CON AMIGOS SI? ? O NO
Ella se encargó, en principio, de las reservas, averiguar qué ropa tenían que llevar, cuál era la documentación que hacía falta y el resto de los etcéteras operativos. Después, en el grupo se dio casi naturalmente que todas le preguntaran todo. “Hasta a qué hora era el desayuno y qué había para cenar”, se queja ahora. Pero en el momento se calló. Y así fue que pasó 10 días trabajando de asistente de su banda. “Al ir en grupo se hacen cosas en conjunto, por eso muchas veces lo mejor es tener un fondo común para los gastos generales. Eso implica que alguien guarde el dinero y lleve las cuentas. También, hay que organizar turnos para usar el baño o decidir a dónde ir. No siempre todo el grupo está a la vez a la misma hora”, explica Gobernoff, que igual aclara que todo eso tiene solución: “Por suerte, existe la tecnología y se la puede poner al servicio”. Al momento de contabilizar el dinero y pagar los gastos de forma clara existen aplicaciones para smartphones exclusivas para eso. Y son gratuitas. Entre otras, está por ejemplo Money Lover, en la que se pueden fijar límites de presupuesto y hasta hacer transferencias bancarias. Con respecto a la coordinación, lo más fácil es armar un grupo de WhatsApp. Y nadie podrá decir que no se enteró de algo.
Elegir a los compañeros de viaje es una de las cosas más importantes a resolver para que todo salga bien. Una decisión que no hay que dejar librada al azar es si va a haber parejas o no. “Lo recomendable es que el grupo sea heterogéneo, comparta expectativas y dinámicas. Si no, va a costar mucho ponerse de acuerdo en normas de convivencia y actividades”, recomienda Gobernoff. Carolina, de 29, está de novia con Fernando hace una década y comparten muchos amigos. A los dos les gusta irse de vacaciones en grupo, pero desde hace rato decidieron que lo mejor es ir en pareja o con amigos, pero “nunca más todo mezclado”, dice la chica. Ahora, ella está planeando ir a Machu Picchu con sus ex compañeras del secundario y él a una quinta con sus amigos del barrio. “Que el grupo sea mixto no es problema, incluso puede estar bueno. Lo que no funciona, y comprobamos con mi novio en nuestra primera y única experiencia de ir de viaje juntos y con amigos, es si hay parejas y solteros”, cuenta Carolina, que entre los problemas enumera: “Querés salir como todos y no da, o querés estar un rato a solas con tu novio y no hay cómo lograrlo. Al final odiás al resto y el resto te odia a vos”.
Hasta la vista, baby
“Las claves para ir con amigos felizmente son la organización, la flexibilidad y la comunicación”, dice la licenciada Gobernoff, que recomienda fijarse en las opciones de las agencias de viajes, porque hay muchas que se especializan en organizar viajes en grupos. Mientras que Jorge Gobbi, consultor en turismo, docente en UBA y blogger de viajes, enumera que “lo principal es ponerse de acuerdo en los destinos a visitar, las posibilidades económicas similares, que cada uno pueda hacer cosas por las suyas para no aburrirse de estar todo el día juntos y que nadie del grupo se levante todos los días de mal humor, cuidar comidas y rutinas para no afectar al resto”. A pesar de los misteriosos pelos en la ducha, Mariana asegura que va a volver de vacaciones con sus amigas. “Los viajes abren la mente, y la posibilidad de compartir esa experiencia con tu gente querida no tiene precio, te hace crecer en el vínculo y se enriquece no solo cada persona, sino el grupo”. Lorena, aunque terminó el crucero más cansada que relajada por encargarse de todo, también tiene saldo positivo: “Aprendí un montón, y entendí que no es culpa de mis amigas que yo haya hecho todo. A veces hay que saber decir que no, y también correrse, dejar que otros se encarguen. Mi descubrimiento fue que me cuesta confiar y delegar, no que ellas sean unas vagas. Así que para la próxima, que va a haber, todo va a salir mejor, porque vamos a compartir experiencias, y yo voy a descansar”. Carolina y Fernando alternan viajes. Una vez se van juntos, a puro romance, y a la siguiente en banda, con amigos y amigas, por separado. “Nos sirve también para extrañarnos, y está buenísimo volver y contarle al otro las aventuras del viaje”, dice ella.
“Más allá de tener una organización, lo ideal es dejarse llevar y atreverse a otras cosas. Pero no hacer aquello con lo que no me voy a sentir bien” Mariana Kersz, psicóloga.