Sociedad Teens+violencia: ¿qué pasa?
Las cifras sobre los noviazgos tóxicos son alarmantes: afecta a 3 de cada 10 romances. En dos años se triplicó el número de jóvenes que denunciaron algún tipo de abuso. ¿A qué se debe? ¿Cuáles son las señales de alerta? ¿Cómo ayudar y dónde recurrir?
Globalización. Internet. Redes sociales. El mundo ha cambiado en los últimos años de manera impactante: las comunicaciones son instantáneas, las distancias se acortaron y se han tendido puentes imaginarios que trascienden barreras idiomáticas entre culturas. El rol de la mujer se transformó: se instaló la lucha por la igualdad en los ámbitos laborales y de poder y se visibilizaron abusos físicos, emocionales y sexuales. Se le dio entidad a la lucha por sus derechos. Mujeres de todo el mundo se han unido exigiendo justicia por las víctimas de la violencia de género. Estudios realizados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en diez países indican que la tasa de mujeres sujetas a alguna forma de violencia sexual o física por parte de sus parejas ronda entre el 15 y el 71%. Y nuestro país no se mantuvo ajeno a esta lucha. El colectivo Ni Una Menos viene trabajando en la implementación de un plan de acción que, entre otras cosas, garantice y profundice la Educación Sexual Integral y la protección de las víctimas.
En medio de este panorama, la implementación del programa Noviazgo sin Violencia, dependiente del Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat Porteño, arrojó luz sobre una problemática que, hasta el momento, había permanecido oculta: los abusos ejercidos en nombre del amor en las relaciones de pareja entre adolescentes.
Según se informó desde dicho programa, en dos años se triplicó la asistencia a jóvenes por noviazgos con señales de violencia. Sólo del 2017 al 2018, la cantidad de denuncias creció un 60% y de 2016 a 2018 ese porcentaje ascendió al 151%. Las estadísticas corresponden a las asistencias a adolescentes entre 13 y 18 años con vínculos violentos (abuso físico, emocional y/o sexual) en sus relaciones de pareja, que acudieron a través del llamado al número 144.
“Lo que hacemos es atención clínica individual, grupal y también entrevistas de orientación acerca de lo que es el patriarcado, qué sería una relación violenta y qué se entiende por amor
romántico”, afirma la licenciada en psicología Mariana Duro Artola, coordinadora del subprograma Noviazgo sin Violencia. Acerca del aumento de denuncias recibidas en el último año, la especialista dice estar convencida de que el incremento responde a las manifestaciones del movimiento feminista: “Siempre después de alguna marcha multitudinaria como la del 8M, hay más cantidad de denuncias. Y en oportunidades anteriores se repitió el mismo fenómeno”, afirma. Y agrega: “Creo que aumenta la violencia del hombre, que ve tambalear su poderío luego de las manifestaciones de la mujer. Hay personas que aseguran que es la misma de siempre, pero luego de sentirse empoderadas por los movimientos colectivos, las mujeres de todas las edades se animan a denunciar más. Esto es discutido por teóricos y especialistas en el tema”.
Para la licenciada en psicología Sabrina Zapico, la visibilización del tema violencia de género y la viralización de las acciones del movimiento Ni Una Menos fueron los caminos que ayudaron a captar la atención de las adolescentes. Y en ese contexto el programa Noviazgo sin Violencia abrió un canal de diálogo con la comunidad para comenzar a dar respuesta a esta problemática. “Vivimos en una sociedad que tolera altos niveles de violencia. Sin embargo, en los últimos años algo cambió: se comenzó a hablar de violencia de género, antes era tabú”, afirma. “Este contexto permite que hoy se pueda charlar de abusos en diferentes ámbitos y que muchos adolescentes cuenten con la posibilidad de buscar ayuda, detectar situaciones de violencia con su novio, decidir y elegir a tiempo.” ¿QUE ENTENDEMOS POR VIOLENCIA? Según la página de la Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM), “es el comportamiento en la pareja o con el ex que causa agresión física, coacción sexual, maltrato psicológico y las conductas de control. Estas situaciones se dan en relaciones donde no hay respeto, libertad, valoración mutua, complicidad. Estas relaciones son desiguales, porque hay abuso de poder de una persona sobre la otra”.
Los casos denunciados al programa de Noviazgo sin Violencia son, en su mayoría, de abusos emocionales, según la licenciada Duro Artola. Si bien no se informaron estadísticas, la coordinadora dijo que “en general, el maltrato denunciado es emocional. La mayor parte de los llamados son por exceso de control de sus parejas, celos, impedimento de movimientos. El abuso físico y sexual es minoría”, relata la psicóloga. Duro Artola afirma que el promedio de edad es de entre 18 y 19, y que de cada diez llamados, uno es de un varón.
