ENSEÑAR a disfrutar
Narda Lepes, cocinera
Fui hija única durante 16 años. Me sentía la princesita de mi papá. Cuando él me avisó que su mujer esperaba un bebé, le advertí: “¡Más te vale que sea un varón!”. Tengo tres hermanos varones y por último llegó Cata.
Una tarde, a los 9 años, fui con dos amigos a la plaza San Martín, que quedaba a dos cuadras de casa. Vimos que la mano de una estatua colgaba de un cañito, la sacamos y me la llevé envuelta en una campera. Como a mi papá le gusta mucho el arte, se la regalé en su cumpleaños, le dije que la había encontrado tirada. A los días, me muestra una noticia del diario: “Vándalos nocturnos atacan la escultura La duda”.
¡Me había robado la mano de La duda! El se enojó, pero también se rió.
Mi papá hizo arquitectura publicitaria; después, escenografía y también fue dueño de la discoteca Paladium, allá por los ’80. Eso lo hacía diferente al resto de los padres, que tenían profesiones más convencionales. A veces, eso me gustaba y otras, no tanto. El me permitía salir de noche sin restricciones. Yo iba con mis amigas a Paladium.
Una de las cosas que más valoro es que te hace ver el mundo desde otro punto de vista y te da herramientas para que razones. Quizá no lo hace de una manera convencional –discute a los gritos, por ejemplo–, pero te hace pensar.
Es un hombre creativo y muy informado, siempre está al tanto de todo. Estudia a fondo cada tema. Es curioso, quiere seguir aprendiendo cosas. Creo que heredé eso de él. Cuando le gusta un lugar, me lo recomienda. El restaurante Hong Kong Style ahora es muy conocido, pero lo descubrió él y terminamos por ir todos los cocineros. También prueba todas las novedades que encuentra en el supermercado y luego nos cuenta qué le pareció cada una.
Mi papá tiene rituales. Como irnos de vacaciones siempre a Brasil o comer los viernes con sus amigos. Por sus separaciones, él se mudó muchas veces y cada vez que se instalaba en una casa nueva la convertía enseguida en un hogar. Sabe cosas domésticas que yo desconozco, como que las almohadas se lavan con bicarbonato. Nos enseñó a comer muy bien. Para Leia, mi papá y su mujer son abuelos muy presentes. El se pelea todo el tiempo con mi hija. ¡Es un nene!