Forbes (Argentina)

La dama de las cabañas

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Mar ía E len a O l az áb al E strad a d e Hirsch (94) , la última esposa de Mario Hirsch (de los otrora popes de la extinta Bunge&born), se puede jactar no solo de haber heredado una verdadera fortuna, sino que, al igual que su difunta amiga, Amalia Lacroze de Fortabat, logró multiplica­r con creces los bienes obtenidos hace más de 30 años. Ella es la segunda criadora de toros registrado­s de la Argentina, a través de Bellamar Estancias, una compañía agropecuar­ia con más de 70.000 hectáreas y un stock de 40.000 vacunos bajo su órbita. A su vez, cosechó numerosos premios en las tradiciona­les exposicion­es de la Sociedad Rural Argentina, encuentros que dejó de frecuentar por sus problemas de salud hace solo dos años. Con una fortuna estimada en unos US$ 250 millones, es una de las diez mujeres más ricas de la Argentina.

Campeona de la reproducci­ón bovina Su establecim­iento vende a razón de 1.200 cabezas por año.

La génesis

Comega, la primera torre de hormigón armado erigida en Buenos Aires, fue un emprendimi­ento familiar liderado por el magnate Alfredo Hirsch, accionista de Bunge&born, que luego continuaro­n sus hijos. Uno de ellos, Mario Hirsch, desarrolló el negocio de las cabañas (Las Lilas, Corral de Guardia, Bellamar, El Bonete). Desde 1992, tras su fallecimie­nto, el negocio agropecuar­io se dividió en cuatro nuevas unidades, entre ellas Bellamar Estancias. Hoy, la viuda del empresario es la propietari­a de este gigante con siete establecim­ientos repartidos entre Buenos Aires (3), Córdoba (2), Formosa (1) y Salta (1), con los cuales talla fuerte en el negocio de la reproducci­ón bovina, aportando su avanzada genética en cuatro razas: Brangus, Braford, Polled Hereford y Aberdeen Angus.

En un raid de premios, en 2018 se consagró Campeón del

Mundo Brangus, en Houston,

Texas. Lo hizo con Payanquén, un toro de tres años.

Los dominios agropecuar­ios de Bellamar Estancias en Argentina representa­n 3,5 veces la superficie de la

Capital Federal. US$ 250 millones es su fortuna estimada, lo que la convierte en una de las diez mujeres más ricas del país.

Una mujer con clase (empresaria­l)

Una de sus jugadas más audaces fue el aporte de capital que hizo en Pilagá, cuando la también empresa agropecuar­ia buscaba debutar en la Bolsa de Comercio. A cambio, cobraba los intereses correspond­ientes, hasta que Pilagá desistió con su intención de realizar un IPO y terminó cambiando de manos. Como parte de pago, ella recibió una nueva fracción de tierra firme en Formosa: las 24.800 hectáreas de Guaycolec.

Cuando inició su recorrido como flamante cabañera, por ejemplo, Corral de Guardia era una firma solo de Brangus negro; fue ella quien sumó el Brangus colorado y la raza Braford. Y no solo retuvo tres de las cuatro cabañas que administró su marido: también incrementó los rodeos y creó una “sucursal” de Corral de Guardia en Salta.

No tuvo hijos con Hirsch, pero sí tres con su primer marido, Marcelo Saint: Elena (h), Marcelo (h) y Marina. La primera fue la más prolifera en engendrar la siguiente generación: Elena (h) tuvo cinco hijos, hoy vinculados a diversos negocios que van desde la hotelería y el real estate hasta el agro, las finanzas y el software.

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