MALTRATO NATURALIZADO
¿Por qué aparece el abuso en la relación adolescente? La licenciada Mariana Kersz, psicóloga y sexóloga, responsable de ClínicadeParejas.com reflexiona sobre la educación en la infancia: “Hay que pensar en por qué las tasas de violencia durante el noviazgo aumentaron y por qué nuestros adolescentes se relacionan desde lugares tóxicos y violentos”. “Y en lo primero que pienso es en la forma en que estos chicos hoy adolescentes –continúa Kersz– fueron criados y acompañados en su infancia, de qué manera han estado presentes sus padres recorriendo el camino de los valores, alerta del cuerpo propio y del ajeno, enseñando y educando desde el amor y el compromiso de cuidar, cuidarse a sí mismos a lo largo de toda la vida”, argumenta.
Para la licenciada Cynthia Zaiatz, psicóloga del sanatorio Modelo de Caseros, la violencia entre jóvenes es un reflejo de lo que ocurre en la sociedad. “Lo que pasa es que el modo normal y en general naturalizado es el maltrato humano”, dice. “Al ver en el entorno de todos los días y acostumbrarse a esta forma de trato entre los mayores, es muy común que entre chicos lo utilicen como forma de relacionarse”.
ESCUELA Y FAMILIA
“Se debe incorporar en forma urgente la temática de género en la escuela primaria –dice la psicóloga Zapico–. Hay que educar aportando información, realizando talleres donde los alumnos se involucren aportando ideas y creando proyectos que les permitan comprender este fenómeno.” Y agrega: “En el ámbito social y familiar, una
forma de colaborar es erradicando de raíz de nuestras casas los chistes machistas, que parecen inofensivos pero no lo son, ya que lo único que hacen es enmascarar este tipo de pensamientos. Además, se debe fomentar el trato igualitario y el respeto. No nos olvidemos que los chicos copian y aprenden lo que ven en sus casas, en un futuro ellos se convertirán en hombres y por lo tanto es importante lo que la sociedad y las instituciones puedan aportar”.
Para Kersz, la prevención es el camino más certero para evitar el abuso: “Debemos estar atentos, los episodios de violencia no comienzan de un día para el otro ni
1 de cada 9 chicas y 1 de cada 36 varones estudiantes secundarios afirman haber padecido violencia sexual en la pareja.
son espontáneos. Para que se llegue a dar una cachetada tuvo que haber un recorrido previo al que nadie prestó atención a tiempo. Desde insultos a la pareja hasta la desacreditación o el desorden a la palabra de los padres (e incluso padres que permiten que esto suceda). Amenazas que anticipan de un modo u otro el desenlace que este tipo de conducta tendrá a futuro”, afirma la experta. Y agrega: “La escuela y la familia tienen que estar atentos al desarrollo psicosocial de cada niño, de modo de criar personas que sean capaces de anteponer la palabra al golpe, de explicar lo que les sucede, de aceptar un no como respuesta y de tolerar la frustración que genera que otra persona no haga o no quiera lo que ellos deseen”.
HABILITAR EL HABLA
En el marco de este momento de cambios profundos a nivel social, el hecho de que los adolescentes tengan un ámbito donde puedan contar lo que les está pasando ya es un gran avance.
“Cada vez que una persona logra poner en palabras la situación que atravesó, el proceso de reparación del daño comienza a vehiculizarse”, dice la licenciada Alejandra Perinetti, directora de Aldeas Infantiles SOS Argentina. “Hablar es importante, pero no por el detalle de cómo sucedió sino porque las víctimas de abuso se encuentran en una situación de sometimiento que al poner en palabras su padecimiento, el mismo puede comenzar a desarmarse. Esa vulnerabilidad se da en una relación desigual de poder y es lo que lleva a que, en muchos casos, deban pasar años hasta que la persona logre romper el silencio y poner en palabras su sufrimiento”, agrega Perinetti.
Cuando el habla no se manifiesta, los chicos y adolescentes abusados pueden estar asintomáticos. La experta recomienda estar atentos a algunos indicadores de abuso:
l cambios repentinos en la conducta
l incremento de pesadillas y problemas para dormir
l conducta retraída
l estallidos de angustia
l ansiedad
l depresión
l rechazo a quedarse solos con una persona
l conocimiento inapropiado para la edad acerca de la sexualidad, que se manifiesta mediante conductas.
Hay preguntas que ayudan a esta tarea, tales como: “Tu pareja: ¿te desvaloriza, te ofende o te descalifica? ¿Te obliga a hacer cosas que no querés? ¿Amenaza con dejarte cuando no hacés lo que quiere? ¿Sentís miedo a sus reacciones? Aunque sea jugando, ¿alguna vez te empujó, te pegó, te torció el brazo? ¿Es celoso o celosa por tus amigos o tu familia? ¿Hace de eso un conflicto? ¿Te controla las llamadas telefónicas o los mails? ¿Critica tu forma de vestir?
También es importante incitar a la reflexión sobre los cambios en los estereotipos sexuales hombre-mujer para dejar de justificar la violencia de la pareja como algo natural e inevitable en los hombres.
1 de cada 11 chicas y 1 de cada 15 varones estudiantes secundarios informan haber sufrido violencia física en la pareja. 26% de las mujeres y 15% de los varones fueron víctimas de género por primera vez antes de los 18 años. (Irene Intebi es psiquiatra infanto-juvenil y licenciada en psicología y ex directora del programa de Asistencia del Maltrato Infantil G.C.B.A.)