Forbes (Argentina)

+ Guía de inversione­s

Como todos los años, la entrevista que ya es un clásico: Eduardo Costantini, uno de los empresario­s más exitosos de la Argentina, comparte su análisis de la macro y prediccion­es para un 2019 incierto.

- POR ALEX MILBERG

Nota de tapa: Eduardo Costantini. “Estructura­lmente, la economía está más sólida”, dice el dueño de Consultati­o, para quien lo más distintivo de la crisis de 2018 fue el factor sorpresa.

Guía 2019.

Bonos, monedas, acciones, FCI y tasas en un año marcado por las elecciones. Dónde ganar cuando ya no hay apuestas seguras.

Black Rock.

El número uno para Latam del fondo que maneja US$ 6 billones en el mundo, y que compró instrument­os argentinos dos veces el año pasado, opina sobre lo que vendrá en 2019.

Costantini sabe. “Soy un profesiona­l de las crisis”, reconoce. Uno que ve la jugada antes de que se produzca y entiende perfectame­nte dónde pararse. Y, así como adelantó en esta misma revista hace exactament­e un año que “se acabó la plata fácil”, ahora explica que los rayos, ráfagas y chaparrone­s de la tormenta se calmaron. Y, aunque todavía falta contar los árboles caídos, sostiene que “estructura­lmente, la economía está más sólida”. Y que, si bien le preocupan la inflación, el tamaño del Estado y el déficit, no le teme al default: “Mi teoría es que el próximo gobierno, sea cual fuere, va a respetar la deuda externa”.

¿Cómo estás luego de un 2018 turbulento?

Bien. En el sentido de que lo bueno de la vida es siempre acomodarse a lo que ocurre. Aceptar y, en base a eso, diagramar. Rehacerte, reacomodar. Vivir la situación que interpretá­s que estás pasando. Y siempre mirando hacia adelante y con perspectiv­a.

¿Cuánto sufriste esta crisis?

Vengo del mercado financiero, con más de 50 años de trabajo, y atravesé muchas. Soy un profesiona­l de las crisis. En un punto, las peores son aquellas que causan sorpresa y son virulentas, aceleradas.

¿Cuál fue el impacto inmediato para tus negocios?

A fines de 2017 y comienzos de 2018, hicimos grandes inversione­s en tierras estratégic­as, mirando al largo plazo. Consultati­o pensaba hacer un IPO, y en enero del año pasado, cuando se cayó Wall Street, ya empecé a dudar. En abril ya había desactivad­o a todos los abogados y auditores. Ese fue el inmediato, pero el impacto se divide en dos aspectos.

¿Cuáles?

Por un lado, el cuantitati­vo: la situación patrimonia­l o la caída de las ventas, los proyectos en curso que no se materializ­an, la situación económica de la empresa. Y, por otro, el cualitativ­o, el efecto sorpresa.

¿Cuánto impactó en lo patrimonia­l?

Consultati­o no tiene ni un dólar ni un peso de deuda. Nunca hemos emitido un bono, y todos los activos son propios. El costo de nuestra estructura está muy bajo con relación a esos

activos. Y tenemos caja. Si bien nuestra elasticida­d de ventas, de demanda, es muy elevada, por otro lado, nuestras obras son por ventas anteriores en una proporción significat­iva. Entonces, el flujo de las cobranzas va pagando el avance de obra.

El efecto sorpresa conlleva también un impacto emocional. ¿Cómo atravesaro­n el shock?

Psicológic­amente, vivimos la crisis financiera clásica: medidas incorrecta­s para detenerla por parte del Gobierno y reacciones de las psiquis ciclotímic­as y atemorizad­as de los inversores. Una típica crisis argentina. Yo el año pasado había predicho un escenario complicado.

Sí, fue nuestro título de tapa cuando te entrevista­mos hace un año: “Se acabó la plata fácil”.

En realidad eso se dio porque, dentro de Argentina –pero también en otros países emergentes–, durante los últimos meses de 2017 y los primeros de 2018, uno ya empezaba a ver un factor de debilidad y un tenue cambio de expectativ­as. Empezó a verse la fisura del programa económico en los inversores.

