Excelencias Gourmet

Y EL BAR

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Santiago, quizá, el más frustrado, sufrido y sin familia, solo auxiliado por el hijo del dueño de La Terraza. El lugar aparece referencia­do varias veces en el libro como punto de reunión de pescadores para tomar, comer y contar sus experienci­as o las aventuras de sus últimas faenas pesqueras. Le da categoría de lugar especial a La Tarraza cuando el viejo rememora las visitas a ese lugar de luminarias del baseball norteameri­cano, tales como el gran jonronero del equipo del Brooklyn, Dick Sisler , lo que sitúa la acción del relato en los años 40 del pasado siglo.

En uno de sus más poéticos pasajes de

leemos: “Dijo el muchacho —¿Me permite invitarle a una cerveza en la Terraza? –

—¿Por qué no?—dijo el viejo—Entre pescadores.

Se sentaron en La Terraza. Muchos de los pescadores se reían del viejo, pero él no se molestaba. Otros, entre los más viejos, lo miraban y se ponían tristes… El viento había

Viejo y el Mar

El

vuelto al Norte y luego había dejado de soplar. Era agradable estar allí, al sol, en la Terraza”.

INVITACIÓN A LA TERRAZA

El local que ocupa La Terraza se abrió originalme­nte el 20 de mayo de 1925 como bodega mixta, llamada Las Arecas por las plantas de ese género que decoraban el lugar. En 1940 fue adquirido, por el cocinero Salvador Blanco, que lo convirtió en restaurant­e con un bar bien abastecido, adoptando el nuevo nombre de La Terraza de Cojímar.

Pronto se hizo famoso entre los visitantes internacio­nales, incluidos estrellas de cine de la época, como Imperio Argentina, Libertad Lamarque, Jorge Negrete, Hugo del Carril y

Lola Flores. La Terraza se convirtió en una visita obligada, pero nadie aportó más a su fama que Ernest Hemingway, que vendría aquí regularmen­te después de sus pesquerías de altura con su leal y fiel amigo, Gregorio Fuentes, primero y único oficial del “Pilar”, el mítico barco del escritor.

Hemingway residió por 20 años en

Cuba. Durante ese tiempo no se relacionó asiduament­e con artistas ni intelectua­les cubanos, aparte de su amigo y medico José Luis Herrera Sotolongo y el periodista Fernando G. Campoamor. Sus amigos cubanos fueron los vecinos de San Miguel del Padrón, localidad donde estaba enclavado su hogar cubano Finca Vigía y los pescadores de Cojímar.

Cuando el “viejo papa” no se encontraba enfrascado en alguna de sus obras o artículos, repartía su “tiempo libre” pescando en el Pilar, departiend­o con sus amigos visitantes en El Floridita, u organizand­o tertulias pasadas por alcohol con sus colegas de oficio: los viejos y sabios pescadores de Cojímar. Los invitaba a la Terraza para, a manera de un fórum de especialis­tas, compartir anécdotas y experienci­as vividas en sus intrépidas pesquerías

ERNEST HEMINGWAY MANTUVO UNA PARTICULAR RELACIÓN CON LOS POBLADORES DE COJÍMAR DURANTE SU RESIDENCIA EN CUBA, Y EN ESPECIAL CON LA TERRAZA, BAR RESTAURANT­E QUE CONSTITUYE POR DERECHO PROPIO, UN SITIO PERDURABLE EN LA VIDA Y OBRA DEL FAMOSO ESCRITOR

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