LA ARCHIDUQUESA DEL AZÚCAR
De raíces croatas y con un título de nobleza de ese país, Catalina Lonac es dueña del 13% de la producción de azúcar y la mayor proveedora de etanol de la Argentina. Cómo maneja un holding millonario, qué opina de la actual crisis del sector y el sueño de un proyecto educativo que ya es una realidad.
John D. Rockefeller, James B. Duke y Amasa L. Stanford fueron estadounidenses nacidos a mediados del siglo 19 que no solo compartieron una impronta como hacedores de su país en rubros como el petróleo, el tabaco y los ferrocarriles: también trascendendieron con la creación de escuelas de altos estudios que siguen vigentes.
Esa misma filosofía se repite a lo largo de todo el continente, mediante familias empresarias que, en busca de la excelencia productiva, montan sus propios de centros de capacitación. En México, Eugenio Garza Sada, artífice de la ahora embotelladora Coca-cola FEMSA, fue el promotor del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, hace más de 70 años. Más acá en el tiempo y mucho más al sur del continente americano, ese centro de estudios mexicano fue el catalizador para que una empresaria argentina replique el modelo en la provincia de Tucumán.
En 1997, Catalina Lonac voló hasta Monterrey para vivir una semana intensa de entrevistas que la pusieron a prueba a ella y a su proyecto educativo.
¿Su objetivo? Volver a la Argentina con un convenio que no solo apoyara la idea de montar una universidad en su provincia sino que la ayudara, también, a concretarla. El entonces consultor de la escuela de negocios del Tecnológico de Monterrey, Jaime Alonso Gómez, la acompañó en el proceso y vaticinó: “Ustedes van a ser más grandes que la Getúlio Vargas”. Lonac no sabía de qué estaba hablando, pero su emoción fue inmensa cuando supo que se trataba de la más prestigiosa casa de altos estudios de Brasil. De vuelta en Argentina, repartió su tiempo entre la gestión de las compañías que comparte con su marido, el azucarero Jorge Alberto Rocchia Ferro, y el desarrollo de la universidad. Una década más tarde, en 2007, llegó el corte de cintas. y las palabras
de Jaime Alonso Gómez volveron a causarle un impacto profundo: “Catalina, lo peor que te puede pasar es que te vaya bien”.
Lonac nunca detuvo su marcha, ni aquella vez que, en una reunión de directorio, un grupo de hombres la mandó a organizar una feria de platos. “¿Ustedes hacen las tortas?”, les retrucó. Con esa misma impronta aguerrida, pero siempre elegante y de modo afable, posa para las fotos en su piso recoleto, a escasos metros de los palacios de la Avenida Alvear. En casi dos horas de diálogo, Lonac oficia de anfitriona y repasa los autores de las obras de artistas tucumanos que visten la propiedad. La charla discurre hasta sus orígenes en Croacia y sus inicios profesionales, se detiene y se caldea en los contratiempos de la industria azucarera y vuelve, una y otra vez, a su gran pasión por la educación.
CON SABOR AGRIDULCE
Argentina no es un país azucarero; de hecho, apenas produce el azúcar suficiente para su abastecimiento. Sin embargo, la producción saltó un 83% en los últimos 30 años, hasta alcanzar una media anual de 2,1 millones de toneladas. Este volumen representa el 1,6% de lo que se cosecha en todo el mundo. La incidencia de la Argentina en el comercio internacional es prácticamente nula: el grueso de los envíos de azúcar cruda al exterior en los últimos años corresponde a 43.000 toneladas destinadas a cubrir el cupo de exportación con Estados Unidos.
Se trata, eso sí, de una industria que anota ingresos por más de US$ 1.300 millones cada 12 meses y que se concentra casi exclusivamente en las provincias de Tucumán, Jujuy y Salta, donde tiene lugar el 95,5% de la producción - y con un claro “amo y señor” en el imaginario colectivo, Ledesma, si bien la compañía de la familia Blaquier Arrieta es responsable de poco más del 16% del negocio y está escoltada por la estadounidense Atanor y otros grupos nacionales como Arcor, Minetti y Colombres.
En esa lista de top players hay otro actor imprescindible para entender lo que representa el sector para Tucumán, primera provincia productora con dos tercios de la caña del país: Los Balcanes. La evocación a la península europea no es casual, ya que el grupo fue fundado por Lonac y su marido Rocchia Ferro; ella es primera generación de croatas en la Argentina y tiene a casi toda su familia radicada en ese lejano país en donde, además, ostenta el título de Archiduquesa.
