Soy madura, divorciada, me he vuelto una ninfómana... y me gusta
Lo bueno que tiene este mundillo en el que ya me he acostumbrado a estar y en el que me muevo como pez en el agua es que una vez que comienzas a estar en él todo es mucho más fácil y viene rodado. Es como si tuviéramos algo en la cara que hace que todos los que estamos en la misma onda nos reconozcamos si dudar. Estamos a finales de marzo, hacía un par de semanas que había regresado de la capital y tener mis primeras experiencias en compañía de Luis y Ana y estaba que no aguantaba más, no sabía como hacerlo sin llamar la atención en mi entorno, pero necesitaba sexo lo antes posible.
La ciudad en la que vivo es un centro de turismo por temporada, vivo a escaso cien metros de un hotel de turistas en un edificio antiguo de tres alturas y la mía es la única vivienda ocupada todos los días de año; el resto han sido reconvertidos en apartamentos turísticos y siendo algo que me molestaba en principio y contra lo que luché para que no llegaran a hacerse se ha convertido en el mejor aliado para tener una vida al abrigo de indiscreciones vecinales. Sexualmente muy activa apenas sin darme cuenta me hice adicta a ver porno y me masturbo con mucha frecuencia. Bueno, realmente todos los días no menos de dos o tres veces.
Bueno, a finales de aquel mes de enero, venía con las bolsas del supermercado y me paró un hombre extranjero para preguntarme si estaba cerca el market. Era complicado indicarle, mi casa estaba al lado y tras dejar las bolsas en la misma lo acompañé un par de cuadras para indicarle mejor. Finalmente decidí acompañarlo a la puerta del super y de regreso entramos en un bar para tomar una cerveza. Era alemán, algo más joven que yo de 53 años y me resultó atractivo, no sé decir lo que me ocurrió, pero durante un instante por mi cabeza pasó el pensamiento o la idea de que si se me insinuaba no iba a decirle que no.
No hizo falta, posiblemente y sin ser consciente de las diez y no hay posibilidad de entrar... Le dije que viniera a casa. Aunque mi invitado tenía una actitud extremadamente correcta los dos sabíamos lo que iba a ocurrir, la cuestión estaba en quien de los dos iba a dar el primer paso. Lo invité a ducharse, dejé toallas en el cuarto de baño y le señalé la puerta... El azar nos solucionó todo a ambos. No había reparado en que tenía en el baño dos magníficos penes de látex que había lavado tras jugar largo rato con ellos; los vi al entrar con él en el baño para indicarle donde estaban las cosas... Me sonrojé sinceramente, pero él, encantador, no le prestó atención al asunto haciendo un comentario que en principio no entendí muy bien.
Supongo que a partir de ese instante él ya tuvo más claro lo que iba a ocurrir, de hecho, lo normal en su situación es salir del cuarto de baño con la ropa puesta y él salió con un slip que le había prestado y que en tiempos fue de mi ex. Volví a disculparme por el espectáculo de los consoladores y volvió a descartar cualquier comentario. De hecho, dijo que también él realizaba juegos solitarios y ahí vino lo que realmente terminó por ponerme como una perra en celo.
Riendo le dije que bueno, suponía que se masturbaba como la mayoría de los hombres, pero... Y señalé a los penes que acababa de sacar del baño y él, con toda naturalidad del mundo asintió. Dijo que era bisexual, que lo habitual en él era tener relaciones con mujeres pero si un hombre se le insinuaba y le atraía no tenía prejuicios en tener sexo con él y si, si alguna vez se masturbaba a solas en su casa viendo porno también jugaba con juguetes como los que yo tenía... Fue tan natural con sus explicaciones que casi inmediatamente comencé a mojar, nos miramos a los ojos sonriéndonos y metí la mano bajo el slip tocando una verga que ya estaba muy dura.
Yo estaba sobré el en un 69 en el que no solo estaba lamiendo mi vagina y succionando mi clítoris sino todo mi ano, hizo que girase mi cuerpo y me sentase
estaba pensando en que su verga era demasiado grande y casi sin sentirlo noté como se deslizaba dentro hasta que mi pelvis rozaba su vientre, estaba hasta el fondo y sujetándome con sus manos por mis caderas comenzó a guiarme en un acompasado va y viene... Me volvía loca de placer, me echó de lado y colocando una de mis piernas en su hombro continuó jodiéndome en otra posición para luego ponerme a cuatro patas y follarme desde atrás haciendo chocar su pelvis contra mis nalgas... Ni sabía las veces que me había corrido ya.