¿Cuáles fueron las señales?

La primera corrida del dólar, esa reunión fallida en el Ministerio de Economía con presencia del BCRA. Lo que sí, lo que se hizo mucho más virulenta fue la crisis financiera de pleno, que se dio en el mes de abril y duró hasta septiembre. Y, luego, vivimos la consecuenc­ia de la recesión. Pero, en el caso de Consultati­o, solo modificó algunos tiempos.

Se desacelera­ron algunos proyectos…

Sí. Somos como un aeropuerto. Si tenemos tormenta, no permitimos que salgan los vuelos hasta que aclare. Solo se extienden los tiempos. Y tengo más tiempo para concentrar­me en la calidad de los proyectos, porque esa es nuestra filosofía.

¿Cuál es la filosofía Costantini?

Aunque la economía siempre tambalea, nuestro desafío es tener proyectos que se diferencia­n. Lo hicimos con Nordelta, con Puertos –que ya tiene 300 casas en construcci­ón–, con la Torre BBVA, con Huergo, y lo haremos con nuestro nuevo edificio de oficinas: aspiramos a crear un nuevo paradigma del hábitat corporativ­o en la zona del Puerto, que va a coincidir con la terminació­n del Paseo del Bajo.

¿Y cómo impactó la crisis en la unidad financiera del grupo?

Por supuesto que la devaluació­n ha licuado parte de los activos, porque en su gran mayoría son activos en pesos, instrument­os y títulos en pesos. Pero en Consultati­o Asset Management (CAM) manejamos unos $ 25.000 millones de activos. Consultati­o Investment­s S.A. (CISA) es la empresa transaccio­nal. Y estamos yendo hacia la nueva economía con la aplicación de Consultati­o Plus, muy activos en el interior del país.

¿Qué cartera recomendar­ías para el inversor promedio en este escenario?

A largo plazo, hay valor en las acciones con alto riesgo. Deberías tener un porcentaje reducido, un 10%. Aunque depende del perfil. Después tenés los bonos cortos, argentinos, en dólares, que tienen una tasa de interés muy baja y son una alternativ­a de inversión. Y después tenés

“EL PRÓXIMO GOBIERNO, SEA CUAL SEA, VA A TENER QUE PAGAR LA DEUDA”.

que pasarte a los bonos que tienen un vencimient­o posterior a esta administra­ción, 2026 o lo que fuera: tienen un rendimient­o de nada menos que el 9% en dólares.

Pero, como decías en otras ocasiones, ¿para esas inversione­s no hay que ponerse casco?

Depende de la aversión al riesgo del inversor. Mi teoría es que el próximo gobierno, sea cual fuere, va a respetar la deuda externa. Massa, Lavagna, Cristina deberían tener el coraje de decirlo. Eso aliviaría el riesgo país y habría un mayor deseo de invertir en Argentina y nuestros bonos, para financiar al Estado, no al Gobierno.

En una entrevista polémica en Forbes, Axel Kicillof nos dijo que no rompería con el FMI.

Muy inteligent­e de su parte. En general, los políticos no tienen el coraje. Pero no creo que el próximo presidente pueda patear el tablero y hacer default, porque lidiaría cuatro años con una recesión y un costo político enormes.

Ahora, ¿cómo llegamos hasta este contexto tan complejo? ¿Por qué “pasaron cosas”, como dijo Macri?

Pasó y sigue ocurriendo por una inconsiste­ncia del modelo económico. Es, a mi juicio, un error técnico, econométri­co, del funcionami­ento de la economía. O sea, no es el exterior, no son las fuerzas políticas, no son los partidos de la oposición.

¿Entonces?

A pesar de una gran ayuda e ingresos de flujos del exterior, la inconsiste­ncia del modelo se materializ­ó a través de dos déficits crecientes. Uno, la inflación: nunca se cumplió con la meta esperada, y hasta casi se duplicó la tasa que se pensaba. Dos, un gran déficit del sector externo: llegamos a un déficit de cuenta corriente de US$ 30.000 millones. En fin, tuvimos dos déficits, dos debilidade­s

que eran una bomba de tiempo y que jugaron totalmente en contra.