Los Balcanes suma más de 2.000 empleados y reúne las usinas La Florida, Cruz Alta y Aguilares. En conjunto, muelen 3,5 millones de toneladas de caña de azúcar, equivalente a un cuarto de lo que se produce en la provincia cada año. Eso se traduce en 150.000 toneladas de azúcar y 120.000 m3 de alcohol industrial que, luego, es deshidratado en otra firma del grupo, Compañía Bioenergética La Florida, para aportar más de 10 millones de litros mensuales de etanol destinado a la mezcla con las naftas. Solo esta división azucarera del holding tiene ingresos anuales que se estiman en más de US$ 170 millones. A su vez, Lonac y Rocchia Ferro son dueños del cinco estrellas Catalinas Park y de una red de estaciones de servicio bajo el nombre de bandera Northwest, todo con base en la provincia de Tucumán.
Pero ningún proyecto la desvela tanto ahora como el de su soñada asa de estudios. Fue en un ingenio en desuso, en el pequeño poblado de San Pablo, donde desató su faceta filantrópica y creó la Universidad San Pablo-t. “Entendí que el rumbo de los negocios estaba muy claro y sentí que necesitaba algo nuevo. A mis padres les ha ido bien, a mí me ha ido bien y mis hijos Catalina y Agustín tienen un futuro. Entonces, pensé que debía dejar algo a la comunidad y fue ahí cuando hice un punto de inflexión”, rememora Lonac. San Pablo-t ocupa hoy un predio de 60 hectáreas con un parque diseñado por el afamado paisajista Carlos Thays, al que atienden más de 2.000 alumnos diariamente. Se trata además de la primera universidad argentina creada en el siglo 21 y el primer centro de estudios privado laico del Noroeste. Al convenio con el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey se suma otro con la Universidad de Georgetown. La Universidad de Stanford fue otra gran fuente de inspiración.
La faceta filantrópica de Lonac no implica
que descuide el negocio. Ahora mismo, Los Balcanes está embarcado en un agresivo plan de expansión que demandará desembolsos por hasta US$ 84 millones con el fin de generar energía eléctrica de la mano de Genneia. Y en la mira del matrimonio está el Ingenio San Isidro, en Salta, que, hasta hace solo unos meses, pertenecía al peruano Grupo Gloria. Zadar es la sociedad creada entre Los Balcanes y Grupo Ruíz, también de capitales tucumanos, para administrar la próxima zafra del ingenio con una capacidad estimada de 60.000 toneladas. Según indicaron al diario salteño El Tribuno, dentro de un plan a cinco años, esperan pasar de 3.500 a 5.000 hectáreas de caña y no descartan la implantación de limoneros. Lonac advierte que está inversión aún no se está del todo cerrada.
El contexto actual la preocupa y sostiene que “la crisis del 2018 es la peor de que se tenga memoria”: “Creo que los países no se suicidan, pero todo lo que pasó resulta desalentador y desgastante”, se lamenta, y ahonda en el tema: “A veces, parece que el Gobierno no entendiera que 200.000 personas dependen directamente de la industria azucarera y que el Norte es eso. Nos han llegado a decir que, si el negocio de la caña no es rentable, hagamos otra cosa -cuando, en realidad, no es viable por la enorme carga impositiva, las tasas de financiamiento imposibles y los límites burocráticos que limitan el desarrollo, como la imposibilidad de la siembra de caña transgénica contra la sequía”. Así las cosas, la empresaria no vacila en afirmar que “no es momento de pensar en nuevas inversiones. Ahora, hay que mantenerse”.
UNA PEQUEÑA VACA MUERTA
A pesar del panorama complejo Lonac tiene un plan ambicioso, que ella resume así: “Queremos que se libere la siembra de caña transgénica -algo que ya sucedió en Indonesia, Brasil y Estados Unidos- porque, de las 400.000 hectáreas que en la Argentina se siembran anualmente, podemos pasar a dos millones, transformando regiones del Norte, como Chaco y Formosa, en una nueva Vaca Muerta y así ser un país serio energéticamente hablando”.
Según datos del otrora Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación, para 2015, solo el sector industrial de la industria azucarera aglutina 16.400 trabajadores. El pedido de Lonac se asienta en la necesidad de generar nuevas fuentes de trabajo y la posibilidad de multiplicar por cinco el área ocupada por la caña de azúcar.
Esta es la visión de la empresaria que tuvo su primer contacto con la caña cuando, apenas recibida en leyes, abrió un pequeño buffet y empezó a asesorar a productores cañeros. “Con Jorge, mi marido, nos conocemos desde chicos. Uno de mis primeros clientes como abogada fue un pequeño grupo de cañeros a los que noté muy maltratados por la industria; entonces, colaboré a constituir cooperativas y enseñarles a negociar. Esto fue en los años 80”. Rocchia Ferro tenía campos cañeros, pero aún no tenía ingenios. Al poco tiempo de estar juntos, decideron avanzar en la compra del ingenio La Florida que había entrado en quiebra. Una cooperativa entre los cañeros y empleados se hizo cargo del arriendo, pero no funcionó.
