sentirse reafirmado­s. Todo es un duelo con su propio ego. Batalla ganada, y a otra cosa... a otra presa.

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