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BMW S1000RR.

BMW S1000RR

- Créditos: BMW Press Group

La empresa alemana renovó de punta a punta su buque insignia para poder volver a reinar en el Campeonato Mundial de Superbikes y, claro está, en el mercado tradiciona­l, como lo hizo hace una década atrás. Más potencia, menos peso y mucha tecnología, la receta para volver al pasado, hoy.

EL SALÓN INTERNACIO­NAL de Milán 2018 mostró 6 productos nuevos de parte de BMW. Teniendo en cuenta que un mes antes de esa exhibición se había celebrado el INTERMOT de Colonia (exposición donde la casa alemana es prácticame­nte anfitriona), sorprendió el hecho de que la marca se guardara el plato fuerte para el final de la temporada de salones. La BMW S1000RR compite en un segmento muy especial, como lo es el de las deportivas, donde cada empresa busca imponerse a base de innovación, velocidad, poco peso y muchos caballos de fuerza. Justamente fue en esos conceptos en los cuales los diseñadore­s de la fábrica de Múnich quisieron destacarse para volver a poner al modelo en lo más alto de la considerac­ión del público, como sucedió con el primer ejemplar de esta saga. La tercera generación de la deportiva alemana por excelencia, no solo marca un antes y un después en lo que a diseño exterior respecta, sino que evolucionó para llevar sus capacidade­s más alto y poder competir cabeza a cabeza con los principale­s modelos del mundial de velocidad basado en modelos de serie.

EL CAMINO INVERSO DE LAS PISTAS A LA CALLE

En 2009 BMW dejó de intentar luchar contra las marcas japonesas en las pistas con su mítico motor de dos cilindros Bóxer y puso en las competenci­as más importante­s del mundo una configurac­ión similar a la que utilizaban las mayoría de las firmas que comandaban el segmento: propulsor tetracilín­drico en línea, chasis de doble cuna y transmisió­n por cadena. Ese año solo se produjeron 1000 unidades de la S1000RR, simplement­e para homologarl­as de manera que el nuevo modelo pueda disputar el WSBK de la mano del español Rubén Xaus y el experiment­adísimo Troy Croser. Si bien BMW nunca pudo ganar en la categoría mayor (si lo hizo en otras de menor relevancia), sorprendió a muchas marcas históricas con décadas de desarrollo en sus espaldas. Los buenos resultados dinámicos y el potencial que esta deportiva tuvo como producto a partir de la buena aceptación del público hicieron que un año más tarde la compañía comenzara la fabricació­n en masa del modelo, que se destacaba por brindar tecnología­s que en ese entonces solo se veían en motos edición limitada o de competició­n, como el control de tracción de diferentes niveles que brindaba la posibilida­d de escoger un “modo Pro” con el que se adaptaba a la conducción con neumáticos slicks de pista o frenos ABS. Ese nivel de innovación es el estandarte que la firma desea reencarnar con la versión 2019 de su deportiva.

EL PERFECCION­ISMO ALEMÁN, LA CLAVE DEL ÉXITO

Con Tom Sykes y Markus Reiterberg­er como pilotos, y con la colaboraci­ón logística de la empresa japonesa Shaun Muir Racing, BMW regresó de manera oficial al World Superbike, campeonato en el que debutó la muy esperada S 1000RR 2019. La mítica deportiva atravesó su tercera renovación, signada por una parte de ciclo de mejor calidad, una electrónic­a a la altura de la importanci­a de un certamen internacio­nal y un motor finamente actualizad­o que mantiene la configurac­ión de cuatro cilindros en línea, pero integra el nuevo sistema de distribuci­ón variable ShiftCam ya visto en la R 1250 GS. Esta novedad adapta electrónic­amente la apertura de las válvulas de

pendiendo del régimen del motor, para poder generar un consumo menor a bajas revolucion­es y un rendimient­o mejorado a altas vueltas. En concreto promete un consumo 4% menor, un rango de utilizació­n más alto y una potencia de 207 CV a 13.500 rpm, 8 CV más que su antecesora. En cuanto al torque anuncia 113 Nm a 11000 rpm, una cifra competitiv­a con las demás motos del segmento, pero, un detalle no menor, es que 100 Nm de ese torque están disponible­s desde las 5500 rpm, caracterís­tica que, por ejemplo, hace que su aceleració­n de 0 a 100 km/h sea en solo 3,1 segundos. En términos generales, los ingenieros de la casa de Múnich explican que esta versión es un segundo más rápida que su antecesora en pista. Más allá de que el bloque recibió una minuciosa actualizac­ión, tal vez el punto más fuerte de esta Superbike es la electrónic­a orientada 100% a su desempeño en circuitos: posee los modos de conducción Rain, Road, Dynamic y Race de serie (más tres modos Race Pro opcionales), el Dynamic Traction Control (DTC), sistema anti-wheelie, launch control y quickshiff­ter, entre otros.

DE ADENTRO HACIA AFUERA

El chasis denominado Flex Frame (doble viga) y desarrolla­do en aluminio, intentará darle una nueva personalid­ad más ágil a la BMW S 1000RR, ya que se le modificó prácticame­nte todas sus geometrías, como el avance, el lanzamient­o, una distancia entre ejes mayor y un reparto de pesos más eficiente. Además, el modelo bajó 4 kg en el motor (1,5 kg solo en el escape) y lo que ayudó a que su peso pase de 208 kg a 197 kg, lo que generará una importante relación peso/potencia. La parte de ciclo se equipó con suspension­es de alto rendimient­os y un sistema de frenos que utiliza un doble disco flotante mordido con pinzas de cuatro

pistones adelante y un único disco atrás de 220 mm con cáliper de un solo pistón, equipado con ABS en curva totalmente desconecta­ble. Por fuera, se nota fácilmente que estrena estética, más aún en su parte frontal donde dejó atrás su caracterís­tico doble faro asimétrico, para adoptar luces LED y un diseño más actual. Está disponible en dos versiones de decoración: la mítica “Motorsport”, que une los colores de competició­n de BMW (blanco, rojo y azul, con detalles en negro), y el Racing Red, un llamativo rojo que también se cohesiona con el chasis, horquilla y llantas en negro.

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