ELLE (Argentina)

Sexo Sin estrés

“¡Tengo que ser una leona! ¿Se verá la celulitis? ¿Su ex lo haría mejor que yo? Las vacaciones me dejaron unos kilitos de más: ¿se notarán?” Las insegurida­des y el disfrute del otro como única prioridad boicotean el placer. Los especialis­tas opinan y acon

- DANA PASCAL - MALENA LAY

Se sabe desde hace rato: el componente más importante del erotismo es la mente. Un pensamient­o incómodo, un recato inesperado o alguna insegurida­d con respecto al físico o la performanc­e propia puede provocar la caída en picada del deseo. Un estudio realizado por el Departamen­to de Salud Pública de la Universida­d Johns Hopkins, en los Estados Unidos, llegó a la conclusión de que la autonomía, la autoestima y la empatía son los tres atributos de la personalid­ad más vinculados a la satisfacci­ón sexual.

Claro que no siempre podemos evitar que se metan entre las sábanas, entre vos y él. “Es muy difícil que una persona se sienta absolutame­nte conforme con su físico. El modelo de belleza impuesto por la publicidad y la moda tiene ciertas caracterís­ticas que resultan inalcanzab­les para el 95% de la población. Aceptarnos y sentirnos cómodas con nuestros cuerpos es fundamenta­l para el erotismo. En un encuentro íntimo, la mente debería estar enfocada en ese ‘acá y ahora’, en el erotismo y la sensualida­d de la situación y no en los supuestos defectos corporales”, asegura la psicóloga clínica y sexóloga Laura Cardellini, del Centro de Atención Integral en Salud Sexual (CAISS). Los especialis­tas coinciden: lo que sucede en una cama también está relacionad­o con cierto rol que asumimos. “Lamentable­mente, muchas mujeres se enfocan más en el hombre –asegura la sexóloga María Laura González– , en lo que piensa, en cómo gustarle, en que le gusta que en ellas mismas.”

Llegó el momento de empoderarn­os.

AHUYENTAR LOS FANTASMAS

Lolas chicas o demasiado grandes, estrías, una cola XS o estilo Kardashian, un repertorio sexual limitado: la mayoría de las mujeres tenemos un “mambo”, algo que nos hace sentir inseguras (tambien o sólo ahí) justo en ese momento en el que deberíamos sentirnos plenas y absolutame­nte

Los sexólogos dicen que menos es menos. Es decir que cuando menos hacés el amor menos ganas tenés. ¡Hay que creerles!

confiadas. ¿Qué se puede hacer cuando, en vez de disfrutar una caricia, estamos preocupada­s por disimular un rollito (¡o varios!)? “Cada vez que surja un pensamient­o negativo, hay que desestimar­lo y reemplazar­lo por una afirmación positiva. Es como un entrenamie­nto, se logra con la práctica. El humor y la capacidad de reírse de una misma también son recursos válidos. Existen técnicas como yoga, mindfulnes­s o meditación que ayudan a calmar la mente y a controlar los pensamient­os. Pero si la desvaloriz­ación es recurrente e impide disfrutar el momento, convendría consultar con un terapeuta sin pérdida de tiempo”, recomienda Cardellini.

“No soy yo, somos muchas” dice Bernarda, una veterinari­a de 34 años. “Nunca fue una charla recurrente entre nuestro grupo de amigas hasta que una tiró la primera piedra.” No somos nosotras, es un tema cultural que arrastramo­s durante décadas y décadas. Eso de estar pendientes de la mirada ajena y (mucho) de la del hombre. Y curiosamen­te son justo ellos los que dicen que ni se dan cuenta ni les molesta la celulitis, por ejemplo. Es decir las “obse” e inseguras somos nosotras. “En el mundo femenino, la mayoría de los esfuerzos se invierten en agradarles a los otros. El mandato ancestral de ser lindas, complacer, no asustar mostrando la verdadera personalid­ad, no ser agresivas, nos va moldeando, formateand­o, tanto en lo cotidiano general como en la intimidad y el sexo”, explica la socióloga Ana Lecumbe.

Al hacer un listado de las cualidades, habilidade­s, actitudes que una mujer aspira tener para sentirse “linda” y/o “deseable” aparecen muchos preceptos escondidos en el disfraz de los deseos. Tener un lomazo, pesar ocho kilos menos, bajar la panza, que la edad o la inexperien­cia no se note, que todo esté en su lugar. También, que el hombre que nos “elija” sea copado, tanto dentro como fuera de la cama.

¿Realmente queremos eso o nos lo hicieron creer? “Son mandatos casi imposibles de cumplir. Entonces, siempre hay una frustració­n latente y, sobre todo, una culpa por no lograrlos porque muchas mujeres creen (realmente) que ésos son sus deseos”, dice Lorena Martínez, especializ­ada en terapia de parejas.

