CRISIS DE CRÉDITO, NO DE RENTABILIDAD
En un año marcado por la corrida cambiaria y el derrumbe de la actividad económica, los bancos recuperaron en 2018 el margen de ganancias perdido el año anterior. La perspectiva para 2019.
En medio de la crisis cambiaria, la recesión y la suba de la inflación, los bancos recuperaron en 2018 niveles de rentabilidad que habían perdido durante el año anterior. En un panorama signado por la caída del crédito, la restricción monetaria y la devaluación, se modificó la composición de las ganancias de las entidades, disminuyendo sus ingresos por servicios e incorporando mayores beneficios por la vía financiera, en particular por la colocación de títulos del Banco Central.
Medida como porcentaje de su activo, en 2018 la rentabilidad del sistema financiero alcanzó el 3,9%, superando el 2,7% de 2017, año en el que se habían dado las circunstancias inversas: la inflación había bajado y el crédito había subido. Ese cambio se replicó en los resultados del sistema, con mayor protagonismo de las ganancias por el financiamiento de la política monetaria (Lebac y Leliq) en desmedro de los ingresos por prestar servicios a los clientes. Las cifras del Informe sobre Bancos del BCRA indican que en 2018 el resultado por el ítem Margen Financiero alcanzó el 10,9% del activo, 0,8 puntos porcentuales por encima del nivel de 2017. El ítem Resultado por Servicios, en cambio, cayó al 2,2% desde un 2,8% del año anterior.
El cambio en la composición se reflejó en bancos privados y públicos. Y el ranking del sector no ofrece mayores sorpresas en relación con un año atrás. La competencia que había generado el desempeño del crédito en 2017, con los hipotecarios en UVA como nave insignia, quedó en un impasse, tal vez hasta que lleguen tiempos más calmos en materia inflacionaria y con menos protagonismo de los requerimientos de la política monetaria.
La recesión y el aumento de las tasas de interés llegaron ligadas a una fuerte caída del crédito al sector privado en pesos, que en 2018 alcanzó el 18% interanual en términos reales. Frente a ese dato sombrío, debe destacarse que la caída de depósitos durante el pico de la crisis fue sensiblemente menor y que la corrida cambiaria no llegó a transformarse en una corrida bancaria. De hecho, tras la recuperación de cierta estabilidad en los últimos meses del año, el saldo total de depósitos en pesos tuvo en el año un aumento real del 2,5%.
Es sabido que una de las falencias del sistema financiero argentino es su escasa profundidad, con un ratio crédito/pbi entre los más bajos de la región. Pero, así como el sistema luce pequeño, también luce sano.
La crisis no impidió que el sistema conserve señales positivas en todos los indicadores que hacen a su solidez. En la comparación interanual, la liquidez amplia del sistema aumentó casi 14 puntos porcentuales de los depósitos. La tasa de morosidad se elevó, pero más por la falta de nuevos créditos que por la mala calidad de la cartera. Llegó al 3,1% de las financiaciones totales, lo que apenas lo acerca al promedio de América Latina. También son satisfactorios, tanto en bancos privados como públicos, los indicadores de solvencia, cumpliendo en exceso la regulación prudencial y las normas de Basilea.
El mapa del sistema indica que los bancos están en condiciones de volver a un clima de mayor competencia como el que se registró en 2017, apuntando al financiamiento de empresas y familias a plazos mayores. Solo falta que la macroeconomía lo permita.
ASÍ COMO LUCE DE PEQUEÑO, CON UNO DE LOS RATIOS DE CRÉDITOS/PBI MÁS BAJOS DE LA REGIÓN, EL EL SISTEMA FINANCIERO TAMBIÉN LUCE SANO.