Salió de mí y me tumbó boca arriba, me comió el coño hasta hacerme correr de nuevo y frotó su cuerpo restregándolo contra el mío, se sentó sobre mis pecho y comenzó a jugar con su verga pasándola por mi cara y mis labios... La rodeé con ellos, otra vez se la mamaba casi con gula, comenzó a masturbarse y dijo que se iba a correr en mi cara... Volví a rodearla con mis labios y a mamarla casi desesperadamente... La primera descarga se estrelló en mi paladar, luego salió de mi boca y escupió otras tres o cuatro veces llenando mi cara de esperma, es imposible describir como me excitaba eso.
El hecho de que se tomara su tiempo en recuperarse no impidió que continuamente jugara, manoseara y besara o lamiera cualquier parte de mi cuerpo manteniéndome en un continuo estado de excitación. Tampoco eran solo sus caricias, continuamente me hablaba y sus palabras me excitaban tanto como sus manos y su lengua. Me hacía propuestas imposibles, acompañarlo a su regreso Alemania donde podría estar el tiempo que quisiera con toda libertad para estar con quien quisiera que sin embargo proporcionaban infinitos y excitantes ideas en mi mente, me excité penetrándolo con una verga de látex mientras mamaba la suya y observaba como ésta evolucionaba, me sugirió que cuando volviera a penetrarme la dejara dentro de él porque le retrasaba el orgasmo y eso era algo que a mí me beneficiaría…
En poco más de media hora otra vez estaba duro como al principio, no paraba de hablar, dudé unos segundos antes de aceptar su proposición de follarme a pelo y correrse dentro de mi... ¡Dios mío! Tardó una eternidad en correrse la segunda vez; mantuvo un incesante, rítmico en incansable mete-saca casi una hora hasta hacerme perder el control de los orgasmos que llevaba; a tientas encontró la segunda verga de látex que antes había estado en el lavabo y la metió en mi culo... Los dos teníamos el ano ocupado y a su vez su miembro entraba y salía de mi vagina en un mete-saca de film porno... Noté como se tensaba su cuerpo empujando más fuerte dentro de mí y pidiéndome que sacara la verga de látex de él.
Entonces le sentí vaciarse dentro de mí con un grito ahogado, agarrándome fuerte a sus nalgas le apreté contra mí como si tratara de que no terminara de salir, me corrí, me corrí como hacía mucho tiempo y creí que todo había acabado. Pasó unos minutos lamiendo mi cuello, mi cara, mis pechos, mi vientre. Fue deslizándose y noté como su lengua recorría cada pliegue de mi vagina al tiempo que trataba de succionar mi clítoris y su lengua limpiaba cada gota de mis jugos y su semen. Volví a correrme la vez número no sé qué.
Rainer había puesto el despertador muy temprano, su intención era salir al camino antes de las siete de la mañana, me desperté con él y fuimos a la cocina a preparar un café y unas tostadas, me había apuntado en una nota su dirección y teléfono.
Hizo que me apoyara con las manos sobre la encimera y volvió a meterse dentro de mí. ¡Dios mío! Ahora me estaba follando fuerte, con sus manos unas veces agarrando mis caderas y otras mis pechos entraba y salía de mí con fuerza haciendo sonar nuestros cuerpos al chocar, usó mermelada de fresa, la puso en mi culo y con un dedo la fue introduciendo un poco, luego se agachó y lamió mi cola metiendo su lengua todo lo que pudo, pensé que eso era todo pero... Volvió a poner mermelada y se acercó a su verga. Muy despacio fue empujando hasta estar totalmente dentro y volvió a moverse adentro y afuera esta ve mucho más despacio, estuvo dentro de mi ano al menos diez minutos, salió y volvió a meterla en mi vagina y ahora de nuevo me daba con fuerza. Siete u ocho minutos después sentí como se vaciaba dentro de mí, aguantó dentro masturbándome con sus dedos hasta que su verga flácida fue saliendo despacio, cruzaba mis piernas como tratando de parar sus dedos porque no podía soportar tanto placer. Me besó en el cuello, en la nuca, tomó sus cosas y emprendió otra etapa del camino.
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