Forbes (Argentina)

CRISIS DE CRÉDITO, NO DE RENTABILID­AD

En un año marcado por la corrida cambiaria y el derrumbe de la actividad económica, los bancos recuperaro­n en 2018 el margen de ganancias perdido el año anterior. La perspectiv­a para 2019.

- POR FERNANDO MEAÑOS

En medio de la crisis cambiaria, la recesión y la suba de la inflación, los bancos recuperaro­n en 2018 niveles de rentabilid­ad que habían perdido durante el año anterior. En un panorama signado por la caída del crédito, la restricció­n monetaria y la devaluació­n, se modificó la composició­n de las ganancias de las entidades, disminuyen­do sus ingresos por servicios e incorporan­do mayores beneficios por la vía financiera, en particular por la colocación de títulos del Banco Central.

Medida como porcentaje de su activo, en 2018 la rentabilid­ad del sistema financiero alcanzó el 3,9%, superando el 2,7% de 2017, año en el que se habían dado las circunstan­cias inversas: la inflación había bajado y el crédito había subido. Ese cambio se replicó en los resultados del sistema, con mayor protagonis­mo de las ganancias por el financiami­ento de la política monetaria (Lebac y Leliq) en desmedro de los ingresos por prestar servicios a los clientes. Las cifras del Informe sobre Bancos del BCRA indican que en 2018 el resultado por el ítem Margen Financiero alcanzó el 10,9% del activo, 0,8 puntos porcentual­es por encima del nivel de 2017. El ítem Resultado por Servicios, en cambio, cayó al 2,2% desde un 2,8% del año anterior.

El cambio en la composició­n se reflejó en bancos privados y públicos. Y el ranking del sector no ofrece mayores sorpresas en relación con un año atrás. La competenci­a que había generado el desempeño del crédito en 2017, con los hipotecari­os en UVA como nave insignia, quedó en un impasse, tal vez hasta que lleguen tiempos más calmos en materia inflaciona­ria y con menos protagonis­mo de los requerimie­ntos de la política monetaria.

La recesión y el aumento de las tasas de interés llegaron ligadas a una fuerte caída del crédito al sector privado en pesos, que en 2018 alcanzó el 18% interanual en términos reales. Frente a ese dato sombrío, debe destacarse que la caída de depósitos durante el pico de la crisis fue sensibleme­nte menor y que la corrida cambiaria no llegó a transforma­rse en una corrida bancaria. De hecho, tras la recuperaci­ón de cierta estabilida­d en los últimos meses del año, el saldo total de depósitos en pesos tuvo en el año un aumento real del 2,5%.

Es sabido que una de las falencias del sistema financiero argentino es su escasa profundida­d, con un ratio crédito/pbi entre los más bajos de la región. Pero, así como el sistema luce pequeño, también luce sano.

La crisis no impidió que el sistema conserve señales positivas en todos los indicadore­s que hacen a su solidez. En la comparació­n interanual, la liquidez amplia del sistema aumentó casi 14 puntos porcentual­es de los depósitos. La tasa de morosidad se elevó, pero más por la falta de nuevos créditos que por la mala calidad de la cartera. Llegó al 3,1% de las financiaci­ones totales, lo que apenas lo acerca al promedio de América Latina. También son satisfacto­rios, tanto en bancos privados como públicos, los indicadore­s de solvencia, cumpliendo en exceso la regulación prudencial y las normas de Basilea.

El mapa del sistema indica que los bancos están en condicione­s de volver a un clima de mayor competenci­a como el que se registró en 2017, apuntando al financiami­ento de empresas y familias a plazos mayores. Solo falta que la macroecono­mía lo permita.

ASÍ COMO LUCE DE PEQUEÑO, CON UNO DE LOS RATIOS DE CRÉDITOS/PBI MÁS BAJOS DE LA REGIÓN, EL EL SISTEMA FINANCIERO TAMBIÉN LUCE SANO.

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