CLAVES para manejar el conflicto
Los desórdenes amorosos son siempre de a dos
l No compares. Nunca digas “sos tan inútil como tu mamá” o “sos un desprolijo, como tu hermano”. Eso sólo genera más odio y rencores en una situación que ya de por sí es compleja. l Negociá. Todo lo que llegue de manera unilateral difícilmente funcionará en una pareja. Aprender a ceder, a escuchar, a tomar determinaciones de a dos genera otra dinámica en la que ambos pueden tener voz y voto. l Controlá la impulsividad. Nunca des nada por sentado ni reacciones mal. No dejarse llevar por la impresión del momento, sin medir las consecuencias de los actos. l No insultes. En la escalada de emociones de la discusión se generan a veces daños irreparables. Frenar a tiempo y darse espacio para poder bajar algunos cambios es fundamental para evitar las descalificaciones y agravios. l Discutí con precisión. No te vayas por las ramas. Es mejor ser concretos para minimizar las posibilidades de traer al conflicto viejos rencores. Un tema a la vez y el que más importe. l Escuchá. Es una de las mejores herramientas en el manejo del conflicto. Generá espacios para escuchar y charlar, que en ese ida y vuelta puedas encontrar las respuestas que estás buscando y darle espacio a la construcción de los acuerdos. l Toda crisis deja un aprendizaje. Lo importante es que podamos asimilarlo y ponerlo en práctica. Lo más recomendable es preguntarnos por qué llegamos allí. Solo cuando entendemos las verdaderas causas es que podremos corregir los errores.
Hay que ver si la reconciliación llega simplemente porque ha pasado el tiempo y se esfumó el rencor o nos olvidamos del problema. Entonces la disputa sigue estando latente. l Recordar para no repetir. Como decía Sigmund Freud, ser conscientes de que causó la crisis y no repetirla. Los temas difíciles exigen más concentración y un abordaje empático. Todos los días se puede mejorar.