ELLE (Argentina)

Robin Wright ENCARNA LA RENOVACION del lugar de las mujeres en la industria de Hollywood, que luchan por sus derechos y no se retiran “por viejas”.

- DANA PASCAL

frío y quirúrgico? Es su pizca mágica. ¿Quién no quiere una pareja que funcione de ese modo? Pactos sexuales picantes aparte, con ese compañeris­mo implacable, la igualdad en toda su potencia. De él nos reímos un poco, pero a ella la admiramos.

No cualquiera habría podido componer a esa candente dama de hierro, que donde pone el ojo pone la bala, con pericia. Es que Robin Wright, que evita hablar de política en público, no se calla nunca cuando se trata de igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Y está hecha, de otra forma diferente y más noble que la de su Claire, con la misma pasta implacable y poderosa. y fue candidata en tres ocasiones al Premio Emmy. Su debut cinematogr­áfico fue en 1987 en La princesa prometida, un film hoy de culto de Rob Reiner en el que interpretó a la princesa Buttercup, una chica aguerrida que no esperaba que nadie la viniera a rescatar.

Sin hambre de fama y decidida a hacer la carrera que de verdad le interesa, le dijo “no” a Batman Forever. No tuvo empacho en rechazar el papel que Joel Schumacher le terminó ofreciendo a Nicole Kidman. Igual, participó en muchas películas, desde la multipremi­ada Forrest Gump hasta la romántica Mensaje en una botella, junto a Kevin Costner, pasando por Toys, con Robin Williams.

Aunque tiene un perfil bajo, su vida privada saltó a las tapas de las revistas sensaciona­listas porque desde que conoció a Sean Penn en 1990 –apenas él se distanciab­a de Madonna– su relación fue intermiten­te y complicada. Tuvieron dos hijos y en diciembre de 2007 ella dijo basta. Se reconcilia­ron un año después y en 2009 él dijo basta. Volvieron a estar juntos, se separaron... Ya divorciado­s, Sean Penn declaró públicamen­te que ninguna mujer lo había amado, y Robin, sin mosquearse, dijo a la prensa que nunca antes había tenido mejor sexo que con su novio más joven, Ben Foster, con quien se comprometi­ó varias veces, aunque nunca llegó a ca- sarse. Otra vez entre idas y vueltas, las últimas noticias, a fines de junio, indicaban tanto que habría un nuevo intento de matrimonio de la pareja como que la rubia estaba otra vez soltera.

Sola o acompañada, hermosa y tonificada a los 51 años, siempre apoyada en su talento y determinac­ión, Robin Wright encarna la renovación del lugar de las mujeres en la industria de Hollywood, que luchan por sus derechos y no se retiran “por viejas” o aceptan perder protagonis­mo por haber dejado de ser veinteañer­as. No por nada, cuando recienteme­nte le preguntaro­n con cuál de sus dos roles actuales se identifica más, declaró: “Si tengo que elegir entre Antíope y Claire, me quedo con la amazona”. Por algo será.

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