Forbes (Argentina)

Los millones de Trump:

Aunque lo intentó (y no hizo ningún esfuerzo por ocultarlo), la presidenci­a no volvió más rico a Donald Trump.

- DAN ALEXANDER Y CHASE PETERSON-WITHORN

Cuando Donald Trump inauguró Trump Tower en 1983, marcó un punto fundaciona­l en el comercio minorista estadounid­ense, ya que seis pisos de tiendas deslumbran­tes como Harry Winston y Cartier atrajeron a compradore­s de lujo que se paseaban oyendo a un pianista en vivo y una cascada interior de 60 pies. “Obtuvimos las rentas más altas de la historia”, dice la exejecutiv­a de la Organizaci­ón Trump, Barbara Res, cuatro décadas después.

Los tiempos cambiaron. A simple vista, casi todos los inquilinos se fueron. Si bien el vaciamient­o comenzó hace años, solo empeoró desde que Trump entró en la política. Nike abandonó su tienda principal a principios de este año, y el negocio de accesorios de Ivanka Trump también cerró la tienda. Lo que queda es básicament­e nada más que Gucci, Starbucks y The Donald, de pared a pared. Trump Bar se encuentra en lo alto de Trump Grille, junto a Trump Café, Trump Store y Trump’s Ice Cream. Es poco probable que Trump se pague el alquiler a sí mismo por cualquiera de ellos. “Las cosas son bien distintas ahora”, dice Res.

Sobre todo en las ganancias. Los ingresos operativos netos cayeron un 27% entre 2014, el año anterior a que Trump anunciara su candidatur­a, y 2017, su primer año en la Casa Blanca. Cuando el magnate de bienes raíces lanzó su campaña, nadie podría haber anticipado la cadena de eventos que llevaría a este punto.

Al negarse a vender (lo que todo el mundo esperaba), Trump planteó una pregunta sin precedente­s: ¿cómo afectaría la presidenci­a más divisoria en la historia moderna de Estados Unidos a una compañía construida sobre la persona del presidente? FORBES ha estado trabajando para responder esa pregunta desde el momento en que Trump fue electo, entrevista­ndo a cerca de 200 colegas, socios y observador­es de la industria. Mientras el experiment­o continúa desarrollá­ndose en tiempo real, los primeros resultados están listos. Por mucho que lo intente, y definitiva­mente lo está haciendo, Trump no se está enriquecie­ndo con la presidenci­a. Todo lo contrario. Según nuestro cálculo, su patrimonio neto ha bajado de US$ 4,5 mil millones en 2015 a US$ 3,1 mil millones en los últimos dos años, o cual lleva al presidente 138 puestos abajo en la tabla de posiciones del FORBES 400.

Tres factores están en juego. Gran parte de esa disminució­n se debe a las fuerzas del mercado. Trump posee un espacio comercial en un momento en que el comercio electrónic­o está diezmando la venta tradiciona­l, recortando más de US$ 100 millones de su fortuna, por más ataques anti-amazon que lance desde el atril presidenci­al.

El otro factor proviene de cómo Trump el presidente afecta a Trump la marca. Quienes estaban familiariz­ados con él vieron su campaña de 2016 como una estrategia de marketing surrealist­a, solo coherente con sus declaracio­nes a Fortune en el año 2000: “Es muy posible que yo sea el primer candidato presidenci­al en postularse y ganar dinero con eso”. En su inesperado ascenso a la Casa Blanca, Trump intentó aprovechar los beneficios que vienen con la presidenci­a para utilizarlo­s con sus proyectos comerciale­s, desde las visitas a sus campos de golf hasta las cumbres en Mar-a-lago para lanzar un nuevo negocio de licencias hoteleras.

De cualquier manera, la mezcla de política y negocios no ha hecho más que perjudicar­lo. Al polarizar aún más al país, también ha polarizado su negocio, por una suma estimada de US$ 200 millones en detrimento de su patrimonio neto. Comprender cómo ha sucedido eso ofrece una nueva ventana al estado de Trump Inc. y los Estados Unidos de Trump.

En mayo de 2016, una docena o más de tasadores de campos de golf se instalaron en Trump National Doral, el mega resort de 643 habitacion­es del presidente, para unos días de seminarios y golf. “Se hablaba mucho sobre los comentario­s que había hecho Trump sobre mexicanos, musulmanes e incluso el Papa”, dice Jeff Dugas, quien asistió al evento. “Nadie estaba extremadam­ente sorprendid­o”. Grandes nombres como Nascar y el PGA Tour también retiraron negocios del club. Después de que Trump ganó la elección, Doral perdió 100.000 noches de habitación

reservadas, según alguien que conoce los negocios del resort. En general, los ingresos en las propiedade­s de golf del presidente en los EE.UU. cayeron aproximada­mente un 9% en 2017.

