ELLE (Argentina)

Mi GRAN superhéroe

Carla Peterson, actriz

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El primer recuerdo que tengo de mi papá es él volando en helicópter­o cerca de casa y yo saludándol­o. Después, empezó a pilotear aviones. Para mí, era una especie de superhéroe. Cuando fue a la Guerra de Malvinas, mamá nos tranquiliz­aba asegurando que a papá no le podía pasar nada. Yo le creía porque estaba convencida de que él tenía poderes especiales.

Muchas veces lo acompañé en sus viajes, como cuando quise conocer Ushuaia. Me acuerdo de las nubes que veía desde la cabina.

Papá siempre buscó la risa. Algunas mañanas venía a despertarn­os con una peluca, un sombrero o unos anteojos de cotillón puestos. Una vez, en Mar del Plata, fuimos con él y mis hermanos a pescar al espigón. No tuvimos suerte. Antes de volver a casa, él compró mariscos y pescados. Mamá fingió que se creía que los habíamos sacado nosotros.

Por las noches, mientras mamá lavaba los platos, nosotros nos sentábamos a escuchar cómo papá tocaba un teclado portátil o la guitarra y cantaba. Como buen aficionado, no lo hacía muy bien, pero era un momento de encuentro.

A los 8 años, me llevó a ver Annie, el musical. Fue la primera obra que vi en mi vida. En un mo- mento lo miré y él estaba llorando. Le encanta el teatro, siempre viene a mis estrenos. Hace algunos años, me dijo: ‘Si volviera a nacer, sería artista’.

Su vida no fue sencilla. Cuando sucedió el accidente del avión de Lapa, en 1999, hacía 4 meses que él había sido designado director de Habilitaci­ones Aeronáutic­as. El juicio duró diez años. El último día fui a su casa a ver cómo estaba y lo noté mal. Pensé que era cansancio, pero a la madrugada me llamó mi hermano para avisarme que papá había sufrido un ACV. Los médicos creían que se moría. Cuando se salvó, nos explicaron que no iba a poder caminar ni mover el brazo, y que le costaría hablar. Hubo que enseñarle muchas cosas de cero y nosotros también tuvimos que aprender a entenderlo, cuidarlo, acompañarl­o y alentarlo. Mi papá sólo pronuncia algunas palabras, pero no tiene problemas para cantar. A veces se queja porque no puede decir lo que quiere. Los nombres le cuestan, así que todos nos llamamos Betty, como su mujer.

Me acuerdo más de este papá que del otro, el del antes del ACV. Lo esencial sigue estando: el afecto, las ganas de estar con nosotros, su humor. Cuando tuve que explicarle a Gaspar por qué su abuelo no hablaba bien y usaba silla de ruedas, recurrí a las palabras de uno de mis sobrinos que una vez dijo: “Al abuelo se le perdieron las ideas”.

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 ??  ?? Es una de las protagonis­tas de la comedia 1OO días para enamorarse. Está casada con el diputado Martín Lousteau.
Es una de las protagonis­tas de la comedia 1OO días para enamorarse. Está casada con el diputado Martín Lousteau.

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