EL VIEJO Y EL BAR
The Old and the Bar
Cojímar es un pueblo de pescadores, a 20 minutos de La Habana, que ha permanecido prácticamente petrificado en el tiempo. Sus vetustas mansiones coloniales formaron parte de un pasado de esplendor como balneario, preferido por la sociedad habanera de los años 20 del pasado siglo, que ahora se mezclan arbitrariamente con las modestas viviendas de los pescadores que le han proporcionado a esa villa un lugar en la historia de la literatura universal.
Semejante a la imperturbabilidad de un pescador en espera de una buena presa en su carnada, las horas pasan lentas y apacibles en la vida de los moradores de esta pintoresca localidad. Mirando el atardecer desde su pequeño malecón y ver hacerse a la mar las embarcaciones de los pescadores, resulta inevitable evocar la imagen del pescador Santiago, protagonista principal de la novela
del escritor norteamericano Ernest Hemingway, por la que obtuvo el premio Nobel de Literatura en 1954.
Ciudadano del mundo y de CojÍmar, y atracadero de su entrañable barco “Pilar”, el famoso escritor mantuvo una particular relación con los pobladores del lugar durante su residencia en Cuba, en especial, con sus pescadores y las personalidades de
Gregorio Fuentes y Anselmo Hernández, de los cuales tomó prestadas muchas de sus características para construir al protagonista (viejo pescador) de la historia del premiado libro.
Pero quizá el lugar más conocido de
Cojímar, tanto por los cubanos como por los visitantes foráneos, es La Tarraza de Cojímar, bar restaurante que constituye por derecho propio, un sitio especial en la vida y obra del famoso escritor. Y es que si no hubiera existido La Terraza, Hemingway la hubiera inventado.
El Viejo y el Mar,
Islas en el Golfo,
En su libro póstumo la más autobiográfica de sus novelas, describe la primera visita al lugar de su protagonista Thomas Hudson. Se refiere a La Terraza como “el bar de Cojímar, construido al borde de las rocas que dominan al puerto” y narra: “había llegado al bar una luminosa mañana de primavera. Había allí unos cuantos borrachos, rezagados de la celebración de la noche anterior, pero el viento fresco soplaba desde el este a través del restaurante abierto y el bar, y la luz era tan brillante y el aire se sentía tan nuevo y refrescante que no era mañana para borrachos… A través de la terraza abierta miró el mar, de un azul profundo y con crestas blancas, entrecruzados por las barcas pesqueras que curricaneaban en busca de dorados”.
En su novela Hemingway utiliza como escenario en tierra el ambiente de Cojímar y de sus viejos pescadores, siendo
El Viejo y el Mar