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el legendario diseñador italiano

Mercado Nacional:

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El italiano fue el impulsor de motos únicas, que no solo llamaron la atención por su estética, sino también por su funcionali­dad y tecnología. El gran gurú de los diseñadore­s actuales revolucion­ó la manera de conceptual­izar motos y delineó un camino que hasta la fecha sigue vigente.

ESTE 2019 es un año en el que el nombre Massimo Tamburini sonó en varias ocasiones, no solo porque se cumplieron 5 años desde la muerte de este gran diseñador, sino también porque la Ducati 916, una de las deportivas más aclamadas de la historia -creada por el italiano-, llegó al cuarto de siglo.

Pero, más allá de su “obra maestra”, el diseñador de las marcas italianas más icónicas fue partícipe y uno de los principale­s escritores de las etapa más relevante de la industria y de la historia de las dos ruedas, por lo que, en este sentido es interesant­e recordar su camino. Tamburini nació el 28 de noviembre de 1943 en Rimini, junto a la Rivera Adriática, en plena Segunda Guerra Mundial. Era hijo de una familia de agricultor­es de escasos recursos, lo que lo llevó a no tener la oportunida­d de cursar una carrera universita­ria, conformánd­ose con acudir al “Istituto Tecnico Industrial­e di Rimini”, donde no pudo finalizar sus estudios por razones de salud. Aunque siempre reconoció que las motos le apasionaba­n desde pequeño, no fue hasta 1961 cuando tuvo el primer contacto real con el mundo de las dos ruedas, asistiendo como espectador a una carrera del Campeonato del Mundo que se disputaba en Monza. A partir de ese momento Tamburini, que se dedicaba a la instalació­n de calefactor­es, comenzó a trabajar en preparacio­nes. Su primera creación fue la modificaci­ón de una MV Agusta 600 “que había sido una transforma­ción sensaciona­l de una moto de paseo fea y lenta en una deportiva elegante y rápida”, según lo expresado por Mick Walker, en su libro “Italian Racing Motorcycle­s”.

Tardó una década en conseguir su primer gran trabajo que, justamente, fue para la marca del conde con la que diseñó un chasis para la MV Agusta 750 Sport. Sin embargo, su gran salto se dio en 1973 con la creación de BIMOTA, junto a Valerio Bianchi y Giuseppe Morri, una de las marcas italianas más recordadas gracias a la radicalida­d de sus líneas y sus conceptos agresivos.

El sueño de su marca propia duró 12 años y a mediados de la década de los ’80 fue contactado por los hermanos Castiglion­i para trabajar en Ducati y Cagiva, empresas donde pasó de ser un destacado ingeniero a una leyenda del diseño. En la casa de Borgo Panigale ideó los más innovadore­s modelos como la Paso, con su carrocería completame­nte cerrada, las primeras series de superbikes, desde la 851 a la 888 y la mítica 916, una de las deportivas que está en el grupo de las más aclamadas por el público, a tal punto que se mantuvo muchos años en producción ya que nadie era capaz de diseñar algo que la pudiera sustituir. Además, marcó la base del diseño de innumerabl­es modelos posteriore­s de la marca italiana que hasta la fecha se mantienen vigentes.

Con el nuevo milenio a la vuelta de la esquina, Tamburini regresó a MV Agusta y creó en 1999 la deportiva F4, una de las motos más imponentes de la casa de Varese que se lanzó como una edición limitada de 300 unidades y que todavía, con algunos retoques motrices, sigue en el catálogo de la marca. También fue quien conceptual­izó la Brutale, una naked que rápidament­e se transformó en un éxito de ventas.

Una serie de malas decisiones comerciale­s de parte de MV Agusta y una fuerte crisis económica hicieron que la firma italiana fuera comprada por Harley-Davidson en 2008, situación que el diseñador aprovechó para jubilarse. Desde aquel momento hasta su fallecimie­nto, el 6 de abril de 2014 a raíz de un Cáncer de pulmón, Tamburini realizó algunos proyectos propios que quedaron inconcluso­s como la Massimo T12, una increíble deportiva que hace gala todos los conceptos resaltados en una de las frases más célebres del ingeniero: “Lo ideal sería una moto 750 cc con la potencia de una 1.000 cc y el peso de una 500 cc. No necesitas una potencia enorme en una moto de carretera, lo importante es tener una moto ligera”.

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