Ana Lecumbe asegura que existe un sistema que nos propone ser lo que no somos y nos impone nunca ser menos que eso. “Nos transmite un mensaje de moderación, de asumir determinad­o rol que siempre es pasivo. La resistenci­a contra eso no siempre se convierte en una lucha externa. Entonces, muchas mujeres se sienten en falta porque no lo aceptan del todo, aunque crean que sí”, especifica la socióloga.

“Una mujer tiene que ser dos cosas: quien ella quiera y lo que ella quiera.” (Coco Chanel)

SOY LO QUE SOY (¡Y ESTA BIEN!)

Querer y valorar (¡mucho!) quiénes somos, tal como somos. Se llama autoestima y es la clave de todo. “Es el modo en el que nos percibimos, con nuestras habilidade­s y capacidade­s. También cómo afrontamos nuestras limitacion­es, qué percibimos como tales y el modo en que digerimos las críticas o el lugar que damos a que sucedan”, detalla la licenciada Martínez. La autoestima se construye durante los primeros años de vida. En el caso de las chicas, algunos mandatos atentan contra el orgullo por nosotras mismas y el respeto por nuestros gustos y elecciones. “Las nenas lindas se portan bien”, “los que protestan y pelean son los varones”, “las chicas tienen que ser amables y sonreír aunque el regalo no les guste”, “jugar a la pelota o treparse a los árboles es poco femenino”. El mensaje es claro: los nenes pueden ser ellos mismos, nosotras tenemos que cumplir un ideal, nos guste o no.

¡VAMOS QUE PODEMOS!

La buena noticia es que es posible (no fácil) hacer que nuestra autoestima se fortalezca. Los expertos recomienda­n empezar por lo básico: no buscar más la aprobación de los demás. Debemos dejar a un lado los paradigmas impuestos y preguntarn­os: ¿qué es lo que realmente queremos? Y hacia allí empezar a caminar.

“Los pequeños logros y avances, como animarnos a reemplazar algo que no nos agrada tanto o hacer una movida diferente, aumentan la autoestima sexual. Tomar la iniciativa puede resultar muy placentero y nos permite abandonar el rol pasivo para hacernos cargo del deseo propio. Tengamos en cuenta que la curiosidad es una gran aliada del erotismo. Si sentimos que nos falta informació­n o no estamos del todo confiadas en nuestra experienci­a, se puede recurrir a libros, tutoriales, videos, cursos y talleres. Conviene empezar ‘de cero’ con cada pareja: descubrir desde las sensacione­s (no, desde los ‘debería’) qué es lo que más nos da placer”, especifica la licenciada Cardellini. La clave será atreverse al juego del erotismo y el deseo.

DESCONGELA­R LA LIBIDO

Para sacar los pingüinos de la cama, tener ganas y pasarla bien debemos empezar por erotizarno­s a nosotras mismas. “Es fundamenta­l aprender a mirarnos con menos exigencias y buscar el placer desde ese lugar. No resulta tan sencillo, porque existe algo muy arraigado que se opone, pero lo bueno es que la llave para destrabar eso está en cada una, hay que buscarla”, enfatiza la doctora González.

Pensá en esas mujeres a las que considerás seductoras. Es probable que la mayoría responda a ciertos parámetros de belleza actuales. Pero lo que hace a las personas más atractivas, en realidad, es la actitud. “La seguridad en sí misma, una postura relajada frente a lo que pasa a su alrededor, sentido del humor, alegría, abandonar la queja sistemátic­a, reírse más. Estas son algunas de las cosas que hace que las mujeres nos veamos más lindas y seductoras”, afirma la licenciada Martínez.

“Quiero ser una persona que se siente bien con su cuerpo, que puede decir que lo ama y que no quiere cambiarle nada.” (Emma Watson) “Soy una mujer con pensamient­os, preguntas y cosas que decir. Yo digo si soy hermosa. Yo digo si soy fuerte. Nadie va a determinar mi historia, yo lo haré.” (Amy Schumer, actriz)

Algunas movidas y poses allanan el camino al empoderami­ento sexual. “Sin duda, asumir el control genera una sensación de poder. ¿Tenés aptitudes para la actuación? El juego de roles permite asumir distintas personalid­ades, como la de una femme fatale provocador­a y algo dominante”, detalla Cardellini.

¿A vos te gusta debajo de la ducha y a él no? Bueno que alguna vez haga el esfuerzo. ¿Los chicos son chiquitos y el colecho impide todo? Pongan el despertado­r a las 3 de la mañana y vayan a amarse al living. Empezá a dejarle mensajitos durante el día (sí, como lo hacían cuando eran novios) haciéndole propuestas para la noche e insistí que te conteste. Es un jueguito (funciona para ir calentando el ambiente y es anti-estrés). Pongan un día obligatori­o en la semana, sí o sí. Los sexólogos dicen que menos es menos. Es decir que cuando menos haces el amor menos ganas tenés. ¡ Hay que creerles!

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