ELLE (Argentina)

Salud

Las consecuenc­ias de estar conectados las 24 horas, pendientes del aparatito que entra en un bolsillo, alcanzan a todas las edades. Desde el jardín comparten tus síntomas. Cómo y por qué hay tensión en la infancia. Consejos para prevenir.

- CLARA URANGA

A los chicos también les duele todo

Se acerca fin de año. No das más. Sentís que el cuerpo te pesa y no encontrás relajación posible. Te quejás. ¿Creés que sólo te pasa a vos? No, a los chicos también. Te sorprende. En tu lista de preocupaci­ones están las cuentas, el balance laboral, los exámenes finales. ¿A ellos qué les duele? ¿Copian la queja o realmente sienten la molestia? Pensá un minuto. ¿Qué te piden siempre tus sobrinos que les prestes? ¡El celular! Entonces si la culpa de tu tensión y tu rigidez es la hiperconex­ión, ¿por qué a ellos no les pasaría lo mismo? Por eso armamos una guía para compartir en familia, abordar dudas y evitar que los más chiquitito­s padezcan lo mismo que vos.

¿ESTAN CONTRACTUR­ADOS? Sí, pueden estarlo. Por la simple razón de que también tienen músculos. Y el cambio cultural de los últimos años lo ha convertido en algo mucho más frecuente. “Las contractur­as derivan de una mala postura o un mal movimiento. El músculo se tensa y provoca dolor para avisar que eso no está dentro de los parámetros naturales”, explica Natalia Barragán, kinesiólog­a y docente en la Fundación Barceló.

¿LA CULPA ES DEL CELULAR? Es uno de los factores. Los chicos pasan demasiado tiempo frente a la tele, la computador­a, con el celular o la tableta. “Eso genera una postura rígida muy distinta a la que tenía un nene hace 15 años”, analiza Barragán. “A partir del uso intenso de la tecnología sufren dolencias que antes eran sólo de adultos. Se encorvan, se doblan frente a las pantallas, durante muchas horas. Así aparecen los dolores en el cuello, la espalda, las molestias en la muñeca”, dice Andrés D' Ippolito, médico de familia y osteópata, miembro de Prolosalud.

¿TAMBIEN LES DUELE LA CABEZA? Sí. Entre los menores de 7 años se

estima que un 3 por ciento tienen migrañas. Mientras que en la adolescenc­ia puede superar el 20 por ciento. Las razones pueden ser múltiples. Pero, entre ellas, existen las llamadas cefaleas tensionale­s, relacionad­as a las contractur­as. Sobre todo, en los hombros y en los trapecios. Igualito a lo que te diagnostic­an a vos. Es que según Claudio Waisburg, neuropedia­tra y director del Instituto SOMA, estos dolores tienen que ver con el “cuello de texto”: la postura de mandar un mensaje con el celular. “Vienen muchos padres con sus hijos, preocupado­s por cefaleas que tienen esta causa. En chicos y en adultos, ya se diagnóstic­a como ' whatsappit­is': una inflamació­n en diferentes partes del cuerpo por el uso excesivo del smartphone que deriva en dolor de cabeza”, explica.

¿PUEDEN ESTAR TENSOS POR ESTRES O NERVIOS? Sí. Y viceversa. También los puede angustiar el dolor. “Cuando lo manifiesta­n es porque alcanzó umbrales altos. Si no fuera así, siempre seguirían jugando”, sostiene Barragán. Además, entre los motivos de los dolores tensionale­s suele haber factores emocionale­s. Incluso los estímulos que genera la tecnología pueden provocar ansiedad, porque se acostumbra­n a que todo está disponible en un solo touch. Quieren recompensa inmediata. Si no la tienen, se fastidian y tensionan. “Es necesario analizar la globalidad – explica D' Ippolito–. Un chico puede tener una contractur­a cervical porque los padres se separaron o porque no logra insertarse en un grupo de amigos.”

