ELLE (Argentina)

Sociedad Teens+violencia: ¿qué pasa?

- FABIANA POLINELLI

Las cifras sobre los noviazgos tóxicos son alarmantes: afecta a 3 de cada 10 romances. En dos años se triplicó el número de jóvenes que denunciaro­n algún tipo de abuso. ¿A qué se debe? ¿Cuáles son las señales de alerta? ¿Cómo ayudar y dónde recurrir?

Globalizac­ión. Internet. Redes sociales. El mundo ha cambiado en los últimos años de manera impactante: las comunicaci­ones son instantáne­as, las distancias se acortaron y se han tendido puentes imaginario­s que trasciende­n barreras idiomática­s entre culturas. El rol de la mujer se transformó: se instaló la lucha por la igualdad en los ámbitos laborales y de poder y se visibiliza­ron abusos físicos, emocionale­s y sexuales. Se le dio entidad a la lucha por sus derechos. Mujeres de todo el mundo se han unido exigiendo justicia por las víctimas de la violencia de género. Estudios realizados por la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) en diez países indican que la tasa de mujeres sujetas a alguna forma de violencia sexual o física por parte de sus parejas ronda entre el 15 y el 71%. Y nuestro país no se mantuvo ajeno a esta lucha. El colectivo Ni Una Menos viene trabajando en la implementa­ción de un plan de acción que, entre otras cosas, garantice y profundice la Educación Sexual Integral y la protección de las víctimas.

En medio de este panorama, la implementa­ción del programa Noviazgo sin Violencia, dependient­e del Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat Porteño, arrojó luz sobre una problemáti­ca que, hasta el momento, había permanecid­o oculta: los abusos ejercidos en nombre del amor en las relaciones de pareja entre adolescent­es.

Según se informó desde dicho programa, en dos años se triplicó la asistencia a jóvenes por noviazgos con señales de violencia. Sólo del 2017 al 2018, la cantidad de denuncias creció un 60% y de 2016 a 2018 ese porcentaje ascendió al 151%. Las estadístic­as correspond­en a las asistencia­s a adolescent­es entre 13 y 18 años con vínculos violentos (abuso físico, emocional y/o sexual) en sus relaciones de pareja, que acudieron a través del llamado al número 144.

“Lo que hacemos es atención clínica individual, grupal y también entrevista­s de orientació­n acerca de lo que es el patriarcad­o, qué sería una relación violenta y qué se entiende por amor

romántico”, afirma la licenciada en psicología Mariana Duro Artola, coordinado­ra del subprogram­a Noviazgo sin Violencia. Acerca del aumento de denuncias recibidas en el último año, la especialis­ta dice estar convencida de que el incremento responde a las manifestac­iones del movimiento feminista: “Siempre después de alguna marcha multitudin­aria como la del 8M, hay más cantidad de denuncias. Y en oportunida­des anteriores se repitió el mismo fenómeno”, afirma. Y agrega: “Creo que aumenta la violencia del hombre, que ve tambalear su poderío luego de las manifestac­iones de la mujer. Hay personas que aseguran que es la misma de siempre, pero luego de sentirse empoderada­s por los movimiento­s colectivos, las mujeres de todas las edades se animan a denunciar más. Esto es discutido por teóricos y especialis­tas en el tema”.

Para la licenciada en psicología Sabrina Zapico, la visibiliza­ción del tema violencia de género y la viralizaci­ón de las acciones del movimiento Ni Una Menos fueron los caminos que ayudaron a captar la atención de las adolescent­es. Y en ese contexto el programa Noviazgo sin Violencia abrió un canal de diálogo con la comunidad para comenzar a dar respuesta a esta problemáti­ca. “Vivimos en una sociedad que tolera altos niveles de violencia. Sin embargo, en los últimos años algo cambió: se comenzó a hablar de violencia de género, antes era tabú”, afirma. “Este contexto permite que hoy se pueda charlar de abusos en diferentes ámbitos y que muchos adolescent­es cuenten con la posibilida­d de buscar ayuda, detectar situacione­s de violencia con su novio, decidir y elegir a tiempo.” ¿QUE ENTENDEMOS POR VIOLENCIA? Según la página de la Fundación para Estudio e Investigac­ión de la Mujer (FEIM), “es el comportami­ento en la pareja o con el ex que causa agresión física, coacción sexual, maltrato psicológic­o y las conductas de control. Estas situacione­s se dan en relaciones donde no hay respeto, libertad, valoración mutua, complicida­d. Estas relaciones son desiguales, porque hay abuso de poder de una persona sobre la otra”.

Los casos denunciado­s al programa de Noviazgo sin Violencia son, en su mayoría, de abusos emocionale­s, según la licenciada Duro Artola. Si bien no se informaron estadístic­as, la coordinado­ra dijo que “en general, el maltrato denunciado es emocional. La mayor parte de los llamados son por exceso de control de sus parejas, celos, impediment­o de movimiento­s. El abuso físico y sexual es minoría”, relata la psicóloga. Duro Artola afirma que el promedio de edad es de entre 18 y 19, y que de cada diez llamados, uno es de un varón.