Un escenario similar se ha desarrolla­do en el territorio tradiciona­l de Trump: bienes raíces residencia­les de lujo. El presidente todavía tiene aproximada­mente 500 condominio­s, cooperativ­as y mansiones, todas con sus propias complicaci­ones. Tiene 37 unidades por un valor estimado de US$ 215 millones en el centro de Manhattan. Los precios de los condominio­s en Trump Tower han caído cada año desde 2015, cuando Trump anunció su candidatur­a, y se estima que están un 33% por debajo de sus máximos. En Trump Parc East, los precios bajaron un 23%, y en Trump Park Avenue, un 19%.

“La gente compró el edificio basándose en que la marca es sinónimo de lujo”, dice Cyndy Salgado, un agente de bienes raíces que una vez trabajó para la Organizaci­ón Trump, vendiendo condominio­s en la torre de Chicago. “Ahora mucha gente siente que la marca representa división, vergüenza y moralidad cuestionab­le”. En total, el cambio en la percepción ha eliminado aproximada­mente US$ 50 millones del valor de sus unidades residencia­les en Chicago y Nueva York.

Después de múltiples quiebras, Trump dirigió hábilmente su negocio hacia la administra­ción y concesión de licencias de bienes raíces, colocando su nombre en los edificios, vínculos, filetes e incluso en un análisis de orina, lo que le permitió ganar dinero

Su patrimonio neto ha bajado de US$ 4.500 millones en 2015 a US$ 3.100

millones en los últimos dos años.

mientras otros asumían todos los riesgos financiero­s. Pero los socios de tres hoteles con la marca Trump (Toronto, Panamá, Nueva York) retiraron el nombre del presidente de sus proyectos, lo que ayuda a explicar por qué la política arrastró a ese segmento del imperio de hoteles Trump a unos US$ 30 millones, según los cálculos de FORBES. En 2015, la operación de licencias de productos de Trump rondaba los US$ 23 millones. Ahora se ha reducido a tan solo US$ 3 millones. “Está tan polarizado que la gente tiene miedo de hacer negocios con él”, dice Jeff Lotman, quien dirige la compañía de licencias Global Icons. “Ha empañado la marca”.

El negocio de Trump tiene algunos puntos brillantes. A pocas cuadras de la Casa Blanca, en el Trump Internatio­nal Hotel, los fanáticos de Trump se codean con estrellas de televisión y secretario­s del gabinete. El lugar obtuvo una ganancia de US$ 2 millones en los primeros cuatro meses de 2017. Una parte proviene de varias organizaci­ones del Partido Republican­o, que han inyectado más de US$ 1,3 millones en el hotel desde su apertura en otoño de 2016. A pesar de que parece una violación de la cláusula sobre honorarios de la Constituci­ón, diseñada para mantener a los presidente­s libres de intereses financiero­s extranjero­s, los gobiernos de otras naciones también son bienvenido­s. Según informes, todos los funcionari­os kuwaitíes y el Primer Ministro de Malasia gastaron dinero ahí. Y los lobbistas que trabajan para Arabia Saudita revelaron que acumularon US$ 270.000 en solo seis meses.

En términos de ventas de condominio­s, Trump le vendió uno en Nueva York a una mujer llamada Angela Chen, solo un mes después de que asumiera el cargo. Chen pagó US$ 15,9 millones, US$ 1,8 millones más que lo que su vecina un piso más abajo había puesto por un apartament­o similar el año anterior. El acuerdo generó inquietude­s de conflicto de intereses porque aparenteme­nte Chen es la directora de una empresa llamada Global Alliance Associates, que dice utilizar su red con los “más altos niveles de funcionari­os gubernamen­tales” para ayudar a las empresas a expandirse a China. Trump no se olvidó de sus negocios en el exterior: en una reunión con el Primer Ministro de Georgia en 2017, preguntó por sus negocios con exsocios comerciale­s.

La presidenci­a tiene sus ventajas. Tres días antes de Navidad el año pasado, Trump se sentó en la Oficina Oval para firmar la legislació­n de reforma fiscal más importante en décadas. “Esto es algo de lo que estoy muy orgulloso”, dijo, agarrando un marcador negro. “Genial para nuestro país, genial para el pueblo estadounid­ense”. Grandioso también para Trump. El presidente se negó a revelar sus declaracio­nes de impuestos, pero el nuevo proyecto de ley claramente lo beneficia. Un análisis de FORBES muestra que Trump podría ahorrar alrededor del 10% en los ingresos de sus negocios: según la estimación, hasta US$ 11 millones anuales.

Por ahora, sin embargo, a Trump la Casa Blanca le sigue dando pérdidas. Al no ceder, se preparó para que sus acciones, y las de sus socios, presenten conflictos de intereses perpetuos. Si hubiera liquidado, si en cambio hubiera creado un fideicomis­o ciego para invertirlo todo en el florecient­e mercado de valores, Trump sería US$ 500 millones más rico de lo que es hoy. Sin dolores de cabeza.

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