PEQUEÑAS GRANDES DELICIAS
Paulo Barberis creó Adorado Bar en 2014. Hoy, la marca tiene 12 locales en Buenos Aires y uno en Madrid. Su apuesta al interior del país y los nuevos proyectos.
Paulo Barberis es un amante del buen comer y la cocina. Sin embargo, nunca se había dedicado al rubro. Estudió Comercio Exterior, trabajó en la DGI y, después de 13 años en una empresa del sector textil, decidió dejar todo para dedicarse a la gastronomía. “En 2014, creo que estaba en la crisis de los 40: todo me aburría. Había llegado a un puesto donde ya no podía crecer y busqué nuevos rumbos”, recuerda. Para eso se preparó: hizo el curso de Administración Gastronómica en el Instituto Argentino de Gastronomía (IAG), de pastelería y panadería.
Fue así como, tras un tiempo, logró encontrar en la gastronomía –y en la vocación de servicio, algo que también lo identifica– su nueva forma de vida. Casi de casualidad, se encontró con su primer local, en el corazón de Palermo, con una inversión inicial de US$ 18.000. “Era el espacio ideal: 30 lugares, muy pequeño. Y ahí arrancó todo”, rememora. El emprendedor no para de sorprenderse por lo rápido que se dio el crecimiento. Tras la apertura del primer local en abril, ocho meses más tarde abrió la primera franquicia en Mar del Plata –hoy tiene siete en la ciudad balnearia–.
Barberis armó una sociedad con el fin de dar franquicias y alcanzó los 12 locales. “Yo tengo dos: la concesión en la Usina del Arte y el de Honduras. Todos los demás son franquicias, que son friends and family. Son amigos o familiares de otras franquicias”, cuenta. Y añade: “Todo fue muy orgánico y boca en boca. Recién ahora empezamos nosotros con la comercialización de la franquicia, desde una sociedad armada con ese fin”.
El concepto es un restó de día, una inspiración que tomó de sus viajes por el mundo. La oferta gastronómica se basa en “comida casual”, saludable y casera, con ingredientes de estación y productos frescos. “No hacemos una cocina revolucionaria. Respetamos el sabor casero, como si lo hicieras en casa”, describe. Como diferencial, la carta está abierta todo el día y cada local hace su propia producción. “No hay un centro de producción que abastezca a todos. La carta es la misma, la ambientación es similar, pero no es cadena, sino que buscamos que cada local parezca único”.
La aventura en Madrid es otro de los ejes del crecimiento. El local se encuentra en el barrio céntrico de Lavapiés que, según una encuesta de la revista Time Out, fue elegido el barrio más cool del mundo entre 15.000 influencers. “Yo venía seguido a Madrid, por conocidos, pero la última vez me encontré con una ciudad renovada, muy cosmopolita, que también tiene algo de Buenos Aires”, confirma Barberis.
“Saber armar equipo es otra de las claves. Diría que es el 70% del éxito o del fracaso. Y saber hasta dónde llegás vos: hay que contratar especialistas para que hagan las cosas bien”, asegura el emprendedor. Adorado Bar espera abrir ocho nuevas franquicias este año. Las primeras serán San Isidro y una nueva en San Telmo, en marzo. “Queremos desarrollar el interior del país, hacerlo una propuesta federal, más que porteña. Porque en Buenos Aires del concepto hay mucho, y en el interior no tanto”, explica. Así, está atento a oportunidades en Mendoza, Córdoba y Rosario. En tanto, en España, la idea es replicar el mismo modelo de negocios que en Argentina.
2019 traerá otra nueva apuesta: la apertura de un local de panadería gluten free, con formato take away. “Si hoy me sentaras en el primer local y me dijeras que en cuatro años tendríamos 13 locales, me parecería una falacia: poder haber logrado que algo tan chiquito, que ni siquiera estuvo pensado para ser enorme, se haya podido construir en tan poco tiempo”, concluye.