Fenómeno
Monopatín en modo app
Ni bici ni moto. ¿Te atrevés al monopatín? Son un boom en todo el mundo. Un medio de transporte ágil, moderno y sustentable. Marcaron tendencia hace tres años en Estados Unidos y no dejaron de expandirse. En la ciudad de Buenos Aires aparecieron casi sin previo aviso. Arrancaron y fueron furor en la puerta de los hoteles. La gente, azorada, observaba cómo mujeres y hombres, algunos vestidos de traje, se desplazaban en el nuevo vehículo de dos ruedas. De un día para el otro, se sumaron a distintos barrios. Cada vez son más los que lo adoptan como movilidad urbana. Para moverse, hay que tener en cuenta su costo: el uso promedio es de 10 minutos, 15 pesos el servicio para desbloquearlo, más 8 pesos por minuto de viaje. Casi 100 pesos los diez minutos. Antes de que desembarcaran en las calles porteñas, la Legislatura votó un marco
regulatorio: los usuarios particulares y los de alquiler. Como primera medida se incorporó el “dispositivo de movilidad personal” al Código de Tránsito y Transporte. También, una serie de artículos que regulan la actividad, requisitos de seguridad y sanciones en caso de cometer una infracción a bordo. No pueden circular por las veredas, sí por las ciclovías; tampoco a contramano por las calles, los usuarios tienen que ponerse casco y chaleco reflectante, no se puede acelerar a más de 25 km/h y deben contar con bocina, frenos, luces delanteras y traseras. Sólo se permite una persona por vehículo y tener más de 16 años: éstas son las premisas básicas antes de emprender el viaje. A través de las redes sociales, los usuarios le avisan a la empresa cuando ven un monopatín fuera del área de uso. Pero también tienen un GPS integrado y un equipo que monitorea en vivo la ubicación. Se contac
tan con los usuarios cuando salen del área de cobertura para pedirles que vuelvan a ingresar. En caso de no comunicarse, y que sigan circulando fuera de la zona permitida, se acerca alguien a recuperarlo.
Para poder usarlos, es necesario tener apps disponibles en iOS y Android. A través de ellas utilizan sus smartphones y crean un perfil. También registran una tarjeta de crédito mediante la que realizan los pagos. Luego, en las estaciones, se escanea el código en el monopatín para desbloquearlo y utilizarlo. Cuando se termina el trayecto, se deberá informar en la app para calcular el costo.
POLEMICA INSTALADA
No todas son buenas noticias. Con auriculares y los pelos al viento, los usuarios de monopatines eléctricos llegan a zigzaguear entre los peatones sin casco ni chalecos. Sin embargo, la norma prevé una multa de 70 unidades fijas –equivalentes a un promedio de $1.750– para los conductores que circulen agarrados a otro vehículo o no cumplan con estas reglas. “Son prácticos, cómodos y se usan en las principales ciudades del mundo para realizar viajes cortos y conectar con el transporte público. Esta prueba piloto de un año nos permitirá conocer el uso de estos nuevos vehículos y evaluar cuál es la mejor alternativa para la ciudad de Buenos Aires”, asegura Juan José Méndez, secretario de Transporte porteño.
En sintonía, la primera empresa que se instaló en el país cuenta con “diferentes canales de comunicación con campañas de educación vial destinadas a crear conciencia sobre el uso correcto de su servicio. “Queremos –aseguran desde Grin– hacerlo de manera ordenada y respetando las normas”.
Pero la polémica no se hizo esperar. “Son una buena opción, y ecológicos. Pero deberían estar homologados y los conductores tendrían que recibir capacitación. La empresa que los alquile o el que los compre necesitaría un seguro contra terceros”, reflexiona Pablo Azorín, jefe de Seguridad Vial y Medio Ambiente de la Federación Internacional del Automóvil.
“YA ME SUBI”
Más allá de los pro y los contra, cada vez son más los que quieren probar las plataformas metálicas a batería. “Es rápido, fácil, divertido, silencioso y más barato que un Uber”, cuenta Mariana (30, diseñadora) que se “animó” a subir cuando se dio cuenta de que llegaba tarde a una reunión de trabajo.
Más allá de las miradas de censura de su marido, Paula (29, médica) también lo eligió. “Estaba apurada por llegar a destino... es fácil de usar y te da libertad. Sólo deberían bajar un poco los precios”. ¿Todavía no lo probaste?