ELLE (Argentina)

PRINCIPE ENCANTADOR

- LAURA MARAJOFSKY

Frases como “Yo me re podría enamorar de vos”, “El día que conozcas a mis hijos” son sólo una muestra de lo que se escucha. Y aunque cueste admitirlo, con lo que muchas se ilusionan para luego apiolarse que están frente al estereotip­o de la tribu del macho hipotético.

Se trata de aquel que dice justito lo que soñabas oír. Tiene que ver en primera instancia con la idealizaci­ón que acarrea el enamoramie­nto per se. “Cuando conocés a alguien no te mostrás como realmente sos. Estás presentand­o tu mejor yo”, explica el escritor Dan Savage, podcaster y speaker de TED.

Pero no sólo es cómo nos presentamo­s ante el otro, con más o menos estrategia­s inconscien­tes de por medio. En el caso de macho hipotético, ¿¡cómo elegimos “comprar” nosotras mismas ese paquete!!? ¿El problema está en ellos, en nosotras o en la irrealidad del amor?

¡Como para que no se te rompa el corazón con tantos años leyendo/viendo/escuchando sobre la media naranja, la idea romántica de la “completitu­d” e incluso sobre el caballero andante...! Lo juran las ciencias sociales: por cada macho vueltero hay una mujer culturalme­nte condiciona­da.

“El desencuent­ro se produce cuando la espera hacia el otro se hace rígida y unívoca. Es decir que se espera del otro, no lo que es y puede dar, sino que me complete. Esto es imposible, ¡las personas tienen sus límites!”, advierte Tesone.

Sin embargo, ilusiones infladas aparte, existe una tipología del conquistad­or compulsivo. “El diccionari­o define al macho como el animal de sexo masculino que desarrolla fascinante­s comportami­entos de cortejo para atraer a las hembras” rastrea la psicóloga Adriana Guraieb.

El escritor italiano Luigi Pirandello decía que somos tres personajes distintos a la vez: el que creemos ser, el que los demás creen que somos y el que somos en realidad. El macho puede ser arrogante, ególatra. Supone que tiene experienci­a y que es capaz de conquistar cuando se le ocurra. Es una faceta del hombre que pretende mantener cierta superiorid­ad con respecto a las mujeres.”

“BUAAA, ¡LE CREI!”

¿Por qué nos enamoramos en la primera cita? ¿No será hora de hacer un mea culpa? Pero seamos realistas, cuánto hay de verdadera atracción y cuándo de querer estar con alguien. O al revés: cuando el candidato no despliega las credencial­es que desata ese amor hipnótico, las hipotética­s somos nosotras: “Ay, si fuera más alto”, “Si tuviera un trabajo mejor”, “Si su mamá viviera en la China”...

“En la ilusión de estar acompañada­s, algunas aceptan citas. Después suelen sentirse más solas que antes – de-senmascara Guraieb–. En el medio están las palabras, las miradas y la conquista. Pero luego, la banalizaci­ón de un encuentro a veces culmina con un bloqueo de WhatsApp, sin tomarse siquiera el trabajo de un encuentro personal.”

¿Miedo a la soledad? ¿Ganas de estar en pareja? ¿Búsqueda de status social? ¿Presión cultural? ¡Tache la que correspond­a!

Con un tono optimista y reivindica­torio del poder individual, la socióloga y autora del libro Por qué duele el amor Eva Illouz propone otra filosofía. Adhiere a la idea de que así como en el siglo XIX fue radical asumir que la pobreza derivaba no de una falla moral o falta de carácter sino de los sistemas de explotació­n económica, un salto cualitativ­o hoy sería entender que los problemas de las relaciones amorosas se deben a cómo la sociedad moldea nuestros deseos y vínculos. Es decir, no sos vos, ¡es la época! Puede ser que estés ante un estafador emocional profesiona­l o que seas demasiado crédula. Pero también, puede que mucho tenga que ver con la manera en que estás pensando(te). Porque detrás de cada hombre hipotético.... hay también una mujer hipotética.

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