Forbes (Argentina)

Los Mironescu, Jean Cartier y María Fernanda

- POR DANIEL BALMACEDA PERIODISTA Y MIEMBRO TITULAR Y VITALICIO DE LA SOCIEDAD ARGENTINA DE HISTORIADO­RES.

Fueron protagonis­tas de una historia de amor durante la Segunda Guerra Mundial y formaron una de las primeras productora­s de televisión de la Argentina. Fernanda Fasce (15 años, hija de italianos) y Atanase Mironescu (30, rumano oriundo de Bucarest, empresario teatral, actor y cantante) huyeron de Rumania y, luego de meses lograron reencontra­rse. ¿Así nomás? No. Durante semanas, Fernanda iba cada noche a la estación de Salzburgo hasta que por fin arribó su amado.

Cierta vez en Francia, Atanase Mironescu había sido asistente de un cantante de tangos: Carlos Gardel. El buen recuerdo de aquellos días los decidió: viajarían a la Buenos Aires querida del malogrado Carlitos.

Previa estadía en Brasil, arribaron al Plata en 1948, ya casados, en un barco de refugiados. Rubio de ojos celestes, y con entonada voz, el inmigrante fue contratado para cantar en el Teatro Nacional y en una confitería del centro, Goyescas (Sarmiento y Esmeralda), donde tenía un repertorio de canciones francesas. Hacía bien su trabajo, pero el empresario considerab­a que con el nombre rumano no ayudaba. Entonces, Atanase Mironescu se convirtió en Jean Cartier. Fernanda —María Fernanda, nombre artístico— también se sumó como cantante. De esta manera, compartier­on escenarios y avanzaron juntos en el mundo artístico.

Tuvieron alguna incursión en radio hasta que, en 1951, cuando se inició la era de la televisión, no lo dudaron. A diferencia de los que no se animaban al nuevo formato, Jean Cartier y María Fernanda se lanzaron a la aventura. La televisión argentina empezó con ellos. Porque, frente a tanto escepticis­mo, el rumano convenció a las autoridade­s del entonces único canal con un argumento económico: se ofrecía a trabajar tres meses gratis. El 26 de octubre presentaro­n Melodías de París; al día siguiente, Cita con Jean Cartier; a la siguiente semana, la comedia musical Melody Bar, en donde se destacaba María Fernanda. El próximo mes, un programa de concursos: Complételo usted. Cuando se venció el plazo, ya eran piezas fundamenta­les de la producción televisiva.

Jean Cartier y María Fernanda partieron a Brasil en busca de nuevos negocios. Regresaron en 1955, con ganas de retomar la actividad en la tevé. Pero querían hacer algo diferente en televisión. Les parecía que el género de la comedia musical estaba muy explotado. Por eso, optaron por llevar a la pantalla un proyecto distinto: la biografía del malogrado diseñador Jacques Fath, a quien habían conocido en París. El programa se llamó El arte de la elegancia y comenzó a verse en diciembre de 1956.

En un principio, los desfiles eran apenas un condimento. Pero el cuidado y la atención a cada modelo que lucían las mannequins hizo que la pasarela tomara todo el protagonis­mo. Así, El arte de la elegancia se convirtió en un clásico de la televisión argentina. Ejerciendo la conducción, el rumano hablaba un español con tonada francesa. Al finalizar la presentaci­ón de un diseño, despedía a la modelo con la frase: “Gracias, mercí”.

El genial Atanase Mironescu murió a fines de 1976. A partir de entonces, el envío semanal se llamó: El arte de la elegancia de Jean Cartier, y fue conducido por María Fernanda. Durante tres décadas, el programa integró la grilla de la tevé. La singular pareja dejó una huella imborrable en el mundo de la moda y la producción televisiva. Gracias, mercí, Jean Cartier y María Fernanda.

CONVENCIÓ A LAS AUTORIDADE­S DEL ENTONCES ÚNICO CANAL CON UN ARGUMENTO ECONÓMICO: TRABAJAR TRES MESES GRATIS.

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