Forbes (Argentina)

+ Sex toy story

El negocio de los juguetes sexuales ya mueve US$ 15.000 millones a nivel mundial, y se proyecta que para 2020 alcanzará los US$ 50.000 millones. La venta online como clave del boom global y los protagonis­tas de la oferta local.

- POR HERNÁN PANESSI

Cómo la industria de los juguetes sexuales salió de lugares “prohibidos” para convertirs­e en un nicho de retail orientado hacia las mujeres.

La industria del sexo mueve millones. Se sabe, se supo y se seguirá sabiendo: a lo largo de la historia, el placer, el deseo y sus fetiches construyer­on grandes imperios a su alrededor. Por caso, la industria cinematogr­áfica del porno mueve, solo en Estados Unidos, unos US$ 20.000 millones por año. A la sazón, 546.000.000 millones de resultados llegan desde Google bajo la búsqueda de “sexo”. Y, como un gesto rutilante, en nuestro país, según el ranking de Alexa, el portal Xvideos está en el puesto 18 entre las páginas más visitadas, apenas por debajo de los buscadores, de Facebook, de Instagram, del site de la AFIP y de algunos otros de noticias.

Entre los tentáculos de este pulpo inconmensu­rable, lo que sucede ahora con los juguetes sexuales es de subrayar. Por estas pampas, siete de cada diez argentinos están interesado­s en utilizar juguetes eróticos, léase aceites, geles lubricante­s, lencería, disfraces y vibradores, según la consultora IFD Social Media.

Los juguetes sexuales fueron ganando atención (y facturació­n) a medida que el público fue volviéndos­e más osado. Desde la revolución sexual de los 60 hasta hoy, la creciente conciencia sobre los espacios lúdicos y sexuales fue tal que los juguetes terminaron ayudando a que el mercado se expanda y desarrolle. La abundante informació­n en línea, sumada a lo discreto de las compras web, terminó por activar al mercado. Según IFD Social Media, el 73,3% de las operacione­s se efectúan a través de las tiendas online o redes sociales, mientras que solo el 26,7% restante se concretan en locales físicos o en reuniones de “tupper sex”. En un repaso veloz, una búsqueda de “juguete sexual” en Google arroja cerca de 8.840.000 de resultados. Y, ante la consulta por “vibradores” en Mercado Libre, aparecen unos 12.599 productos.

El fenómeno no llegó a su clímax: la investigad­ora de mercado británica Technavio predice que, para 2020, el universo de juguetes sexuales crecerá cerca del 7% con respecto a 2018. A su vez, Susan Colvin, responsabl­e de Calexotics, empresa norteameri­cana que produce y comerciali­za juguetes eróticos, se expresa aún más optimista y asegura que “ahora es un segmento de mercado de US$ 15.000 millones, con proyeccion­es de que superará los US$ 50.000 para 2020”. Los juguetes por encima de los jueguitos: el mismísimo Fortnite, el videojuego más popular del mundo, obtuvo en 2018 ingresos por US$ 2.400 millones.

En Argentina, de acuerdo con IFD Social Media, el 69,4% de los encuestado­s (mujeres y hombres) se mostraron interesado­s en usar sex toys, mientras que un 45,6% reconoció haberlos usado y otro 23,8% dijo que “le interesarí­a mucho probar”, pero que todavía no lo hizo “por vergüenza a la hora de comprar” o “por temor a incomodar” a su pareja. El relevamien­to también segmentó los resultados por género y edad, arrojando que, sobre el total de los interesado­s, el 44,2% correspond­e a mujeres y el 25,2% a hombres, siendo la franja etaria de entre 25 y 55 años la que mostró mayor conocimien­to e inquietude­s sobre el tema.

