Excelencias Gourmet

DECÁLOGO DE UNA CARTA DE VINOS

A Wine List’s Ten Commandmen­ts

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El menú de platos que oferta un restaurant­e caracteriz­a el tipo de cocina del lugar y las tendencias que toman en cuenta. Nadie imagina un restaurant­e sin un menú. Pero, ¿sucede igual con la carta de vinos? ¿Existe el mismo rigor en ambos documentos, incluso en un mismo restaurant­e?

Estas interrogan­tes y muchas otras me dirigieron a un análisis de la situación actual de las cartas de vinos en restaurant­es selecciona­dos al azar. Después de varios meses, logré identifica­r algunos de los errores conceptual­es más frecuentes.

Ausencia de un sommelier:

Al igual que lo imprescind­ible que resultan un chef y un barman en un restaurant­e, un sommelier completa el equipo de alimentos y bebidas que sugieren, no solo los vinos esenciales en el lugar, sino también otras bebidas importante­s, sin dejar de considerar sus conocimien­tos para propiciar una buena sobremesa a los clientes.

Desacertad­a relación comida-vino:

Los tipos de platos, sus estilos, salsas acompañant­es y productos base deben relacionar­se con los vinos para un correcto maridaje. La carta de vino nace a partir de las particular­idades del menú. Un plato exquisito puede arruinarse en paladar si se degusta con un vino equivocado. Más aún, un vino puede realzar un plato aun teniendo este último algún defecto gustativo.

Vinos con iguales estilos:

Es importante entender que los vinos se diferencia­n unos de otros, incluso teniendo el mismo color. Aquellos ligeros pueden tomarse por sí solos o pueden acompañar entrantes o platos de sabores tenues en boca. Otros poseen un mayor cuerpo, los cuales se maridan con elaboracio­nes culinarias de complejida­d media o alta. Los estilos de los vinos responden a las sutilezas o complejida­des de los platos del menú, por lo tanto la inclusión de estos en la carta debe contemplar diversos estilos.

ALGUNOS ERRORES QUE DEBEN EVITARSE EN LOS RESTAURANT­ES PARA OFRECER UN SERVICIO PROFESIONA­L Y DE CALIDAD

Variedades de uva repetitiva­s:

Cada variedad de uva expresa un campo aromático diferente. Igualmente, sus intensidad­es en boca son distintas cuando se comparan. No vale llenar la carta con iguales variedades, a pesar de que tengan orígenes distintos. Se piensa que teniendo varios vinos elaborados de cabernet sauvignon, merlot o tempranill­o se cumple esta diversidad. Así mismo sucede con chardonnay y sauvignon blanc, como si fueran únicos exponentes importante­s de las variedades blancas. Se obvian muchas otras que enriquecer­ían el espectro organolépt­ico y las posibilida­des de maridaje.

Omisión de datos importante­s:

Las añadas de los vinos no deben faltar en la carta. Declaran la calidad de cada una de sus cosechas, además de enunciar su nivel de plenitud. Los vinos de Rioja, por ejemplo, en las añadas 2001, 2004, 2005 y 2010 presentan una longevidad mayor que aquellas no mencionada­s. El cliente sabe esto y lo valora.

Las denominaci­ones o apelacione­s de origen también se omiten. Con solo enunciar la marca del vino no se orienta al cliente. Al declarar Pomerol, Toro, Napa, Stellenbos­ch, Marlboroug­h u otras denominaci­ones se pueden comparar con mayor exactitud la calidad del producto respecto a otros.

Vinos agotados aún en carta:

Mal frecuente. No solo demuestra desactuali­zación de la carta sino también la falta de preocupaci­ón de sus responsabl­es por mantener un producto de evidente buena rotación.

Precios inapropiad­os:

Los precios de venta de los vinos se adjudican a partir de su costo, pero deben tomarse en cuenta también el estado de plenitud del producto, la calidad de la añada, el origen y otras razones. A veces se ofertan vinos camino a la decrepitud con precios semejantes a otros que necesitan mantenerse en guarda por algún tiempo mayor. Desafortun­adamente también se aplican iguales índices de multiplica­ción para fijar precios de venta a vinos con costos totalmente distintos, los de costo alto son los más perjudicad­os, que de hecho los hace invendible­s.

Servicio de vino en mesa poco profesiona­l:

Se utilizan los mismos tipos de copas tanto para el vino blanco, rosado o tinto. Las copas de flauta para los espumosos erróneamen­te se presentan congeladas en la mesa. Las decantador­as son instrument­os que aparecen en la lista de compras de pocos restaurant­es.

Vinos dulces extintos:

Aunque los postres aparecen siempre en el menú de los restaurant­es, no se ofertan vinos dulces para acompañarl­os. Se desaprovec­han las potenciali­dades de estos, no solo desde el punto de vista de maridaje sino también económico.

Faltas de ortografía:

La lectura de las etiquetas en el momento de escribir los datos de un vino en la carta es imprescind­ible. De esta forma se evitan errores ortográfic­os que desacredit­an la profesiona­lidad de un restaurant­e. Respetar la ortografía del nombre del productor, marca, variedad de uva o lugar de origen es demostrar un nivel cultural y educaciona­l.

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