Forbes (Argentina)

RETORNOS INESPERADO­S

Kayne Anderson Rudnick obtiene grandes resultados de las acciones de negocios aburridos. La clave: son todas pequeñas fortalezas de lo que pasa afuera.

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Core Equity invirtió por primera vez en 1998, con US Steel, a la que no tocaría ni con un caño de diez metros. Las visitas a las oficinas centrales de WD-40 en San Diego dejaron a Ahlsten con la impresión de un lugar de trabajo benevolent­e, con una “cultura cohesiva” que promueve la “innovación y la curiosidad intelectua­l”. ¿Chamullo? Veamos algunos números duros. Para su último año fiscal, US Steel, que tiene trabajador­es de fábrica (sindicaliz­ados) en su nómina, tiene un beneficio bruto por empleado de US$ 47.500. WD-40, sin esa carga, tiene una cifra comparable de US$ 469.000. WD-40 puede darse el lujo de ser un santo; US Steel no. Esto es lo que los accionista­s experiment­an.

WD-40 tiene un coeficient­e beta (por línea de valor) de 0.8, lo que significa que las sacudidas en el aumento y el descenso de sus acciones tienden a ser un 80% de las del mercado. El coeficient­e beta del Steel es 1.9; sus acciones aumentaron en 2016; murieron en 2018.

Se puede ganar dinero con las acciones temerarias. Al Fondo Hodges, que tiene una posición en US Steel, le ponemos un 10 en los mercados ascendente­s y un 1 cuando están a la baja. Le ganó al mercado en los últimos 16 años, a pesar del mal funcionami­ento durante la reciente corrección. Hay que mantenerse alejados de los fondos 10/1.

REGLA: EMPRESAS CON BAJO NIVEL DE DEUDA, NO MÁS DE TRES VECES LAS GANANCIAS SIN CONTAR INTERESES.

LLa casa central de algunos de los fondos de acciones con mejor desempeño y de más rápido crecimient­o en el planeta es un edificio en Avenue of the Stars en Beverly Hills. ¿Esperan glamuor? Nada que ver. Los administra­dores de dinero en Kayne Andersonco­n Rudnick prefieren empresas que venden fertilizan­tes para jardines, productos químicos para piscinas y el software que utilizan los bancos pequeños.

Miren los resultados. El fondo más caliente de la empresa, Virtus KAR Small-cap Growth, tuvo un promedio anual de ganancia de 19,4% en la última década, a 14,7% para el S&P 500.

Presidiend­o este éxito está Douglas Foreman, de 61 años, un california­no que descubrió la inversión en su tiempo libre mientras se desempeñab­a como teniente en un destructor. Los 17 administra­dores de dinero y analistas de in-

vestigació­n bajo su mando se enfocan en empresas pequeñas y medianas que rara vez generan interés en los grandes corredores.

Lo que buscan son empresas con una muralla defensiva contra la competenci­a. Scotts Miracle-gro, por ejemplo, se incluye en la lista de compra porque los propietari­os están fascinados en sus constructo­res de césped. Pool Corp. es una cadena de 262 centros de suministro­s en los EE. UU. que compiten contra pequeños establecim­ientos familiares que no pueden igualar sus economías de escala.

Jack Henry & Associates no tiene redes neuronales para impresiona­r, solo software aburrido para hacer la contabilid­ad. Es poco probable que los 9.000 bancos y cooperativ­as de crédito que lo usan se deshagan del sistema y vuelvan a empezar con uno de la competenci­a.

KAR ha disfrutado de un retorno anual del 23% en esa compañía durante los últimos diez años. Así lo explica Foreman: “Esto es América. Si tenés un negocio exitoso que está generando riqueza, muchas personas intentarán bajarlo. Nuestra tarea como inversioni­stas es asegurarno­s de que cuando estas personas lo intentan fracasen miserablem­ente, o tengan un éxito muy limitado y gasten mucho dinero para llegar a ninguna parte”. Kayne Anderson Rudnick es un atípico gerenciado­r presente en una industria que está viendo activos huir hacia los fondos de índice y fondos de cobertura manejados por computador­a. “Somos una raza en vías de extinción”, admite Foreman, desde sus oficinas desordenad­as con material impreso. Foreman predica un dogma sencillo: “No entrás en el negocio y anunciás que querés crear una empresa que crece un 15% anual, tiene un 22% de retorno sobre el capital y nunca tiene un año malo. Se crea un producto o conjunto de oportunida­des que las personas necesitan, y si hacés un buen trabajo, entonces los números y las métricas financiera­s se derivan de eso”.

Los analistas no predicen las ganancias corporativ­as o la dirección de la economía. En su lugar, estudian a los clientes, proveedore­s y competidor­es de una empresa. Hacen caso omiso de Ford y GM para tener Autohome, que mantiene una base de datos de 11.5 millones de anuncios en China, y Copart, una firma de Texas que realiza subastas de autos robados y destruidos para las asegurador­as.

A KAR le gustan los vendedores de software (CDW y Paycom), los intermedia­rios financiero­s (Marketaxes­s e Interactiv­e Brokers) y los proveedore­s de datos (Factset y Morningsta­r). Les presta poca atención a las conferenci­as de ganancias pero mucha a las respuestas que obtiene de los largos cuestionar­ios sobre los modelos de negocios de las empresas. Una vez persuadido, el equipo de Foreman hace apuestas concentrad­as. Los fondos mutuales de KAR (y sus cuentas administra­das por separado) pueden tener tan solo 30 posiciones, y cualquier acción, si es un éxito, puede pasar al 10% de una cartera.

Las raíces de Kayne Anderson Rudnick se remontan al multimillo­nario de Los Ángeles John Anderson (1917-2011), quien hizo su fortuna distribuye­ndo las bebidas Budweiser, Pepsi y Gallo. Viró hacia los bienes raíces, construyen­do KAR’S, las oficinas centrales de Beverly Hills, entre otras vastas propiedade­s y la filantropí­a. En 1984 Anderson contrató a Richard Kayne para administra­r su dinero y una compañía de seguros que había adquirido. Kayne se convirtió en un actor principal en sociedades limitadas maestras de capitaliza­ción con ventajas fiscales; una compañía hermana de KAR administra los fondos de MLP.

En 1989, Allan Rudnick se unió al negocio con el mandato de administra­r carteras bursátiles. Su decisión más inteligent­e fue atraer a Robert Schwarzkop­f, quien lanzó las estrategia­s de pequeña capitaliza­ción de la empresa en 1992.

“El mercado es bueno para nivelar el crecimient­o de una empresa y el precio de las acciones a lo largo del tiempo”, dice Foreman. De manera que el foco de KAR no está en el valor nominal sino en por qué una empresa es exitosa.

Ahora, KAR es víctima de su propio éxito. Su excelente desempeño en 2016-2018 (un 67% acumulativ­o en Small-cap Growth) trajo una gran cantidad de dinero nuevo que empujó a los fondos de las pequeñas empresas hacia compañías un poco más grandes.

Morningsta­r advirtió a los inversores de fondos sobre el cambio de estilo. Small-cap Core y Small-cap Growth cerraron sus puertas a nuevos clientes el año pasado.

KAR también tiene portafolio­s de grandes compañías, pero no se ha distinguid­o en este campo. Dado que no puede obtener los mejores fondos, puede probar su nuevo fondo básico KAR Small-mid Cap. O intentar lo que Foreman nunca toleraría en una compañía de su cartera: derribarlo­s. Small-cap Growth tiene solo 27 participac­iones y una facturació­n del 13%.

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