LAS CHARLAS
Entre las cuarentonas los temas de conversación se podrían dividir en dos grandes grupos: las que se pavonean y hablan de sus viajes caros, escapadas a no se sabe dónde, cuándo ni cómo y su consumo desmesurado de tecnología. En el versus están las quejosas, a las que nada les viene bien y sufren por los hombres y sus diversas frustraciones. Ambos monotemas quizá barren bajo la alfombra cierto aburrimiento crónico o vacío existencial.
Entre cuarentañeras circula una hermosa frase de los franceses que dice que en la mesa no se habla ni de religión ni de política ¡ni de enfermedades! La vida está en su apogeo y siempre hay algo para contar. Qué estás haciendo, cuál fue el último libro que te apasionó, la película que cluso de cuando le daba la teta a su bebé!). Para los casamientos seguro se enfunda (se tapa) con pashminas y es algo adicta a los tratamientos de belleza que consigue en Groupon. En algunas se aplica la chanza de la película En tus zapatos: "¡Ahí vienen los ´80 a buscar tu peinado!".
La cuarentañera no para. Neurótica, quizás, y consumista, siempre encuentra margen en el saldo de su tarjeta de crédito para hacerles lugar al ítem de moda de la temporada. Conoce todos los circuitos – ferias de diseño, outlets, cada rincón del shopping–. Le gusta renovarse y la ropa nueva le confirma que es soberana económicament y que con tantos cuidados – yoga, running, zumba– se siente bien, se ve ídem.