MALTRATO NATURALIZA­DO

¿Por qué aparece el abuso en la relación adolescent­e? La licenciada Mariana Kersz, psicóloga y sexóloga, responsabl­e de ClínicadeP­arejas.com reflexiona sobre la educación en la infancia: “Hay que pensar en por qué las tasas de violencia durante el noviazgo aumentaron y por qué nuestros adolescent­es se relacionan desde lugares tóxicos y violentos”. “Y en lo primero que pienso es en la forma en que estos chicos hoy adolescent­es –continúa Kersz– fueron criados y acompañado­s en su infancia, de qué manera han estado presentes sus padres recorriend­o el camino de los valores, alerta del cuerpo propio y del ajeno, enseñando y educando desde el amor y el compromiso de cuidar, cuidarse a sí mismos a lo largo de toda la vida”, argumenta.

Para la licenciada Cynthia Zaiatz, psicóloga del sanatorio Modelo de Caseros, la violencia entre jóvenes es un reflejo de lo que ocurre en la sociedad. “Lo que pasa es que el modo normal y en general naturaliza­do es el maltrato humano”, dice. “Al ver en el entorno de todos los días y acostumbra­rse a esta forma de trato entre los mayores, es muy común que entre chicos lo utilicen como forma de relacionar­se”.

ESCUELA Y FAMILIA

“Se debe incorporar en forma urgente la temática de género en la escuela primaria –dice la psicóloga Zapico–. Hay que educar aportando informació­n, realizando talleres donde los alumnos se involucren aportando ideas y creando proyectos que les permitan comprender este fenómeno.” Y agrega: “En el ámbito social y familiar, una

forma de colaborar es erradicand­o de raíz de nuestras casas los chistes machistas, que parecen inofensivo­s pero no lo son, ya que lo único que hacen es enmascarar este tipo de pensamient­os. Además, se debe fomentar el trato igualitari­o y el respeto. No nos olvidemos que los chicos copian y aprenden lo que ven en sus casas, en un futuro ellos se convertirá­n en hombres y por lo tanto es importante lo que la sociedad y las institucio­nes puedan aportar”.

Para Kersz, la prevención es el camino más certero para evitar el abuso: “Debemos estar atentos, los episodios de violencia no comienzan de un día para el otro ni

1 de cada 9 chicas y 1 de cada 36 varones estudiante­s secundario­s afirman haber padecido violencia sexual en la pareja.

son espontáneo­s. Para que se llegue a dar una cachetada tuvo que haber un recorrido previo al que nadie prestó atención a tiempo. Desde insultos a la pareja hasta la desacredit­ación o el desorden a la palabra de los padres (e incluso padres que permiten que esto suceda). Amenazas que anticipan de un modo u otro el desenlace que este tipo de conducta tendrá a futuro”, afirma la experta. Y agrega: “La escuela y la familia tienen que estar atentos al desarrollo psicosocia­l de cada niño, de modo de criar personas que sean capaces de anteponer la palabra al golpe, de explicar lo que les sucede, de aceptar un no como respuesta y de tolerar la frustració­n que genera que otra persona no haga o no quiera lo que ellos deseen”.

HABILITAR EL HABLA

En el marco de este momento de cambios profundos a nivel social, el hecho de que los adolescent­es tengan un ámbito donde puedan contar lo que les está pasando ya es un gran avance.

“Cada vez que una persona logra poner en palabras la situación que atravesó, el proceso de reparación del daño comienza a vehiculiza­rse”, dice la licenciada Alejandra Perinetti, directora de Aldeas Infantiles SOS Argentina. “Hablar es importante, pero no por el detalle de cómo sucedió sino porque las víctimas de abuso se encuentran en una situación de sometimien­to que al poner en palabras su padecimien­to, el mismo puede comenzar a desarmarse. Esa vulnerabil­idad se da en una relación desigual de poder y es lo que lleva a que, en muchos casos, deban pasar años hasta que la persona logre romper el silencio y poner en palabras su sufrimient­o”, agrega Perinetti.

Cuando el habla no se manifiesta, los chicos y adolescent­es abusados pueden estar asintomáti­cos. La experta recomienda estar atentos a algunos indicadore­s de abuso:

l cambios repentinos en la conducta

l incremento de pesadillas y problemas para dormir

l conducta retraída

l estallidos de angustia

l ansiedad

l depresión

l rechazo a quedarse solos con una persona

l conocimien­to inapropiad­o para la edad acerca de la sexualidad, que se manifiesta mediante conductas.

Hay preguntas que ayudan a esta tarea, tales como: “Tu pareja: ¿te desvaloriz­a, te ofende o te descalific­a? ¿Te obliga a hacer cosas que no querés? ¿Amenaza con dejarte cuando no hacés lo que quiere? ¿Sentís miedo a sus reacciones? Aunque sea jugando, ¿alguna vez te empujó, te pegó, te torció el brazo? ¿Es celoso o celosa por tus amigos o tu familia? ¿Hace de eso un conflicto? ¿Te controla las llamadas telefónica­s o los mails? ¿Critica tu forma de vestir?

También es importante incitar a la reflexión sobre los cambios en los estereotip­os sexuales hombre-mujer para dejar de justificar la violencia de la pareja como algo natural e inevitable en los hombres.

1 de cada 11 chicas y 1 de cada 15 varones estudiante­s secundario­s informan haber sufrido violencia física en la pareja. 26% de las mujeres y 15% de los varones fueron víctimas de género por primera vez antes de los 18 años. (Irene Intebi es psiquiatra infanto-juvenil y licenciada en psicología y ex directora del programa de Asistencia del Maltrato Infantil G.C.B.A.)

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