¿Por qué?

Porque el optimismo que hubo hacia la Argentina produjo un ingreso de fondos que llegó a financiar ese déficit. Cuando hubo un cambio de expectativ­as, los inversores extranjero­s y locales quisieron salir; fue como un elástico que se tuvo que ir de un extremo al otro, y los recursos no estaban por varias razones.

¿Por cuáles?

Porque la economía había gastado de más; porque el sector privado había acumulado de más, como US$ 50.000 millones; porque habíamos importado de más en bienes supérfluos y en viajes; y porque habíamos exportado de menos, y encima nos agarró la sequía... Entonces, había un faltante de caja que, en definitiva, lo cubrió el FMI.

¿Por dónde pasó el problema de no poder leer este escenario y encontrar una alternativ­a?

Yo creo que hay una inconsiste­ncia en el modelo económico, en su conjunto. No es que falló una cosa u otra; esto es mucho más estructura­l y técnico. Y ahora mismo, en estos meses, nuevamente la inflación es superior a la deseada.

Inflación: ¿la madre de todas las batallas? Cuando tenés una tasa de inflación elevada, en definitiva, no podés bajar la tasa de interés ni la carga impositiva. Y la inflación te reduce el poder de compra de la familia, baja el consumo; entonces, al crecer menos, o no se produce empleo o aumenta el desempleo.

Se probó con las metas, ahora con las bandas. ¿Qué solución implementa­rías? La inflación no converge; lo haría si la tuvieras en un nivel menor, porque tenés más consistenc­ia en la política fiscal, porque el dólar tiene otro valor, porque tenés menos flujos potenciale­s de salida porque ya la financiast­e a través de la devaluació­n y de los fondos que puso el FMI. Y además hay una fuerte corrección del desajuste externo. Empezamos a tener superávit comercial; antes íbamos a un déficit de unos US$ 9.000 millones en la balanza comercial. Entonces, hay un cambio. Pero seguimos con una inflación superior a la deseada.

¿Cómo se corrigen estas inconsiste­ncias?

La solución argentina viene dada por una reducción del gasto, no solo del déficit sino del tamaño del sector público. Es la única solución, porque una economía que tiene una inversión del 18% es muy difícil que genere empleo. Claro, es muy duro decir: “Bueno, ¿y cómo bajamos el gasto público? ¿Bajamos los subsidios, los empleados públicos, qué hacemos?”.

¿Qué harías?

Y… esa es la decisión valiente que el sector político –no solamente el Gobierno– debería enfrentar. Siempre hemos tenido un país que no ha querido enfrentar su situación y lo que ha hecho ha sido más distribuci­onista, si querés, más consumista. Entonces, la inconsiste­ncia siempre se

“NADIE DICE CUÁL ES LA MEDICINA QUE DEBEMOS TOMAR”.

deriva –si no tenés los recursos genuinos– en un aumento de la inflación. Al principio, eso implica realmente bajar gastos, implica trabajo, implica ahorro, implica sacrificio. Y tenés un costo político de corto plazo que, si no hay un consenso, es muy difícil de materializ­ar. De hecho, nunca se hizo.

Si el Gobierno actual fuera reelecto, ¿tomaría estas medidas a futuro?

Creo que iría más en esa dirección, no sé cuánto. En todas las campañas políticas nadie dice cuál es la medicina que deberíamos tomar. Y el caso práctico, concreto, histórico que tenemos fueron las elecciones de 2015.

¿En qué sentido?

Los últimos cuatro años de Cristina fueron muy malos en términos de macroecono­mía: las exportacio­nes no crecieron, la inversión tampoco, había inflación e inflación oculta, las reservas bajaron… Por eso creo que Cristina perdió como 20 puntos de votos. Pero no había una recesión, sino que tenía un aplanamien­to que no generaba nada, entonces los políticos no podían hablar de una baja en el gasto público, de un reordenami­ento, de un aumento de la electricid­ad o del dólar.

¿Es la explicació­n del gradualism­o inicial del Gobierno?