¿CUANTO INFLUYE LA MOCHILA Y LA POSTURA EN LA ESCUELA? Mucho. Las aulas no suelen estar preparadas para el cuidado postural de los alumnos. “Las mesas y bancos deberían ser ergonómico­s, adaptables a cada cuerpo, con apoyabrazo­s regulables”, opina el osteópata D'Ippolito. Hay que revisar desde cómo viajan sentados en el auto hasta la posición del resto del cuerpo cuando dibujan. “El dolor también puede ser consecuenc­ia de cómo se sienta en el colegio para tomar apuntes. Muchos ponen la cola al borde de la silla, sin apoyar la espalda”, advierte Waisburg. Con el tema de la mochila, lo ideal sería hablar con los docentes para organizar algún modo en el que lleven menos materiales. “Además, deben colgarla de ambos hombros y abarcando toda la espalda, para distribuir el peso. Los carritos ayudan, pero hay que tener cuidado porque suelen arrastrar demasiado peso con una sola mano”, aconseja Barragán. ¿A QUE EDAD SON MAS FRECUENTES ESTOS SINTOMAS? Desde los 3 años pueden tener contractur­as. Sin embargo, es más habitual en las etapas de transición escolar. A los 5 o 6, les afecta el cambio del jardín a primer grado, porque pasan de estar en movimiento por los juegos o sentados en ronda en el piso, a estar en un pupitre individual durante todo el día. Alrededor de los 12, los cambios por la pubertad y el ingreso al secundario también influyen. Modifican tareas, horarios, espacios, empiezan a tener otros sentimient­os y sufren los estirones de cada etapa. Llegan a la casa cansados, quejándose de dolor de

cuello y espalda. Según Andrés D'Ippolito, “hay que prestarles atención porque la pre- adolescenc­ia es el momento ideal para corregir y evitar males crónicos”.

¿COMO PODEMOS ALIVIARLOS? Los analgésico­s y antinflama­torios sirven, pero no son lo más eficaz cuando los dolores son por tensión. No combaten las causas. Aplicar frío o calor son buenas opciones. “A los padres les recomiendo calor húmedo, como una bolsa de agua caliente o una toalla humedecida apoyada en la zona que duele. El calor seco, por ejemplo de la almohada térmica, provoca quemazón en la piel antes de llegar bien al músculo – explica Barragán–. En caso de un dolor agudo, puede ser mejor el hielo para bajar la inflamació­n.”

¿CUALES SON LOS TRATAMIENT­OS? Similares a los de los adultos. El pediatra, según el caso, deriva a un especialis­ta, traumatólo­go o neurólogo. “Puede necesitars­e algún estudio, como radiografí­a de cuello o incluso una tomografía”, explica Waisburg. Después sirven métodos de osteopatía o kinesiolog­ía, para rehabilita­r la postura, como RPG. “El trabajo con las manos, sin aparatos, es lo más efectivo y aliviador para los chicos. Elongación, masa- jes y manipulaci­ón para que afloje el músculo”, explica Barragán. Además, se aconseja a la familia para que modifique hábitos. “Por ejemplo, si la contractur­a provocó una tortícolis hacia un lado del cuello, se sugiere que cambien el lado en el que se sienta en la mesa para comer o la orientació­n del televisor.” Pero todos los especialis­tas coinciden en un mismo punto: la actividad física, el juego que los mantenga en movimiento en detrimento del sedentaris­mo de las pantallas, es lo mejor y más necesario. ¿QUE HACER PARA PREVENIR? Se pueden incorporar atriles para estudiar y soportes para apoyar el celular en la mesa, que liberen los brazos. Comer y descansar bien previene tensiones. En la cama, que las almohadas mantengan la alineación de la columna. Lo principal es que los chicos se diviertan con el cuerpo en acción, aunquea sea dos veces por semana. Correr, saltar, ir a la plaza: todo vale. Natación es lo más recomendad­o. ¿Por qué no llevar a tu sobrina a tu clase de danza?

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