En ese entonces, La Florida tenía una capa-
“EL SISTEMA IMPOSITIVO ARGENTINO NO NOS DEJA RESPIRAR. HOY, SOLO INVERTIMOS EN IMPUESTOS. NECESITAMOS UN POCO DE PAZ”.
cidad de apenas 60.000 toneladas y una tecnología completamente distinta a la que se usa en estos días. El crecimiento del Grupo Los Balcanes fue escalonado y multiplicó por cuatro su volumen al cabo de casi 30 años. Aguilares y Cruz Alta se sumaron después pero, aún hoy, el grueso de los negocios de la familia se concentra en Florida. “Un 40% de la caña que procesamos se obtiene a través del arrendamiento y asociaciones con cañeros sobre unas 20.000 hectáreas, pero nuestro interés no está en el campo sino en la fábrica. Si hay que invertir, lo hacemos y entendemos que los cañeros son nuestros socios”, señala Lonac, antes de volver a reflexionar sobre el panorama actual del sector. “La situación no es buena porque, cuando asume este nuevo Gobierno, se toca una fórmula consensuada sobre el precio del etanol, que tenía que ver con los costos más una ganancia razonable que permita el desarrollo de la industria. La fórmula no fue respetada”.
La modificación de esa ecuación llevó los balances de toda la industria a números en rojo. Y, aunque la empresaria aclara que se hicieron ciertas modificaciones, nunca lograron recuperar los márgenes previos. “El golpe de gracia se dio hace un año, cuando se redujo un 29% el precio que cobramos por cada litro de etanol producido, llevando a nuestra industria a una situación preocupante”, resume sobre lo que fue una de las últimas resoluciones de Juan José Aranguren frente a la cartera de Energía, en un claro guiño a la industria petrolera.
Mientras tanto, el corte obligatorio de las naftas sigue en un 12%. “Antes de elevarlo al 15%, como estaba contemplado, creo que el Gobierno debe conformar un comité de crisis y evaluar la situación de fondo, porque con tasas del 60% es imposible concretar las inversiones necesarias para aumentar los volúmenes de producción. Hay que definir qué pretende este país en materia de política energética”.
Lonac admite que, por esta crisis sectorial, y cuando uno tiene la responsabilidad de pagar mensualmente una enorme cantidad de sueldos, “resulta difícil pegar un ojo”: “El sistema impositivo argentino no nos deja respirar. Hoy, solo invertimos en impuestos. Y si bien no recuerdo un periodo en la Argentina donde hayamos estado tranquilos, necesitamos un poco de paz. Sin embargo, creemos en el Gobierno y siempre vamos a colaborar”, dice, y enseguida suelta un suspiro: “Siempre pensamos que Ledesma debía liderar esta industria, pero se extraña mucho a Carlos Pedro (Blaquier)”.
En los últimos años, el sector vivió su propia transformación a tal punto que, para Lonac, los ingenios ya no llevan ese nombre. “Hoy son usinas, porque el alcohol pasó a ser tan o más importante que la producción de azúcar; de hecho, estamos evaluando producir ácido cítrico y el negocio energético ya superó al azucarero”, resume quien está embarcada en alcanzar la meta de “vinaza cero”. La vinaza no es más que el desecho de la molienda de la caña de azúcar y, de la mano de una nueva sociedad con Genneia, el grupo abastecerá las calderas con ese desecho para generar energía a razón de 60mw de capacidad, equivalente a un 10% de la demanda de energía eléctrica de la provincia. “Estamos buscando financiamiento por US$ 30 millones para concluir el proyecto, que debe entrar en operaciones a fines de este año”,
Una vez más, Lonac demuestra su pujanza. Sin embargo, reconoce: “Es difícil ser empresario en la Argentina”. Si bien afirma que los escándalos de corrupción actuales mancharon la reputación del empresariado, advierte: “Ya en la Argentina de los últimos 60 años tenemos una conformación social donde la persona que le va bien económicamente no está bien vista: si te va bien es porque algo malo hiciste”. Por lo bajo, cuenta que ella lo sufrió en carne propia. Es que, cuando San Pablo-t no era más que un sueño, nadie podía creer en su intención altruista a la hora de montar su propia universidad. “Todos se preguntaban qué había detrás, cuando es algo inocente y la mejor cosa que hice en mi vida. Hoy, cuando querés hacer algo dentro de la ley y pensás en el bien común, todos creen que hay algo malo detrás. Ser empresario no significa solo ganar plata y generar empleo. Nuestra obligación es mejorar el ecosistema”. La misma visión que hizo que apellidos como Rockefeller, Duke y Stanford se convirtieran en leyenda.
“LA PERSONA QUE LE VA BIEN ECONÓMICAMENTE NO ESTÁ BIEN VISTA: SI TE VA BIEN ES PORQUE ALGO MALO HICISTE”.