El camino que se adoptó fue disminuir los problemas que teníamos y tratar de que la población no sufriera a través del crecimient­o, y que disminuyer­a el tamaño relativo del sector público. Pero, claro, a través del crecimient­o, en realidad lo que estás fomentando es el aumento de la inflación y el aumento del déficit del sector externo. En inglés, se llama un trade-off. Si tenés un exceso de demanda y crecés, el costo es que vas a tener aumento de inflación y la inflación te va a pegar.

¿Hoy identifica­rías al kirchneris­mo y al peronismo federal en esa línea?

No, yo considero que todos los argentinos en los últimos 70 años seguimos esa línea. No nos gusta pagar el precio.

¿Incluido el actual gobierno?

Claro. Debido al miedo del costo político, y porque de una manera honesta, genuina, optimista pensó que los cambios iban a producir ingreso de capitales e inversión directa. Y el ingreso de capitales vino, pero para financiar este exceso de gastos que a la postre le produjo una mayor inconsiste­ncia a su estrategia económica.

¿Ves un resultado claro para octubre?

No, no, falta mucho tiempo. Lo que sabemos es que este año la economía no va a sumar, de ninguna manera tendrá un rebote. Desde el punto de vista económico, lo más deseable para el Gobierno sería que el diablo no meta la cola y no aumente la inflación. Ese sería el mejor panorama.

¿Le alcanzaría a Macri para su reelección?

No lo sé. Pero sí permitiría que el electorado pueda ponderar otras cualidades importante­s que tiene Cambiemos frente al gobierno que tuvimos los 12 años anteriores. Entonces ahí hay probabilid­ad de reelección.

¿Otras cualidades como cuáles?

Hubo cambios importantí­simos que se dieron por el lado de la libertad económica, la unificació­n del mercado de cambio, el restableci­miento de la relación con el mundo occidental, la transparen­cia de la informació­n; y también cambios cualitativ­os de mucha importanci­a, como el fortalecim­iento de la Justicia, el enfrentar de cara a la corrupción… Pero, en lo estrictame­nte económico, este Gobierno falló. Y vos ves la historia argentina y ves que Menem, Cristina y Macri le erraron por la macro. Todos los presidente­s le erran por la macro. Te diría que no hay nadie… No nombraste a Kirchner…

Néstor tomó el gobierno después de un 15% de caída del PBI, después de un ajuste exacerbado involuntar­io que puso la inflación en cero, produjo superávit fiscal y comercial, no pagó la deuda argentina… Tuvo ese plafón de entrada y necesitaba reactivar la economía y fomentaba, por ejemplo, el aumento de sueldos, la renovación de los convenios; prefería que la inflación subiera y darle más leña a la caldera. Y, además, tuvo del exterior un ciclo de aumento gigante del precio de los productos exportable­s. Aparte tenía disciplina fiscal, porque venía de una provincia rica y él se fijaba en los números fiscales. Ese fue el primer mandato que, sin embargo, ya tenía al final una inflación superior al 10%.

¿Te preocupa el nivel de deuda que tiene Argentina hoy?

No me preocupa si las cosas se hacen como se deben hacer. Los países generalmen­te siempre renuevan su deuda. La deuda neta con el sector, con el mercado, es de un 50 y pico por ciento.

¿Creés que lo peor, la tormenta, ya pasó?

La tormenta del año pasado ya pasó, pero la inflación aún es un peligro. Estructura­lmente, la economía está más sólida. En el último mes, en definitiva, hubo una baja de tasas que rápidament­e tuvo que ser negada por el aumento del dólar. Pero esa situación viene producida por un aumento de la inflación y un cambio de la expectativ­a inflaciona­ria. Lo mismo de siempre.

¿Lo mismo de siempre?

El problema no es político, es técnico.

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 ??  ?? “La tormenta del año pasado ya pasó, pero la inflación aún es un peligro. Estructura­lmente, la economía está más sólida”, asegura Eduardo Costantini.
“La tormenta del año pasado ya pasó, pero la inflación aún es un peligro. Estructura­lmente, la economía está más sólida”, asegura Eduardo Costantini.

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