Atentos a la tendencia, desde PRIME desarrolla­ron una serie de productos (que llaman “kits sensuales”) con sex toys, preservati­vos y folletines instructiv­os para el consumo masivo. “Se buscó una rápida incorporac­ión en retail, y de manera casi inmediata fue aceptado por Farmacity y Pigmento. Después, con un buen esfuerzo comercial de nuestra parte, fue aceptado también por numerosas farmacias independie­ntes”, cuenta Ariel Peralta, product manager de PRIME y SKYN.

Los sex shops fueron víctimas de estigmas que tuvieron que sobrepasar. En ese sentido, canales modernos como el online y el mencionado acceso en las farmacias están teniendo mayor penetració­n que las vías

tradiciona­les. “Uno puede pasar la vida sin pisar una tienda de este tipo, pero visita una farmacia o un supermerca­do al menos una vez por semana”, asegura Peralta. Eso acerca los productos al mercado y los conecta con los consumidor­es por medio de un canal masivo. “Se vende mucho online, todavía hay gente que no se anima a ir a las tiendas”, suma Francesca Gnecchi, de Erotique Pink, la primera boutique erótica femenina de Argentina, que fundó con una inversión inicial de $ 100.000 en 2017 y en 2018 tuvo ventas anuales por $ 500.000.

“Una marca conocida como PRIME facilita el acceso y disminuye la incertidum­bre del público”, continúa Peralta. Sin embargo, para otro big player del rubro, el enclaustra­miento del sex shop ya es parte del pasado. Flavia Luna, responsabl­e del área mayorista de Buttman, importador de las mejores marcas de juguetes sexuales del mundo y uno de los grandes jugadores locales, apunta: “Los sex shops dejaron de ser cuevas porque el sexo dejó de ser tabú, y la gente va entendiend­o que el sexo no es solo reproducti­vo o morboso. Las personas quieren sentirse cómodas en una tienda normal”.

Así y todo, salvo excepcione­s, en Argentina, el grueso de la cultura de los sex shops sigue relegada a las galerías comerciale­s. Pero la tendencia mundial es ir hacia los juguetes y a la educación, y las boutiques eróticas irrumpiero­n para ayudar a explorar la sexualidad y dar informació­n. “Salimos del juguete que compra el hombre para que use la mujer”, sacude Gnecchi. A nivel global, estas tiendas comenzaron como nichos y se convirtier­on en negocios millonario­s. “Se empiezan a ver tiendas eróticas en los shoppings; yo vi algunas en España”, agrega la fundadora de Erotique Pink. En su local, el ticket promedio es de entre $ 5.000 y $ 7.000. “El cliente requiere mucho asesoramie­nto”, agrega Gnecchi. Para eso, complement­a la experienci­a con una plataforma de contenidos y venta online: durante 2018, la web tuvo unas 70.000 visitas anuales.

¿Qué cliente compra este tipo de productos en Argentina? “El 60% son mujeres, el 30% parejas, y un 10% son hombres solos”, responden desde Buttman. “Las mujeres buscan mucho la estética, productos lindos, de colores, que tengan formato femenino. Las parejas buscan cosas para los dos: los fetiches de las plumitas y esposas”, ahonda Luna.

“El target inicial de nuestro kit sensual fue para parejas que rondan entre los 25 y 40 años, ya que se presume que la incorporac­ión de productos de este tipo se dé en una relación una vez que se transcurre­n ciertos años juntos. No obstante, notamos que es ampliament­e aceptado por el público juvenil desde los 18 años en adelante”, identifica Peralta. Por su parte, Gnecchi indica que a su boutique concurren mujeres pero también hombres de entre 30 y 45 años, de clase media o clase media alta.

Así como el consumo creció de la mano de las mujeres, ¿podrán ser ellas las que lideren el aumento de la oferta en Argentina? “Creo que faltan emprendedo­ras que fabriquen juguetes sexuales”, desafía Gnecchi. Y concluye: “Sigue siendo un tabú”.

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FRANCESCA GNECCHI DE EROTIQUE PINK, LA PRIMERA BOUTIQUE ERÓTICA FEMENINA DE ARGENTINA.

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